Capitulo 4: Resurrección

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El sol apenas había alcanzado su cenit cuando Senku y Taiju, exhaustos, miraban los tablones de madera que habían logrado colocar hasta ahora. A su alrededor, el mundo parecía tranquilo, pero las sombras que proyectaban las copas de los árboles y el sonido distante de los animales merodeando les recordaba que aún no estaban seguros. Habían estado trabajando desde el amanecer, cortando árboles, tallando las puntas afiladas y arrastrando las pesadas maderas hasta su refugio, intentando crear una barricada que los protegiera de los depredadores, y en especial, del tigre que los había acechado la noche anterior.

—¡Uf! —exclamó Taiju, dejándose caer de espaldas contra el tronco de un árbol cercano—. ¡Esto es agotador, Senku! Ya llevamos más de medio día y apenas tenemos diez tablones.

Senku, sin dejar de mirar los tablones recién clavados en el suelo, limpiaba el sudor de su frente con el antebrazo. Él también sentía el peso de las horas de trabajo, pero su mente seguía analizando la situación.

—No me lo digas —respondió con su típico tono sarcástico, aunque esta vez su voz sonaba más cansada de lo habitual—. Ser solo dos personas es lo que nos está matando. Este ritmo es ridículamente ineficiente. Necesitamos más manos si queremos avanzar.

Taiju lo miró, notando cómo, a pesar de su agotamiento, Senku seguía con esa expresión calculadora en sus ojos. Siempre estaba planeando, siempre un paso adelante. Aunque esta vez, parecía frustrado.

—Claro, es obvio que con solo dos personas nunca lograremos levantar esta barricada a tiempo —continuó Senku—. Si seguimos así, estaremos expuestos a cualquier amenaza durante semanas. Necesitamos ayuda, y rápido.

—¿Ayuda? —repitió Taiju, sentándose lentamente—. Pero... Senku, solo somos tú y yo. No hay nadie más.

Senku guardó silencio, su mente claramente vagando en algún plan que aún no había revelado. Pero antes de que Taiju pudiera seguir insistiendo, el estómago de ambos comenzó a rugir simultáneamente, recordándoles que también necesitaban energía.

—Es suficiente por ahora. Vamos a comer algo antes de que alguno de nosotros colapse de hambre —dijo Senku, levantándose de la pila de madera que había estado usando como asiento improvisado—. Tenemos algo de pescado y esas frutas que recogimos ayer. No es mucho, pero será suficiente para aguantar el resto del día.

Taiju, agradecido por la pausa, lo siguió. Subieron al refugio en el árbol, el lugar donde se sentían más seguros. Desde lo alto, podían ver el trabajo realizado: una fila de tablones de madera clavados en el suelo, apenas el comienzo de la protección que tanto necesitaban. Sin embargo, el esfuerzo físico les pasaba factura.

Una vez instalados en el refugio, Senku comenzó a preparar el pescado en un pequeño fogón que habían improvisado. Mientras las llamas lamían lentamente el alimento, Taiju se acomodó en una rama cercana, observando las nubes moverse lentamente por el cielo, pero su mirada se desvió rápidamente hacia Senku, quien parecía estar más pensativo de lo habitual.

—Oye, Senku... —Taiju rompió el silencio después de unos minutos—. Te noto muy callado hoy. ¿En qué estás pensando?

Senku siguió concentrado en el fuego unos segundos antes de responder, su mirada distante, como si ya estuviera planificando su siguiente movimiento.

—En muchas cosas, Taiju. En demasiadas cosas —dijo en voz baja, casi como si hablara consigo mismo. Luego, levantó la vista hacia su amigo—. Pero principalmente, estoy pensando en el gran problema que tenemos por delante.

Taiju frunció el ceño, confundido. —¿Problema? ¿A qué te refieres? Ya estamos trabajando en la barricada, y tenemos suficiente comida por ahora.

Senku sacudió la cabeza y esbozó una ligera sonrisa, esa sonrisa que solía mostrar cuando estaba a punto de explicar algo que solo él parecía entender por completo.

Dr.Stone (versión realista)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora