—Y bien, querida, ¿te divertiste anoche?
Freen se sobresaltó y se ruborizó, mientras su mirada se dirigía con impotencia hacia Rebecca, al otro lado de la mesa, al esforzarse para contestar la pregunta de su madre. Hasta entonces no se dio cuenta de que la señora Smith se refería a su cita con Michael. Su rubor se hizo más intenso y se estremeció.
—¡Cielos! No pudo haber estado tan mal, ¿o sí? Pobre Michael; va a quedar muy desilusionado.
—¿Michael? —preguntó Rebecca con ligereza, levantando la cabeza del periódico que leía—. ¿Estamos hablando de Michael Kanz, el dechado de virtudes?
—Sí, Rebecca, de él hablamos y no tienes por qué usar ese tono. Michael es un hombre fino y gentil.
—Si tú lo dices, mamá —le lanzó a Freen una significativa mirada—. ¿Eso es lo que tú piensas, Freen? ¿Qué Michael es un hombre muy fino y gentil?
Freen no supo qué contestar. Fue un impacto para ella encontrarla en el comedor, cuando bajó. La señora sonrió al ver que se quedaba titubeando en la puerta, la llamó y exclamó con una voz muy complacida:
—¿No es agradable esta sorpresa? Rebecca se ha tomado unos días de descanso. Llegó anoche, después de que te acostaras.
Freen no podía mirarle. Fue muy ingenioso por parte de Rebecca, protegerse de esa forma, pero no era necesario. Ella no tenía intenciones de hablar de lo que había sucedido entre ellas.
—Rebecca, lo que Freen piense de Michael no es asunto tuyo. ¡Dios santo! ¡Ya es muy tarde! Freen, querida, no quiero apremiarte, pero quisiera estar en Boston cerca de las once. Tengo una junta al mediodía y te necesitaré para que tomes nota.
—¿Va a Boston? Le agradecería que me llevara, si no es molestia. ¿Qué hará a la hora de comer?
—Yo comeré con los miembros del comité —replicó la señora Smith con pesar.
—Bien, tal vez Freen quiera comer conmigo, entonces —sugirió Rebecca.
Freen podía creer lo que oía. Abrió la boca para expresar su negativa, pero tardó demasiado. La señora Smith se adelantó:
—Ah, sí. Rebecca —se volvió hacia Freen —. Eso será fantástico, Freen. Rebecca te podrá enseñar un poco más de la ciudad. Me temo que yo estaré ocupada con los miembros del comité.
Freen quería decirle que le gustaría comer sola, pero la señora ya se estaba poniendo de pie, al igual que Rebecca. ¿Por qué diantres dijo que quería comer con ella? Era lo que menos esperaba.
La señora Smith ya había salido del comedor, pero Rebecca se quedó parada junto a la puerta. La esperaba, reconoció Freen, con el corazón latiéndole con violencia.
—¿Ya se te ha pasado el dolor de cabeza?
Freen se ruborizó, turbada. En su nota había puesto que no se sentía bien, que le dolía la cabeza, una mentira que la mayor no creyó.
—No quiero comer contigo —le dijo tajantemente.
—¿No? ¿Por qué no? ¿Esperas verte con Michael, tal vez?
—Reb...
—Tenemos que hablar —la interrumpió ella, con voz cortante.
A pesar de que decidió que no quería estar con Rebecca, para evitar la humillación de oírla decir que lo de la noche anterior era algo que debían olvidar, Freen no pudo resistir la tentación de lucir sus nuevos atuendos. Se dijo que era porque no quería decepcionar a la señora Smith, pero su corazón decía otra cosa. Si iba a tener que soportar el rechazo de Rebecca, al menos lo haría con la cabeza en alto. Lo que más le dolía era que ella creía que tenía que decirle que lo ocurrido había sido una aberración que no quería que se repitiera. ¿Creía en realidad que era tan cándida que pensaba que, porque le había hecho el amor, significaba que estaba enamorada de ella?
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Sentencia || Freenbecky
RandomEl testimonio de su primo hizo que acusaran a Freen Chankimha de un delito que no había cometido. Todos la abandonaron, y hasta su abogado la creía culpable. Lo peor de todo era que la fiscal era Rebecca Armstrong, famosa de ganar todos los casos. ...