Capitulo 5: Nuevo Mundo

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El suave sonido del viento y el murmullo de las hojas se entremezclaban con la expectante calma que invadía el refugio. Taiju y Senku observaban la estatua de Yuzuriha con nerviosismo, esperando el momento en que los últimos restos de la petrificación se desmoronaran. La respiración de Taiju era entrecortada, sus ojos fijos en los dedos y el rostro de Yuzuriha, donde las grietas comenzaban a expandirse, revelando lentamente su piel.

—Ya casi... —murmuró Senku con la mirada atenta, mientras su expresión, aunque seria, dejaba entrever una chispa de satisfacción. Sabía que su plan había funcionado.

La piedra que cubría el cuerpo de Yuzuriha continuaba cediendo, cayendo en pequeños fragmentos sobre el suelo, hasta que, finalmente, todo el cuerpo quedó libre. Su piel, aún marcada por los efectos del ácido nítrico, brillaba bajo la luz del sol, y su pecho subió y bajó ligeramente, señalando que su cuerpo comenzaba a reaccionar.

—¡Yuzuriha! —exclamó Taiju emocionado, incapaz de contenerse más, arrodillándose a su lado. Sus manos temblaban mientras se acercaba a ella, ansioso pero también asustado de tocarla después de tanto tiempo.

Yuzuriha abrió lentamente los ojos, parpadeando ante la luz brillante del mediodía. Su respiración era irregular, pero poco a poco empezó a calmarse. Estaba visiblemente confundida, como si intentara procesar lo que había ocurrido. Sus labios se entreabrieron, y sus ojos se enfocaron en la figura borrosa frente a ella.

—T-Tai...ju... —su voz era débil, apenas un susurro, pero lo suficientemente clara para que Taiju la escuchara. Sus ojos se llenaron de lágrimas de alivio mientras se inclinaba más cerca de ella.

—¡Yuzuriha! ¡Estás despierta! —exclamó, su voz llena de emoción, pero también de incredulidad.

Yuzuriha frunció ligeramente el ceño mientras intentaba recordar. Sus manos temblaron mientras las levantaba lentamente para tocar su propio rostro, comprobando que estaba libre de la fría prisión de piedra en la que había estado atrapada por tanto tiempo. Entonces, su mirada se movió hacia Senku, quien se mantenía de pie, observando la escena con una sonrisa confiada.

—Senku... —murmuró Yuzuriha, su mente comenzando a conectar los puntos, aunque claramente seguía desconcertada—. ¿Qué... qué está pasando? ¿Cómo es que estoy aquí? Todo era... oscuro y... frío.

Senku cruzó los brazos y dio un pequeño suspiro, acercándose a ella con su típica actitud relajada pero segura.

—Estuviste petrificada, igual que todos nosotros —explicó con tono firme—. Pero eso ya es cosa del pasado. Te hemos revivido, y ahora formas parte del pequeño grupo de personas que tienen la misión de devolverle la vida al mundo.

Yuzuriha asintió lentamente, aunque su confusión no se desvaneció por completo. Sus recuerdos aún eran vagos, pero la familiaridad de las voces y rostros de Taiju y Senku le proporcionaron algo de calma.

Taiju, que había estado arrodillado junto a ella, no podía contener su alegría. Su corazón latía con fuerza, y en un arrebato de emoción, envolvió a Yuzuriha en un abrazo cuidadoso pero fuerte, como si temiera que pudiera desmoronarse en cualquier momento.

—¡Yuzuriha! ¡No tienes idea de cuánto tiempo estuve esperando este momento! —exclamó, sin poder evitar que las lágrimas se desbordaran de sus ojos.

Yuzuriha sonrió débilmente ante la intensidad del abrazo de Taiju, sintiendo su calidez y cariño, aunque aún no entendía del todo la situación.

—Gracias, Taiju... —susurró, correspondiendo el abrazo con suavidad, aunque sus fuerzas todavía no habían regresado por completo—. Sabía que me encontrarías... Sabía que estarías aquí...

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⏰ Última actualización: Oct 06 ⏰

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