El premio

V

Checo se queda boca abajo en la cama mientras Norris se va, pero su agarre en las sábanas se relaja cuando escucha el clic de la puerta al cerrarse. Max está claramente enojado, ya que murmura algo indescifrable en su idioma natal y patea algo en el piso. Pero luego la habitación vuelve a quedar en silencio, ahora vacía excepto por ellos dos. El silencio crece y el único sonido que Sergio escucha es el latido de su propio corazón mientras intenta calmarse.

Él no puede dejar de temblar.

No sabe que ha empezado, pero tiembla de verdad, su cuerpo se estremece contra la cama porque sus nervios se niegan a cooperar con él. Se concentra en su respiración, algo que puede controlar. Tiene la cara aplastada contra el colchón y lo levanta un poco para poder respirar mejor. Se lame los labios y siente el sabor de la sangre que ha mordido para no gritar. Un poco de sangre está manchada en las sábanas que tiene debajo.

Por supuesto que está lejos de ser la única mancha.

De todos modos, a él no le importa.

El colchón se mueve y cruje mientras el campeón se arrastra sobre la cama a su lado. Agotado, Checo permanece donde está mientras Max pasa sus manos lentamente desde los tobillos del mexicano hasta sus pantorrillas y luego sus muslos. Se detiene allí por un momento antes de continuar hacia su trasero.

Sergio se estremece reflexivamente, apenas perceptible en medio de su temblor, al recordar el toque de Lewis.

Y el de Esteban.

Y el de Lando.

Pero... los dedos son suaves.

No es que Checo realmente hubiera esperado algo diferente.

Las manos de Max se deslizan suavemente sobre la piel enrojecida y el moretón que se está formando. Se escuchan algunos murmullos en neerlandés mientras su toque recorre la parte baja de la espalda de Sergio, con dulzura, y es un peso reconfortante mientras los temblores del más bajo finalmente se calman.

Mientras Checo respira profundamente un par de veces, la mano grande de Max se posa en su nuca. La mano se queda allí, y el calor irradia hacia los músculos tensos de Sergio, calmándolo mientras continúa calmando su corazón acelerado. A Michel le parece que ha pasado toda una vida, pero sabe que solo pasarán unos minutos antes de que Emilian se aclare la garganta.

Max pasa la mano por la espalda de Checo.

— Antes de que pase nada más - dice, rozando la columna de Sergio con dos dedos — déjame asegurarme de que no le han causado ningún daño permanente.

Su mano se detiene justo antes de la curva del trasero de Checo, esperando su permiso. Sergio no dice nada (aún no puede hacerlo), pero asiente levemente con la frente todavía presionada contra las sábanas.

Max mete los pulgares en el pliegue que tiene delante y abre a Checo.

Se muerde el labio al ver la humedad del lubricante y el semen saliendo del mexicano, ya imaginando cómo se sentirá alrededor de su polla. Pero hace una mueca al ver que, sí, la entrada de Sergio, está roja e hinchada. El hombre más pequeño ha sido muy usado esta noche, y francamente muy bruscamente a veces, aunque Max no ve lágrimas ni sangre. Pasa suavemente el dedo por el borde y comienza a empujar la punta del dedo hacia adentro para asegurarse, pero Checo gime y se echa hacia atrás para detenerlo.