La quería. A Freen no le cabía la menor duda de ello.
Sobre lo que sí tenía dudas, era sobre las desigualdades básicas de su relación. Esas disimilitudes daban lugar a dudas, más dolorosas porque no podía expresarlas. Sus instintos y su educación le decían que dos personas que no tenían respeto y confianza mutuos, nunca podrían conseguir una buena relación y Rebecca ni la respetaba ni confiaba en ella. No podía.
A pesar de la acumulación de trabajo, que resultó ser mucho más de lo que pensaba la señora Smith, Freen todavía encontraba tiempo para cavilar sobre sus dudas personales. Si Rebecca fuera seria en sus intenciones, habría discutido con ella el juicio, oiría su lado de la historia. Sin embargo, nunca mencionaba el tema.
Pero eso no significaba que no estuviera presente. Quizá ella esperaba que lo sacara a colación, y Freen no quería hacerlo. Ya una vez dejó muy claro que no la creía, en público, en el tribunal y si Rebecca no confiaba en ella en ese momento, ella no sabría qué hacer. Su orgullo exigiría que terminara su relación, pero, ¿tendría la fuerza de voluntad para hacerlo?
Ella sabía que era posible amar a alguien sin respetarlo; pero, ¿deseaba ese tipo de amor? Tal vez Rebecca estaba contenta de no saber la verdad. Después de todo, no tenía que apreciar o respetar a una persona con quien tenía una breve aventura amorosa.
¿Sería eso lo que era para ella? ¿Una aventura amorosa? ella no le daba esa impresión; no obstante, pensó con cinismo, pocas mujeres querrían darla. Sin embargo, al conocer mejor a Rebecca, le juzgaba como mujer escrupulosamente sincera en su trato con los demás, sin importar lo dolorosa que esa sinceridad pudiera ser para ella o para ellas.
Había organizado bien los arreglos preliminares para el baile. Ya habían fijado una fecha para que la señora Smith, Freen y la compañía que proporcionaría el techo de lona, visitaran la casa de Rebecca, para comprobar si era adecuada para la ocasión.
La señora Smith no dijo si su hija estaría allí o no, y Freen no se atrevió a preguntar.
La llamó una tarde y el corazón se le aceleró al oír su voz. Le dijo que ya habían terminado el caso en el que trabajaba y luego agregó que esa noche no podría verla. Tal vez su silencio le transmitió lo que ella sentía, porque de pronto agregó, con la voz ronca:
-Ahora mismo voy para allá, Freen.
-A tu madre le alegrará mucho verte -respondió con voz débil, tratando de controlar las emociones que bullían en su interior-. Tiene que hablar contigo acerca de algunos detalles para el baile -después de eso, fue a buscar a la señora Smith -. Rebecca acaba de llamar -dijo ruborizada-. Viene para acá.
-¿A verme a mí? -inquirió la señora Smith, levantándolas cejas, y Freen sintió que aumentaba su rubor.
-Yo... yo le dije que usted querrá discutir con ella los arreglos para el baile -parecía turbada y se sintió más aún, cuando la señora Smith soltó una carcajada.
-¿De verdad? Bien, estoy segura de que no es eso lo que la trae aquí, Freen. Por favor, no te preocupes -agregó con gentileza-. No tengo intenciones de interferir entre ustedes, pero fue bastante evidente en Boston que mi hija estaba muy interesada en ti. Ella no tiene la costumbre de venir a verme sin previo aviso.
-Yo... espero que a usted no le moleste -dijo Freen con torpeza. La señora Smith levantó las cejas y exclamó con franqueza:
-¡Por Dios, Freen, claro que no me molesta! ¿Por qué habría de molestarme? Si Rebecca decide salir contigo y tú aceptas, es asunto tuyo. ¿Qué te hizo pensar que me molestaría? - preguntó. El juicio, su situación en la casa de la señora Smith, la falta de posición social y riqueza de su familia, todo pasó rápidamente por la mente de Freen, pero no podía hablar. Como si le hubiera adivinado el pensamiento, la señora dijo en un tono gentil-: Freen, querida, me agradas mucho. Me agradaste desde el primer momento en que nos vimos y ese afecto ha aumentado durante el tiempo que has trabajado para mí. Le he dicho a Rebecca que ya es hora de que encuentre una esposa y me dé nietos -sonrió y luego agregó en un tono más serio-: Me alegro de que hayas superado sus diferencias, Freen, y si mi hija logra convencerte de que te vuelvas parte de la familia, estaré encantada -le dio un beso, sonriendo por su confusión y agregó, bromeando-: En cuanto a los arreglos para el baile, creo que puedo dejar que ustedes los discutan.
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Sentencia || Freenbecky
RandomEl testimonio de su primo hizo que acusaran a Freen Chankimha de un delito que no había cometido. Todos la abandonaron, y hasta su abogado la creía culpable. Lo peor de todo era que la fiscal era Rebecca Armstrong, famosa de ganar todos los casos. ...