III

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ergio sigue encorvado sobre los codos, furioso, mientras la mano de Fernando recorre su espalda. Intenta concentrarse en esa sensación, en los dedos que se curvan sobre su piel, en lugar de en el sabor amargo de su boca. Las sábanas de Max están amontonadas en sus manos y se obliga a soltarlas. Su crucifijo cuelga frente a él mientras aspira una bocanada de aire. No le proporciona ningún consuelo. No puede evitar toser de nuevo y después se frota los ojos con una mano.

Sus dedos quedan húmedos.

Una de las manos de Alonso vuelve a sujetar su cadera mientras saca su polla. — Lewis, hombre, realmente tienes que aprender a esperar tu turno- dice el español, dándole una palmadita en el trasero a Checo en agradecimiento antes de tumbarse de nuevo en la cama. El colchón rebota mientras se acomoda con una almohada debajo de él. — Max decide cuándo vas-  Suspira, satisfecho, y se rasca el pecho.

Hamilton se burla. — Ya estabas prácticamente acabado de todos modos - dice. — Siempre empiezas a hacer ese ruido de caballo justo antes de correrte - Por encima del sonido de las protestas de Fernando, agarra el hombro de Checo y lo levanta de un tirón antes de empujarlo hacia atrás. — Túmbate boca arriba - ordena Lewis, colocando a Sergio como quiere. Mira a Max y dice — Mi turno.

Max hace un gesto con la mano.

Sergio mira fijamente a Lewis, pero se deja manipular. Está cansado de que estos hombres más grandes lo maltraten, pero se muerde la lengua.

Él sabe que de eso se trata su acuerdo.

Dominio.

Al final Sergio queda arrodillado frente al piloto de Mercedes, pero boca arriba, con las caderas inclinadas hacia arriba y las piernas abiertas para descansar a ambos lados de los muslos de Lewis. Su cabeza está a unos metros de Fernando, que permanece descansando a los pies de la cama.

Checo puede sentir como el semen gotea de su trasero.

Espera que Lewis esté disgustado.

En otra vida, si Checo se hubiera decidido por Mercedes, está seguro de que él y Lewis podrían haber sido amigos. En cambio, las declaraciones de checo sobre que Red Bull es un equipo en el que le gustaría trabajar termino por hacer que Lewis sea miserable.

Y definitivamente están lejos de ser amigos.

Checo se niega a mirar a Lewis. No quiere ver esa mirada llena de odio. Si inclina la cabeza hacia atrás puede mirar al saciado Alonso. Puede girar la cabeza hacia un lado, pero eso le lleva a Lando, que espera con impaciencia la siguiente parte del espectáculo. Piensa en estirar el cuello para mirar a Franco o Max.

En cambio, él mira hacia el techo.

Se le está descascarando un poco de pintura encima de la cabeza. Intenta acordarse de decírselo a Max después. Sinceramente, le sorprende que el neerlandés no se haya dado cuenta ya.

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