El monstruo tras las escaleras

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Ocho y media de la mañana.
Tras una clase de Historia, un chico se encuentra andando entre la multitud. Tiene la cabeza perdida en sus pensamientos, incapaz de percatarse de su alrededor hasta que se da contra él.
Un círculo de personas se reúnen en la zona de las escaleras.

No escucha nada (elmurmuronocalla), no ve nada a través de las pálidas caras(todossuspiran,peronadielamira). Hay sollozos (sonactuados:nolosienten). Todos se sorprenden, pero es el corazón del chico el único que lo comprende.Se abre paso y finalmente llega al centro.Un charco de sangre se extiende por el suelo. La culpable: su mejor amiga.No se fija en su cara, depravada por la caída. Ese espectáculo, se lo deja al resto.El reflejo del charco le muestra al convicto monstruo y corre tras él.

Las aulas vacías se extienden, los pasos invisibles rebotan en las desiertas paredes. La bestia se para en seco y le mira. Es peludo, dentado y de ojos abismales.Su sonrisa se intensifica al ver salir las sangrientas lágrimas del chico.El ser se acerca y le muerde, provocándole los recuerdos de aquella chica dueña del acoso durante cinco años, a los abusos que sufría tras las cortinas de su casa o quizás a la asfixiante presión social constante de ser una aberración. No lo sabe.El monstruo continúa su abrazo letal. Se convierte en todos esos recuerdos que succionaban su mente diariamente; se transforma en las preocupaciones tan ajenas como propias que habitaban en su mejor amiga.

Aparece en una sala vacía: sin color ni estancias. Siente el tacto familiar de su amiga, sus lágrimas y sangre. Sin embargo, la sangre es suya; no de ella.Un escalofrío recorre su inexistente espalda.El dolor insoportable de la ausencia, le pertenecía ahora a la persona que más quería.

Poemas y microrrelatos de un artista perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora