Capítulo 1:El renacimiento

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El sol se ocultaba lentamente sobre los edificios industriales de Mount Kisco, una pequeña ciudad al norte de Nueva York, donde la vida parecía ir a otro ritmo. En las calles principales, los autos pasaban despacio, las tiendas cerraban temprano, y las familias se reunían en casa después de un día de trabajo. Pero en los márgenes de la ciudad, cuando caía la noche, otro tipo de actividad se despertaba: las carreras ilegales de autos.

Naruto Uzumaki se encontraba en un taller mecánico, lejos de las aldeas rurales de Japón, donde había crecido. Tras llegar a Estados Unidos buscando un nuevo comienzo, el joven de cabello rubio y espíritu rebelde había encontrado algo inesperado que lo conectaba con la emoción que una vez experimentó en su juventud: los autos deportivos. Sin amigos cercanos ni familia que lo apoyara en este nuevo país, había encontrado un hogar entre el metal, la gasolina y la velocidad. Naruto trabajaba en el taller de Tobey Marshall, un mecánico respetado en el mundo de las carreras clandestinas.

Naruto, con su ropa desgastada y sus manos cubiertas de grasa, se inclinaba sobre el capó de un Mustang GT que Tobey había modificado personalmente. El motor rugía, y Naruto sonrió; esa sensación, la vibración bajo sus manos, le recordaba los días en que entrenaba sin descanso, buscando superar sus propios límites.

—¿Cómo va eso, Naruto? —preguntó Tobey desde el fondo del taller, limpiándose las manos con un trapo aceitoso.

—Está casi listo, jefe. Solo necesito ajustar el sistema de inyección. Va a volar —respondió Naruto con una sonrisa confiada.

Tobey se acercó, observando el trabajo de Naruto. Era el mejor mecánico que había visto en años, y aunque su pasado era un misterio, Tobey confiaba en él. Había algo en la mirada de Naruto que le recordaba a sí mismo: un tipo que había pasado por muchas dificultades, pero que nunca se daba por vencido.

El taller de Tobey no solo era un lugar donde arreglaban autos. En las noches, se convertía en el centro de operaciones para las carreras clandestinas más importantes de la región. Allí, los mejores corredores de la ciudad se reunían para modificar sus autos y prepararse para las competencias. Naruto, aunque era relativamente nuevo en este mundo, ya se había hecho un nombre por su habilidad no solo como mecánico, sino también como piloto. Su pasión por la velocidad no conocía límites, y pronto los demás lo consideraron parte del equipo.

El equipo de Tobey no era muy grande, pero estaba compuesto por personas leales. Benny, conocido por su talento con los drones y la vigilancia aérea durante las carreras, y Finn, un tipo más reservado pero extremadamente hábil para trazar rutas a toda velocidad, formaban parte del grupo. Todos sabían que la competencia en las calles era feroz, y cada detalle contaba. Una carrera podía significar la gloria o la ruina.

—Escuché que Dino Brewster anda cerca otra vez —comentó Benny mientras ajustaba una cámara en su dron.

El nombre de Dino Brewster hizo que Naruto frunciera el ceño. Dino era un magnate del automóvil que había hecho su fortuna a través de negocios turbios y relaciones en las altas esferas. A pesar de su riqueza, seguía compitiendo en las carreras ilegales, no por dinero, sino por ego. Dino había traicionado a Tobey en el pasado, dejándolo en una posición vulnerable. Desde entonces, la tensión entre ellos no había hecho más que aumentar.

—¿Qué quiere ese imbécil ahora? —preguntó Naruto, levantándose del auto y limpiándose las manos con un trapo.

—Al parecer, está organizando una carrera grande, y quiere que Tobey participe. El premio es un Ferrari Pininfarina. Pero ya sabemos cómo es Dino, siempre juega sucio —respondió Finn, que entraba en la conversación.

Naruto había oído muchas historias sobre Dino desde que llegó al taller, y ninguna era buena. El tipo representaba todo lo que Naruto despreciaba: arrogancia, avaricia y una falta total de respeto por los demás. A pesar de eso, la tentación de competir en una carrera de ese nivel lo intrigaba.

—Podría ser nuestra oportunidad de demostrarle quién manda aquí —dijo Naruto, con su tono característico de confianza.

Tobey, que escuchaba en silencio, asintió. Sabía que enfrentarse a Dino era arriesgado, pero también sabía que no podían evitarlo para siempre. Tarde o temprano, sus caminos volverían a cruzarse.

—Nos vamos a preparar, pero esta vez lo haremos bien. Si Dino quiere jugar sucio, jugaremos más inteligente —dijo Tobey, con una mirada decidida.

Esa noche, el equipo se puso a trabajar. Naruto, Benny, y Finn comenzaron a modificar el Mustang y otros autos del taller, preparándolos para la carrera. Cada ajuste, cada pieza nueva, era crucial. Las carreras clandestinas no solo se trataban de velocidad; se trataban de quién tenía el mejor auto, la mejor estrategia y los nervios más firmes.

Naruto, a pesar de su habilidad innata para la velocidad, sabía que aún tenía mucho que aprender en este mundo. Pero su espíritu indomable, su capacidad para adaptarse, lo hacían un competidor formidable. Mientras trabajaba en el Mustang, no podía evitar sentir la emoción corriendo por sus venas. Las carreras eran lo más cercano que había encontrado al combate Capoeria.

Al día siguiente, llegaron noticias de que Dino Brewster había lanzado su desafío oficialmente. La carrera sería en dos semanas y cruzaría varios condados, desde las afueras de Nueva York hasta las carreteras del norte. Los mejores corredores de la región participarían, y el premio sería el Ferrari Pininfarina, uno de los autos más exclusivos del mundo. Pero, como siempre, con Dino involucrado, todos sabían que no sería solo una carrera; sería una guerra en las calles.

Naruto se preparó mentalmente para lo que estaba por venir. Sabía que no sería fácil, pero él no era alguien que se echara atrás ante un desafío. Esta vez, no solo estaba compitiendo por el auto o por el respeto, sino por algo más personal. Quería demostrarle a Dino, y al mundo, que nadie lo podía subestimar.

A medida que se acercaba la fecha de la carrera, las tensiones aumentaban. Los corredores comenzaron a llegar a la ciudad, y las apuestas subían. El equipo de Tobey estaba más unido que nunca, trabajando día y noche en los autos. Naruto pasaba horas en el taller, perfeccionando cada detalle del Mustang. Sabía que en una carrera como esta, cada segundo contaba, y no podía permitirse cometer ningún error.

Finalmente, el día de la carrera llegó. La atmósfera en las calles era eléctrica, y Naruto podía sentir la adrenalina correr por sus venas. Estaba listo. El mundo de las carreras ilegales lo había atrapado por completo, y no había marcha atrás.

—Es ahora o nunca —se dijo a sí mismo, mientras se subía al Mustang.

La carrera estaba por comenzar, y Naruto Uzumaki estaba a punto de enfrentarse al desafío más grande de su vida en el mundo real de las carreras clandestinas de Estados Unidos.

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Fin del Capítulo 1

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⏰ Última actualización: Oct 04 ⏰

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