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Los días en la Academia de Drakkar transcurrían con un ritmo frenético, una danza de entrenamiento y estudio que comenzaba a dejarme exhausta. Cada vez que cruzaba el umbral de la sala de armas, me sumergía en una atmósfera de desafíos y expectativas. Las horas se deslizaban, y la adrenalina se mezclaba con la incertidumbre de mi nueva vida.
Desde que llegué a la academia, había algo inquietante en el aire. Algunos murmullos llegaban a mis oídos, rumores sobre un estudiante que se había hecho un nombre por su crueldad y arrogancia. Valen. Su nombre se mencionaba con una mezcla de temor y respeto, como si los demás supieran que era mejor no cruzarse en su camino. Las miradas que intercambiaban sus compañeros cuando se mencionaba su nombre me daban pistas sobre su naturaleza. La atmósfera de la academia, vibrante y llena de camaradería, se oscurecía en su presencia. Y yo lo sabía, pues más de una vez se había cruzado en mi camino con comentarios hostiles y actitudes que demostraban mucho más que desagrado hacia mí. Parecía odio.
Una mañana, mientras me preparaba para la práctica de esgrima, el eco de las risas resonó en el patio, atrayendo mi atención. Ahí estaban Kael y Tarek, bromeando como si la intensidad del entrenamiento no les afectara. Sus dinámicas comenzaban a tomar forma, una camaradería que no había anticipado. Se hablaban con un respeto que, sorprendentemente, se sentía genuino, algo que apreciaba en un ambiente donde las rivalidades podían brotar de la nada.
-¡Vamos, Tarek! ¡No te duermas! -gritó Kael, riéndose mientras realizaba una serie de estocadas, mostrando su agilidad.
Tarek rodó los ojos, pero sonrió. -Aguanta un momento. Alguien tiene que enseñarte que no todos pueden ser como tú, un portento de la naturaleza.
-Mira quién decidió unirse a nosotros, la rara enmascarada -se burló Valen más tarde, cruzándose en mi camino-. ¿Crees que puedes ocultar tu identidad para siempre? Tarde o temprano, todos sabrán que no eres más que una niña mimada.
Intenté ignorarlo, pero cada encuentro con él se volvía más incómodo. Valen era un provocador, y sus compañeros lo seguían como si fuera un líder. A pesar de que intentaba mantenerme firme, sus palabras lograban calar hondo. La tensión se acumulaba, y no pasaba un día sin que Valen hiciera un comentario hiriente. Me encontré deseando que se fuera, que la atmósfera se despejara un poco.
-Deberías tener cuidado con él -me advirtió Kael en un susurro, captando mi desasosiego-. Es un buen luchador, y no le gusta perder.
-No me importa lo que Valen piense -respondí con una determinación que apenas sentía-. No me rendiré ante él.
Era un desafío que sabía que tenía que enfrentar. Valen se había convertido en una sombra en mi camino, y lo que más me preocupaba era que la distancia entre nosotros se acortaba. Cada provocación sólo parecía fortalecer mi resolución.
Después de un día particularmente agotador, me encontré con Etharos al salir de la sala de armas. Estaba allí, apoyado contra la pared, con los brazos cruzados. Su presencia era casi intimidante, pero había algo cautivador en él.
-¿Te han dicho alguna vez que pareces más fuerte cuando te enojas? -dijo con su tono sarcástico.
-No necesito tus comentarios, Etharos -respondí, intentando mantenerme seria.
-Pero seguiré diciéndolos, damae -me interrumpió, utilizando el apodo de manera casual, como si se tratara de un apodo habitual para él. No sabía por qué me llamaba así, pero su tono provocador lo hacía aún más irritante.
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𝑬𝒍 𝑭𝒖𝒆𝒈𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝑳𝒆𝒈𝒂𝒅𝒐
Fantasía"𝙀𝙡 𝙫𝙖𝙡𝙤𝙧 𝙣𝙤 𝙨𝙚 𝙝𝙚𝙧𝙚𝙙𝙖, 𝙨𝙚 𝙖𝙧𝙧𝙖𝙣𝙘𝙖 𝙙𝙚 𝙡𝙖𝙨 𝙡𝙡𝙖𝙢𝙖𝙨". 🐉𝘖𝘤𝘶𝘭𝘵𝘢 𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘢𝘱𝘶𝘤𝘩𝘢, 𝘶𝘯𝘢 𝘫𝘰𝘷𝘦𝘯 𝘱𝘳𝘪𝘯𝘤𝘦𝘴𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘢𝘧𝘪́𝘢 𝘱𝘳𝘶𝘦𝘣𝘢𝘴 𝘮𝘰𝘳𝘵𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘨𝘢𝘯𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘶𝘯 𝘭...