La prima donna Carlotta era la gran diva de la Ópera de París y a pesar de sus aires de superioridad le temía al fantasma. Ella había experimentado una serie de pesadillas en las que se le aparecía el fantasma, eran tan frecuentes que casi la hacían renunciar a la ópera.
En ellas, se veía como la protagonista de una extremadamente bizarra puesta en escena. En la que aparecía acompañada de bailarinas deformes: de dos cabezas, con tres pies y hasta ocho brazos. Todas ellas danzaban a su alrededor en una lúgubre coreografía debido a sus extraños movimientos provocados por el zangoloteo de sus numerosas extremidades. Para empeorarlo, todas emitían guturales sonidos que deformaban la melodía de la cadavérica orquesta.
En un punto de estas horribles pesadillas, Carlotta veía entrar a escenario a un hombre vestido de frac negro que cantaba con una espectacular voz de bajo barítono. El sonido de aquella voz tan viril sonaba como un ronroneo seductor que rápidamente la atraía hacia él. Y conforme se acercaba, podía notar en las manos y cuello del extraño una extrema palidez en su piel, la cual contrarrestaba con los mechones oscuros de su cabello que caían atractivamente sobre su frente enmarcando la máscara que llevaba sobre el rostro.
El cautivador halo de misterio de dicho personaje incentivaban a Carlotta a quitarle la máscara, para descubrir, por infortunio, que detrás de esta se escondía un cadáver putrefacto. Su rostro incluso lucía desfigurado por la ausencia de nariz y la exposición de algunos músculos debido a la avanzada descomposición de la piel. Inmediatamente, el fantasma interrumpía su canto para lanzarle una siniestra carcajada, recordatorio de que se trataba de una pesadilla, y eventualmente hacía despertar a la gran diva de la ópera.
Esta pesadilla se repitió una y otra vez durante semanas. Si bien Carlotta ya sabía como acabaría aquel sueño en el momento en que el hombre se aparecía, siempre era cautivada por aquella voz y terminaba cayendo en su trampa.
Poco a poco, las demás bailarinas contaron que habían sufrido los mismos terrores nocturnos con el fantasma, así como otros miembros de la ópera. Hubo quienes decidieron renunciar y fue como poco a poco se reforzó el mito del fantasma.
Un buen día Carlotta se hartó y mandó a traer a un cura para que rociara de agua bendita su camerino. Incluso colocó una herradura de caballo sobre la mesa del vestíbulo para que todos la tocaran y así se libraran de cualquier maleficio relacionado con el fantasma de la ópera.Curiosamente, todas las chicas del cuerpo de ballet la tocaban religiosamente al entrar y al salir y poco a poco se convirtió en un ritual para todos los trabajadores del lugar, desde los tramoyistas hasta los músicos.
***
Una mañana, mientras bailarinas y Carlotta descansaban de sus ensayos, Meg, la hija de una acomodadora del lugar, lanzó un peculiar comentario mientras, absorta en sus pensamientos, perdió la mirada en uno de los elegantes palcos del público.
—Creo que también deberíamos hacer algo con el palco del fantasma.
—¿El fantasma tiene un palco? —preguntó asombrada Carlotta, lo que provocó que todas las chicas se agolparon alrededor de Meg.
—Me lo contó mi madre. Es el palco del primer piso, el número 5. A veces traen a un cura para que haga oraciones. Pero parecen no funcionar, pues deben renovarlas cada cierto tiempo.
—¿Será que lo asesinaron ahí? Por eso su alma sigue en pena —teorizó en voz alta una bailarina.
—Yo había escuchado que era un músico que vendió su alma por talento y fama, por eso no puede ir al cielo —susurró otra chica viendo discretamente el balcón, como si temiera ser escuchada.
—Si quieren podemos traer una espiritista y hacer una sesión para que nos lo diga él mismo —contestó altaneramente Carlotta. Aquel fantasma la había atormentado tanto que se sentía triunfante tras haberlo expulsado de sus sueños.
Pero aquella broma le fue cobrada a la cantante, ya que el órgano del lugar comenzó a emitir una lúgubre melodía parecida a la que escuchaba en sus sueños. Sin embargo, no había músicos cerca que tocaran aquel instrumento.
De inmediato, las bailarinas se agazaparon lejos del balcón emitiendo gritos de terror. «¡Aléjate!» gritó la Carlotta con toda la potencia que le permitió emitir la fuerza de sus pulmones. Sintió como se desgarraba su garganta, pero no le importó. Se colocó las manos sobre los oídos para no escuchar aquella infernal voz que la hacía caer una y otra vez en la trampa del fantasma y se abrió pasó a través de los mal alumbrados pasillos que conducían al foyer. Detrás, a toda velocidad, huyeron sus bailarinas.
¡Hola! Soy Fernanda, la autora de esta novela, espero la estés disfrutando tanto como yo al escribirla. Cada viernes estaré actualizando, así que ten paciencia y disfruta semanalmente de este pequeño viaje a la Ópera de París.
ESTÁS LEYENDO
Ecos de un sombrío corazón [Retelling del libro "El fantasma de la ópera"]
RomanceDurante siglos, él ha sido un mito, un lúgubre eco en la oscuridad de la Ópera de París, hasta que ella llega. Desesperado por sentir algo más que la eternidad, el fantasma decide poseer el cuerpo de un vizconde que frecuenta la ópera, buscando acer...