VIII. Parte 2

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—Voy a saciar tu curiosidad, Caroline —Aclaró, al percatarse que ella lo miraba esperando respuesta. —Pero primero degustemos de la cena. —La verdad es que moría de hambre, estuvo tan metido en el trabajo que ni siquiera se dio tiempo de comer.

Comieron en silencio por un buen rato, uno muy incómodo. Caroline miraba a los lados, notando que unas cuantas personas en el lugar aún los miraban con curiosidad. Más que nada a ella, escaneándola de arriba hacia abajo con mucho interés y detenimiento, e internamente agradeció que ese día decidiera usar su vestido de lápiz color rojo. Otras platicaban amenamente ajenos a lo que sucedía alrededor y también alcanzo a ver una que otra parejita derrochando miel. Sonrió tenuemente, pensando en cuanto le gustaría estar teniendo una cita de verdad. Una cena con el chico que le gustaba, en vez de una falsa con su novio/prometido falso. Se perdió un instante en sus pensamientos, imaginándose un escenario dónde ella estuviera en una cita con Matt en algún modesto pero bonito restaurante, platicando y riendo sobre cualquier cosa, pasando un gran momento. Que al final de la velada él la llevará a su casa y la besará. Tristemente la realidad la golpeó, eso no pasaría. No ahora ni nunca, no cuando prácticamente le había roto el corazón a Matt. Aun así en un año se divorciara de Damon y fuera libre de nuevo, entre Matt y ella todo estaba arruinado. Y tenía que hacerse a la idea desde ya.

En el momento en que terminaron su cena, Damon se cambió de lugar, a su lado, tomándola por sorpresa cuando se inclinó más cerca de ella, descansando sus brazos sobre la mesa.

—¿Qué tal el vino? ¿Te gustó? —Preguntó.

—Sí, mucho.

El pelinegro le sonrió.

—Es mi favorito. —Cogió la botella para rellenar sus copas. Caroline le sonrió de vuelta, nerviosa. —Ahora para responder a tus preguntas.... ¿Cuál fue la primera? —Preguntó, torciendo los labios. —Ah sí, por qué no me casé con Elena. Bueno, en el remoto caso de que quisiera casarme, por mi propia voluntad por supuesto, nunca lo haría con alguien como ella. No me gusta hablar mal de las mujeres, no es mi estilo, pero...—Hizo una pausa. — No me aproveche de ella, Caroline. Se acercó a mí por mí dinero, es una mujer interesada, yo era consciente de ello. Por eso mismo fue que le deje las cosas claras desde un principio, que lo que había entre nosotros era sólo sexo y por supuesto ella así lo aceptó.

—Creyendo que al final lograría atraparte...—Concluyó la rubia, al procesar todo lo que él le había dicho. —Ahora entiendo porque no quieres verla más, es una arribista.

—Eso y también porque voy a casarse contigo.

—Claro, la cláusula en el contrato sobre tener una tú sabes...

—No tanto por eso, Caroline. Si te soy sincero ya estaba harto, me arrepiento enormemente de haberme enredado con ella. —Confesó, con sinceridad. —No sé en qué rayos estaba pensando—<<Pensabas con el pene no con la cabeza, idiota>>, se dijo a sí mismo. — Es la mujer más engreída, arrogante y hueca que he conocido en mi vida. —Caroline soltó una risita por la manera en que lo dijo, ya se imaginaba como era la tal Elena. Toda una "plástica" pero que se podía esperar de una modelo. —Por otro lado, se supone que tú y yo tenemos una relación desde hace varios meses, si alguien llegaba a relacionarme con ella arruinaría todo.

—Sí, tienes razón. —Estuvo de acuerdo.

—Bien ahora que ya hemos acabado con ese tema, quisiera que habláramos de algo de verdad importante.

La rubia junto las cejas intrigada.

—¿Qué?

—Necesito a tu reemplazo. —Respondió.

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⏰ Última actualización: Oct 03 ⏰

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