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Lo primero que asumí la mañana siguiente tras despertar de golpe cuando el instructor nos despertó golpeando una barra de metal contra las tuberías, fue que no habría tiempo para quejas o para la pereza. El olor a humedad era intenso pero tolerable, sólo que, cuando varios de mis compañeros decidieron que era buena idea quejarse, la realidad de donde estábamos cayó de golpe.
Los cadetes se levantaban tambaleándose, algunos aún con los ojos entrecerrados por el sueño, otros tensos y listos como si la noche anterior no hubiera existido. Me obligué a reaccionar rápido, sabiendo que el retraso o la indecisión sería visto como una debilidad. A mi alrededor, el ambiente se cargaba de una mezcla de tensión y expectativa. Todos sabíamos que aquel sería un punto de quiebre: el momento en que algunos comenzarían a flaquear y otros, los pocos, se destacarían.
El instructor nos llevó a un patio exterior que rodeaba la academia, donde ya estaban preparadas las primeras pruebas físicas. La explanada estaba llena de obstáculos, cuerdas, barriles, y armas que brillaban bajo la luz de la mañana. La piedra húmeda del suelo resbalaba bajo nuestras botas, y el frío nos calaba hasta los huesos.
—Hoy se probará si tienen lo que se necesita para seguir aquí. No hay piedad, no hay segundas oportunidades. Cada caída, cada tropiezo, es una señal de debilidad —el instructor pasó su mirada por los cadetes, deteniéndose un segundo más en algunos, como si ya estuviera viendo quiénes no durarían—. No me interesan sus nombres, sus historias, ni sus títulos. Aquí lo único que importa es la supervivencia. Los dragones no aceptan a los débiles, y yo tampoco.
Nos dividió en grupos para la primera tanda de pruebas: resistencia, velocidad, y combate. No había tiempo para calentamientos ni preparación mental, simplemente acción.
Kael y Tarek estaban en mi grupo, y pude ver cómo sus ojos se encendían ante la idea de competir. Lyra, en cambio, parecía nerviosa, apretando las manos mientras observaba el recorrido. Mi cuerpo, aunque cansado, se mantenía alerta, calculando cada paso.
El recorrido de obstáculos, diseñado para probar tanto nuestra destreza física como la capacidad mental y comenzaba con lo que parecía ser un simple circuito de agilidad, pero rápidamente revelaba su verdadera naturaleza letal. El inicio del recorrido era un muro de roca empinada de unos seis metros de altura. No había cuerdas ni escaleras para facilitar el ascenso, solo las pequeñas y escurridizas grietas naturales.
Permanecí en silencio, manteniendo mi respiración pesada pero controlada mientras observaba el muro de roca frente a mi. El recorrido acababa de empezar y ya podía sentir la tensión en cada músculo. Mis dedos se aferraron a la roca fría y áspera, el filo de la piedra se clavaba en mis palmas, haciéndolas sangrar. El dolor era insoportable, pero no podía detenerme. No debía. Sentía cada músculo en mi cuerpo tensarse mientras ascendía, buscando la siguiente grieta, el próximo lugar seguro para colocar mis pies. Vi a Kael adelantarse con facilidad, su cuerpo ágil cortando el aire mientras escalaba una pared de roca. Tarek no se quedaba atrás, aunque era menos rápido. Sabía que los dos me observaban de reojo, midiendo mi habilidad. No me interesaba competir contra ellos, pero tampoco permitiría que me superaran tan fácilmente. Las voces de los otros cadetes se escuchaban desde abajo: gruñidos de esfuerzo, caídas que terminaban en gritos apagados, pero yo no miré hacia atrás. No podía permitirme dudar, no en ese momento.
Con cada centímetro ganado, el aire se volvía más pesado, como si el mismo muro quisiera aplastarme. El sudor resbalaba por mi frente y, a pesar de la oscuridad, podía sentir la mirada de los instructores desde algún lugar lejano. Al llegar a la cima, mis dedos entumecidos buscaron desesperadamente un respiro, pero no hubo tiempo para pensar. Frente a mí, el abismo se extendía, negro y amenazante. No sabía qué había al otro lado, pero solo había una opción: saltar.
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𝑬𝒍 𝑭𝒖𝒆𝒈𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝑳𝒆𝒈𝒂𝒅𝒐
Fantasy"𝙀𝙡 𝙫𝙖𝙡𝙤𝙧 𝙣𝙤 𝙨𝙚 𝙝𝙚𝙧𝙚𝙙𝙖, 𝙨𝙚 𝙖𝙧𝙧𝙖𝙣𝙘𝙖 𝙙𝙚 𝙡𝙖𝙨 𝙡𝙡𝙖𝙢𝙖𝙨". 🐉𝘖𝘤𝘶𝘭𝘵𝘢 𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘢𝘱𝘶𝘤𝘩𝘢, 𝘶𝘯𝘢 𝘫𝘰𝘷𝘦𝘯 𝘱𝘳𝘪𝘯𝘤𝘦𝘴𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘢𝘧𝘪́𝘢 𝘱𝘳𝘶𝘦𝘣𝘢𝘴 𝘮𝘰𝘳𝘵𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘨𝘢𝘯𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘶𝘯 𝘭...