12 ⋆ almas gemelas

1.1K 145 215
                                    

Summary:

La pileta tiene agua y Enzo solo tiene que confiar.

.

.

.

antes de empezar, les quiero dejar esta ilustración que hice con mucho amor del capítulo anterior <3 Si les gusta puedo hacer más!!! elijan las escenas y las hago :)

antes de empezar, les quiero dejar esta ilustración que hice con mucho amor del capítulo anterior <3 Si les gusta puedo hacer más!!! elijan las escenas y las hago :)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

ahora sí, a lo que vinimos:

.

.

.


Día 2.


La parte mala de ser dirigente de un campamento es que sos el último en dormirse y el primero en levantarse. Eso es si llegás a dormirte, no como Enzo que ya va camino al 48 horas despierto challenge. Dormir al ladito del que te gusta después de haber estado agarrados de la mano ida y vuelta, combinado con tener en la carpa a un gallego que ronca más fuerte que una vieja con apnea, son la principal causa de su insomnio.

Cuando volvieron anoche se metió cada uno en su bolsa de dormir, y mediando algún que otro chiste entre los tres, no tardaron mucho en cerrar los ojos. Para Enzo fue un poco más difícil. La sensación de electricidad seguía en las puntas de sus dedos de manera que estaba seguro de que podía encender una lamparita con solo tocarla. Nunca en su vida había sentido algo parecido. Es como si sus manos estuvieran hechas nada más que para estar unidas. Con los dedos entrelazados y las palmas presionadas una con la otra.

Una vez que bajó un cambio y el calor en su pecho se fue desvaneciendo, comenzó a notar que la noche estaba más helada que nunca. El frío era tan crudo que hasta traspasaba los aislantes térmicos de la carpa y se colaba entre su ropa. Se movió de un lado al otro, de perfil, panza arriba y boca abajo. Temblando, buscó otro par de medias en el bolso pero sus pies seguían siendo un cubito. Cuando sintió que se le congelaban los huesos, se sentó de brazos cruzados y puteando en voz alta.

Con la linterna del celular alumbró la carpa en busca de algo con lo que taparse. En los pies de Julián estaba revoleada su campera y no lo dudó. Se la puso por encima de su propio chaleco, y aunque le quedaba un poco corta, fue suficiente como para al menos calmar el tiriteo. Tenía su olor.

Antes de volver a acostarse se detuvo un momento en el rostro de Julián, quien dormía plácidamente con los párpados relajados y los labios un poco entreabiertos. Su respiración apaciguada levantaba su pecho con cada inspiración. Cuando Enzo pensó que Julián no podía ser más hermoso, aparece durmiendo a su lado para redoblar la apuesta.

Tenía tantas ganas de besarlo.

Se recostó sosteniéndose con los codos para poder apreciarlo más de cerca. Esa carita que ya analizó tantas veces pero que en cada ocasión descubre nuevos detalles y los suma a la lista de razones por las que le gusta. Como por ejemplo ese lunar en el pómulo, cerca de la oreja. Se encontró a sí mismo estirando un brazo para acariciarlo. Con la yema de los dedos, dibujó un recorrido que va desde la sien, pasando por el lunar, y terminando sobre su labio inferior.

ya fue, es sexto | julienzo auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora