Episodio 51: Nota y escape

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AMÉRICA

La cabeza me da vueltas y siento una imperiosa necesidad de vomitar, pero al recordar todo lo sucedido, abro los ojos de golpe. Tengo frío; un escalofrío recorre mi espina dorsal cuando me doy cuenta de que estoy en medio del bosque, acostada, pero lo que me pone en alerta es el hecho de que estoy en ropa interior. La luz de la luna es lo único que me ayuda a revisar miserablemente mi cuerpo en busca de golpes o indicios de violación, pero no hay nada. Estoy bien, me siento bien, salvo por el hecho de que estoy casi desnuda, con frío, en medio de la nada boscosa.

Me abrazo como si eso pudiera quitarme el frío que cala hasta mis huesos. Miro a mi alrededor en busca de mi ropa, pero no encuentro nada y tampoco hay trampas. Armándome de valor, comienzo a caminar sin saber a dónde me dirijo. Piso algunas ramitas y siento que las plantas de mis pies se queman. Maldigo a quien sea que me haya metido en este lío. Camino sin saber por cuánto tiempo hasta que la sensación de ser observada me detiene en seco.

Preguntar si hay alguien cerca me parece idiota, así que me quedo quieta, escondida detrás de un enorme árbol, en silencio, agudizando mi sentido auditivo. El ruido de pasos firmes y fuertes me indica que se trata de un hombre, y recuerdo su voz. Las manos me sudan frío mientras me asomo apenas un poco. Al final, observo a un hombre alto con un pasamontañas que me impide ver su rostro. Él sabe dónde estoy, así que esconderme solo me hace parecer una presa débil.

Tomo la fuerza que me queda y salgo de mi escondite para enfrentarlo.  

—¿Qué es lo que quieres? —pregunto.  

Me trago el frío y hago a un lado el miedo. No me responde; solo me señala.  

—Me quieres a mí —confirmo para ganar tiempo—. Eso no es posible. 

Sus ojos verdes brillan, me parecen demasiado conocidos hasta que reconozco su olor. Tengo la ligera sospecha de que es él, así que, jugando su estúpido juego, comienzo a retroceder. Él reduce la distancia con cada paso que doy para alejarme; mi pecho sube y baja debido al subidón de adrenalina que recorre mi torrente sanguíneo. Si quiere jugar, bien. Giro sobre mis talones y comienzo a correr. Detrás de mí, siento que él hace lo mismo. No tengo idea de adónde me dirijo, pero trato de que no me alcance.

Estoy a punto de lograrlo, hasta que se me lanza encima y mi pecho choca contra el suelo. Grito al sentir el dolor; incluso siento que no respiro, pero él no me da tregua; me gira, quedando encima de mí, con las piernas a horcajadas sobre mi cuerpo.  

—Suéltame, estúpido —manoteo.  

En un momento de agarre, logro quitarle el pasamontañas y el rostro de Bryce aparece. Abro la boca para decir algo, pero él rompe mis bragas y se deshace con facilidad de mi sostén. Ahora he quedado desnuda, a su merced.  

—Bryce, no —susurro en un tono apenas audible.  

—Yo creo que sí —me coloca un anillo con su nombre grabado.  

—¿Qué haces? —inquiero, nerviosa.  

—Dijiste que le diera el anillo a la mujer que amo —abre mis piernas y se coloca en medio de ellas—. Esa eres tú.  

Y diciendo esto, enfila su polla gruesa en mi entrada.  

—No quiero que me folles pensando que soy Alene —replico, con el corazón roto.  

Mis palabras lo detienen en seco, pero sigue duro en mi entrada.  

—No amo a Alene, y no me interesa. Lo que escuchaste esa noche es puro cuento. Lo hice porque sé que traman algo; era una manera de mantenerla cerca para que no pueda hacerles daño. También era para que recuperes la herencia que dejó tu madre y que ellos han usado —me comenta.  

Esposa De Trofeo #1 © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora