☆. Capitulo 11.☆

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Lingling no sabía si sus mejillas sonrojadas eran consecuencia de lo que le costó pedirle a Orm algo sin morir de vergüenza -después de todo tenía que aprovechar- o por que la mencionada le estaba comiendo la boca en un tipo de callejón -que afort...

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Lingling no sabía si sus mejillas sonrojadas eran consecuencia de lo que le costó pedirle a Orm algo sin morir de vergüenza -después de todo tenía que aprovechar- o por que la mencionada le estaba comiendo la boca en un tipo de callejón -que afortunadamente tenia faroles y estaban debajo de uno- mientras la sostenía de la cintura con una mano mientras la otra de forma ligera tocaba la piel de su abdomen con las yemas de sus dedos en un vano intento de meter la mano bajo su camisa.

Un jadeo entrecortado y penoso fue arrancado de su garganta, Orm no desaprovecho la oportunidad y coló la lengua en su cavidad bucal. Lingling estaba tan avergonzada que sus ojos estaban cerrados fuertemente y sus manos se tensaron alrededor del cuello de la castaña. Tuvo que romper el beso por falta de aire.

No dudo ni un segundo en esconderse en la curvatura del hombro y cuello de la castaña, respirando de forma pesada y pasando saliva para refrescar su garganta. Orm la termino por pegar a su cuerpo y abrazarla por la cintura. Su mano seguía tocando el abdomen de Lingling débilmente.

El cuerpo de la morena sufrió un escalofrió ante el constante movimiento del dedo índice de Orm en su piel, se sentía bien, una caricia que nunca había tenido y comenzaba a experimentar.

A los pocos minutos ya estaba caminando hacia la entrada de su edificio. Sus hombros estaban encorvados, su cabeza estaba un poco baja y sus pasos eran apresurados, quería ir rápidamente a su piso, le daba vergüenza que el portero volteara en su dirección para ver quien ingresaba al edificio. No sabía porque, pero le daba vergüenza que ese señor que sobrepasaba los sesenta años la mirara después de estar con Orm, aun cuando este evidentemente no sabía nada de su vida ni de la castaña.

Termino de trotar los últimos escalones y saco las llaves de su bolsillo. Abrió la puerta despacio y la cerro de igual forma — ¿Dao? — pregunto al aire, encendiendo la luz de la sala. No recibió respuesta, pero para asegurarse de que no estuviera sola en realidad fue a la habitación de la baja, donde no estaba.

Después de asegurarse de que su roomie no estuviera en el departamento, fue a la cocina y abrió el pequeño refrigerador que tenían. Se quedó viendo por varios segundos el interior, suspirando al solo ver dos botellas de agua, una de leche y tres manzanas.

Suspiro y cerro el refrigerador, enderezando el torso. Apoyo la espalda en la pared y en sus labios se hizo una mueca. A lo máximo se quedó un minuto pensando en que hacer, no tenía mucho dinero, pero no tenía que preocuparse por unos de sus gastos más caros en ese mes.

Tomo sus llaves y salió del departamento, cerro con seguro y bajo las escaleras. Tomo una bocanada de aire al llegar al primer piso, esta vez ya estaba más tranquila. No se encontró al portero, su lugar estaba vacío pero un periódico yacía ahí, no le tomo importancia y salió del edificio.

Cruzo la calle y se encamino a una tienda cerca

— Gracias — hizo una mueca de extrañeza al darle la espalda a la encargada de la tienda, hasta ahora se dio cuenta que su voz se hizo más aguda que de costumbre — ¿qué me pasa? — sacudió la cabeza y fue de nuevo hacia su hogar — buenas noches — esta vez saludo al portero, que su vergüenza la impida ser educada es otra cosa, pero como no se siente así en estos momentos no hay nada que se lo impida.

𝘔𝘰𝘮𝘮𝘺'𝘴 𝘉𝘢𝘣𝘺 .⁠。⁠*⁠♡ [LingOrm] [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora