11 ⋆ artemisa y orión

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Summary:

Los aires costeros lo tienen a Enzo tomando decisiones.

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Día 1

Valentina tiene razón, Enzo es un poco cagón. Lo podemos afirmar gracias a las múltiples veces que Julián se le acercó a hablar durante la semana siguiente y él siempre encontró una excusa para zafar. No es que no quiera hablarle, pero desde que le llegó ese mensaje todo se volvió demasiado real, y entre tantos preparativos y reuniones para el campamento no tuvo tiempo suficiente para procesarlo.

Él es consciente de que es un boludo. Lo sabe por la cara de cachorrito triste que le pone el cordobés cada vez que le esquiva la conversación. Pensar en que ahora va a tener que convivir tres días pegado a él le genera una nueva mezcla de sensaciones, porque si bien lo que más quiere es pasar tiempo a su lado, la ansiedad de saber que en algún momento va a tener que dar la cara frente al asunto le come la cabeza.

¿Qué pasa si entendió mal el mensaje? ¿Yo también qué, Julián? ¿Y si en realidad se refería a otra cosa y la razón por la que quiere hablar es para hacerle saber que es un asco y que no flashee, que él no es puto y le genera repulsión el solo hecho de pensar en estar con su amigo?

—Cortala, Enzo.

—Pero Valen, ¿y si me odia?

—Literalmente no. Vos mismo dijiste que te estuvo buscando toda la semana. Dejate de joder. —Valentina lo caga a pedos desde el altavoz del celular.

Enzo está estirado panza arriba en la cama, con una pila de ropa a su lado que espera para ser guardada en el bolso. Mañana a las 6 a.m. tienen que estar en la puerta del colegio cargando los micros para arrancar hacia la costa. Les espera un cómodo viaje de al menos cinco horas en el que no van a poder escapar de la presencia del otro. Y no solo eso.

Hace una semana les pareció una excelente idea compartir carpa para dormir entre él, Julián y Garnacho. Ahora se quiere matar, porque ¿mirá si Julián se siente incómodo con su presencia? No quiere arruinarle el campamento. Es más, cuando llegue le va a pedir a Licha que intercambien lugares.

—No te adelantes. Esperá a ver mañana cómo está la cosa. Aunque, nada, para mi no puede ser más obvio que le encantás al chabón.

—¿Vos decís?

—Enzo, te come con la mirada cada vez que están cerca.

—Capaz es su forma de mirar.

—No. A mi no me mira así. Ni a mi, ni a More, ni a ninguno de tus amigos. Vos haceme caso. Ahora relajá, terminá de armar el bolso y andate a dormir que no te levanta nadie mañana si no.

Enzo repasa su lista mental de lo que se tiene que llevar, y antes de acostarse a dormir, entra a su chat con Julián para corroborar (como todas las noches) que el mensaje sigue ahí. Se muerde el labio para contener la sonrisa al leer el yo también. Nunca le contestó, no supo qué decir. Quizás por eso intentó tanto acercarse y aclarar las cosas.

Pero es que, ¿cuál se supone que es el paso a seguir? ¿Salir corriendo hasta su casa y estamparle la boca ni bien abra la puerta? Ojalá, piensa a la vez que crece una sensación de burbujeo en su interior ante la imagen mental. Se tira nuevamente en su colchón dispuesto a dormir, pero la infinidad de posibilidades de lo que puede pasar con Julián de ahora en más lo hacen dejar un ojo abierto por miedo a estar soñando.

Cuando se quiere dar cuenta, ya están en el colegio reuniendo a los alumnos y sus familias en el patio mientras Emiliano y Otamendi ayudan a cargar el micro. Enzo no durmió un carajo y solo espera que el corrector que le robó a su madre haya sido suficiente como para tapar sus ojeras. Camina por los pasillos para encontrarse con sus amigos.

ya fue, es sexto | julienzo auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora