III.

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CAPÍTULO III. "Posible solución"

Miércoles 15 de Julio 2015. Seattle, WA.

Damon permanecía sentado impasible en su asiento de cuero meditando en silencio los sucesos acontecidos hacía menos de cuatro horas. Caroline se desenvolvía con fluidez, con tanta soltura que le parecía inverosímil. Su manera de ser era relajada, despreocupada e influía eso a su trabajo, a los asuntos laborales que requerían justamente eso: Paciencia y control.

Por otro lado, era imposible de olvidar la forma en la que sus manos se habían tocado y esa peculiar corriente azotó sus cuerpos haciendo viajar de forma vertiginosa una especie de ráfaga cargada de una electricidad atrayente, curiosa. Esos ojos enfocándose en los suyos, llenos de estupor, sólo lo llamaron a una sola cosa: Necesitaba conocer más sobre ella. Le parecía una mujer fascinante, algo molesta, sí, lo admitía, pero fascinante al final de todo. Nunca había conocido a una mujer así, tan enardecida con su trabajo. Ella era quien había convencido al Señor Tanner de cerrar el trato, asegurándole que ninguna empresa podría brindarle mejores beneficios que ellos.

Y ahora empezaba a verlo, el por qué Caroline era alguien valiosa para su padre. La chica tenía potencial.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando unos suaves golpes provenientes de la puerta retumbaron en la oficina.

—Adelante. —Pronunció irguiéndose un poco en la silla. No pudo evitar emitir un gruñido por lo bajo y que una ligera mueca cruzará por sus labios en cuanto vio a su tío Zach adentrándose en la habitación con un folder negro en su mano izquierda.

—Sobrino —Saludó, tomando asiento frente a él.

—¿Qué necesitas, Zach?

—Buenas tardes a ti también, Damon.

El pelinegro ni se inmutó, permaneció con el rostro serio esperando que el hombre le informara de una vez por todas a que debía su no tan grata presencia.

—Necesitó que firmes estos cheques —Terminó por decir. — Son para el mantenimiento anual de las instalaciones de Denver.

El pelinegro asintió, estirándose un poco para coger su bolígrafo negro metálico el cual tenía sus iniciales grabadas en color oro en la cima.

—¿Qué tal la junta con Tanner? —Su tío preguntó tratando de crear un poco de plática con la finalidad de aminorar la tensión en el ambiente.

Damon lo miró examinando su rostro un momento, aun sosteniendo los cheques en sus manos percatándose de sus intenciones de... ¿entablar una conversación? Así parecía, lo que no entendía era por qué, ¿había un motivo oculto?

— Cerramos el trato. Eso es todo lo que debes saber, así que estate tranquilo — Soltó con sequedad. Zach lo miró con una ceja alzada, mas decidió dar rienda suelta a su distante tono de voz.

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