9

275 52 46
                                    

•~•

De nuevo, la situación se repite pero con un aire fresco porque Tomioka se siente muchísimo más relajado.

Estaba charlando con Kochō alguna tontería, como era de esperarse ella le avisó que Iguro los estaba viendo desde lejos y por medio de un favor la mujer salió de la biblioteca, dejando la mesa de Tomioka sola para darle luz verde a Iguro a que se acercara.

Giyū pudo disimular bien su situación, tomó un libro cercano y con bastante calma comenzó a "leerlo", esperando pacientemente el momento donde Obanai se acercara.

No pasan más que unos minutos cuando ve por el rabino del ojo como Iguro se acerca con cuidado, mirando sutilmente a los lados. Giyū no le presta atención hasta que Obanai se sienta con confianza a lado de él, en su mismo banco.

Tomioka lo vé, reprimiendo las ganas de hacer una mueca llena de vergüenza, en su lugar hace una aclaración con su garganta y sigue con su mirada estoica, sólo que con un tono rosado en las mejillas.

—Tomioka, amor, ¿Cómo estás?

Oh, cierto, hace algunas semanas comenzó a llamarlo por apodos cursis, Giyū no sabía exactamente como sentirse, ni tampoco comprendía exactamente como seguirle el juego a Iguro, pero usó sus propias cartas en reversa.

—Muy bien, corazón.

—¿E-eh?

—¿Y tú cómo estás? Espero que hayas tenido un lindo día,Obanai.

Es consiente de que se está tomando confianzas, ni con la frase más vulgar Iguro se había sentido con el derecho de llamarlo por su nombre de pila.

Con cuidado observa a Obanai, queriendo que esto pasará como algo natural y no algo planeado, un poco en el fondo con la intención de poner con los pelos de punta a Iguro, si es que podía.

El menor tiene sus ojos abiertos y sus movimientos se detuvieron, justo estaba por quitarse el cubre bocas cuando las palabras lo detuvieron en seco a media acción, sus mejillas rosadas se intensificaron en un color rojo fuerte.

—Y-yo... Yo estoy bien y-y tuve un día... b-bien.

Se notaba sus nervios con sus acciones, con dificultad dejó de lado su cubrebocas y sin saber que decir qué decir se quedó callado, con sus labios temblando y mirando a un costado. Completamente sin palabras.

Giyū alzó la ceja en intriga al verlo tan nervioso.

—Me alegro mucho de que hayas tenido un buen día, lindo.

Obanai parece respirar fuerte por aquel apodo, y con vergüenza intenta mirarle la cara al mayor.

—¿Me quieres decir algo? Desde que llegué me has estado observando.

—Y-Yo no estaba... Uh.. en realidad sí, pero n-no porque quisiera decir algo es que...

Se trabó por completo, Giyū no podía creer que el mismo hombre que se le había acercado innumerables veces con tal de decirle una obscenidad, haya terminado hecho un manojo de nervios por unas pocas palabras.

Era tonto.

Obanai en este momento lucía muy tonto con la voz vacilante y sus gestos faciales. Como si de alguna forma que Tomioka le respondiera tan audazmente le hubiera arruinado el plan que tenía para hoy.

Era tonto y tierno.

—Lo que quiero decir es q-que si te gustan los instrumentos, en mi casa tengo un violín.

Pregunta casualmente, removiendose inquieto en el asiento mientras Giyū lo único que hace es observar, apenarse, pero aún así guardando las apariencias.

—Me encantan.

Aquella sonrisa ladina del mayor logró hacer que, sin querer, Obanai se mordiera el labio.

Si quieres podría tocarte algo.

Iguro hizo su mayor esfuerzo y se inclinó, acercándose peligrosamente a Tomioka esperando una reacción nerviosa de su parte, sorprendiendose al no ver un cambio significativo en su rostro.

Fue aún más sorprendente cuando Tomioka se acerca con más osadía, entrecerrando los ojos y mirando coquetamente a Iguro.

Me muero de ganas de ver que tan bien me tocas.

Estaban cerca, el rostro de Giyū amenazante a robar un beso en cualquier momento, según Iguro, sin embargo, lo cierto era que Tomioka ni siquiera había deslumbrado esa opción.

Iguro de los nervios voltea el rostro y toma su espacio con Giyū.

—Tú... ¿Tú ha-hablas de...? ¿A que te refieres?

—Me refiero a que me gustaría tomarte la palabra, podrías tocarme 'algo' mientras practicamos la poseía que tanto te gusta.

Ni siquiera estaba mirando a Giyū, su vista estaba pegada a la mesa a la vez que sus manos sudaban.

—¿Tú hablas en serio, T-Tomioka?

Otro acercamiento peligroso, solo que llegó a su oído y respiro como un depredador hambriento, aunque no sean más que tontas mentiras.

—Hablo muy en serio, cariño.

Y así, como sin permiso Obanai le robaba un beso cerca de sus labios, Giyū quiso ser equitativo y mordió delicadamente la oreja ajena.

Separándose como si no hubiera hecho nada.

—D-Después de clases vamos a tu casa.

Giyū lo dijo con nervios, no pudiendo soportar la vergüenza que se acumulaba en su interior. Pero al menos se sentía divertido al ver como Obanai ni siquiera se recuperaba de aquella mordida en su oreja.

—¿H-Hoy? P-pero yo... Digo, esta bien...

—¡Bien! Tengo que hablar con un profesor, fue un placer verte, Obanai.

Tomioka se levanta de la silla, no sin antes acariciarle el cabello a Iguro, encantado de su suavidad. De pronto Giyū se aleja con suma rapidez, no soportando el bochorno pero orgulloso de haberlo hecho muy bien.

En cambio, Obanai se quedó en su sitio, con la mirada absorta viendo a algún punto de la biblioteca mientras su cerebro ni siquiera puede procesar lo que acababa de pasar.

—¿L-Lo logré...?

Pregunta al aire, sin ser capaz de creer que, por fin, Tomioka había entendido sus indirectas.

•~•

•-Piropos para Tomioka-•GiyuOba•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora