II.

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CAPÍTULO II. "Buen trabajo"

Lunes 6 de julio 2015. Seattle, WA.

Caroline sonrió contenta al visualizar la entrada de su casa, desde la esquina de la cuadra. Todo el día estuvo deseando ansiosamente que su jornada laboral concluyese y así poder volver a su cálido hogar, donde su madre y su tía la esperaban para cenar. Su día en la oficina sólo había ido de mal en peor, pues aparte de la horrenda situación con su nuevo jefe, en el departamento de archiveros perdieron un documento importante que se necesitaría para cerrar un importante negocio con una empresa de la rama industrial la siguiente semana. Lo que la ponía en un embrollo, pues tendría que volver a realizarlo.

El taxi se detuvo justo frente al pórtico, la rubia pagó al hombre de mediana edad con el que había conversado amenamente en todo el trayecto. Bajó tomando las bolsas del supermercado con comestibles que su tía le encargó está mañana, cuando se despidieron en el hospital luego de la consulta de su madre; no sin antes desearle buenas noches al conductor.

—Care... —La llamó su vecino, corriendo hacia ella por la acera. —Déjame ayudarte con esas bolsas.

—Gracias, Matt. —Mencionó entregándoselas.

—¿Qué tal tu día en el trabajo? —Preguntó el rubio cediéndole el paso mientras cruzaban el pequeño portón color negro.

—Cansado, estresante, atareado...

—¡Vaya! Suena como exactamente como el mío. —Dijo sonriéndole.

Caroline rio por lo bajo abriendo la puerta con agilidad.

—¡Estoy en casa! —Anunció colgando su bolso y chaqueta sobre el perchero de la entrada.

Caminó hasta la sala con Matt detrás de ella, encontrándose con su mamá sentada en uno de los sofás floreados mirando el televisor. Se le veía cansada, y algo apagada pero aun así puso su mejor sonrisa recibiéndolos con entusiasmo.

—¡Hija! ¡Matt!

—Señora Forbes, buenas noches. —La saludó el joven, de pie aún con las bolsas entre sus manos.

Caroline besó la mejilla de su madre con cariño, para luego pedirle a Matt amablemente que dejará las bolsas sobre la barra de la cocina.

—¿Cómo te sientes?

—Bien, hija. —Respondió Liz, esbozando una media sonrisa que apenas le llegó al rostro.

—¿Segura? —Preguntó Caroline, pues sabía que su mamá siempre se esforzaba por parecer fuerte, aunque fuera todo lo contrario.

—Sí, Care.

No le quedo más que aceptar su respuesta, pues así insistiera en querer sacarle la verdad, su madre nunca la diría con tal de no preocuparla.

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