4: Frustración

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El celo de Tai Lung también comenzó antes de lo previsto.

El cambio en la rutina debido a la cancelación de los entrenamientos con Tai Lung tomó a Po por sorpresa. Aunque al principio se sintió un poco desorientado por la interrupción en su programa de entrenamiento, pronto encontró una nueva fuente de motivación y compañía en los entrenamientos bajo la tutela del Maestro Shifu.

Po estaba lleno de entusiasmo al tener la oportunidad de aprender de Shifu, cuya sabiduría y habilidades en las artes marciales eran legendarias. Desde el momento en que se unió a los entrenamientos, Po se sumergió por completo en las enseñanzas de Shifu, absorbiendo cada palabra de sabiduría y cada técnica que le enseñaba.

Pero lo que más emocionaba a Po era la oportunidad de pasar tiempo con Tigresa. A medida que trabajaban juntos en sus entrenamientos, Po y Tigresa comenzaron a formar un vínculo especial. Se complementaban mutuamente: donde Po era impulsivo y enérgico, Tigresa era paciente y reflexiva. Juntos, formaban un equipo formidable, y cada día que pasaban juntos fortalecía su conexión.

Se los veía inseparables, compartiendo no solo el tiempo de entrenamiento, sino también momentos de relajación y diversión. Ya fuera entrenando en el patio de entrenamiento, paseando por los hermosos jardines del Palacio de Jade, compartiendo una comida reconfortante o simplemente charlando bajo la luz de la luna, Po y Tigresa disfrutaban cada momento juntos.

Po estaba encantado de tener a Tigresa como compañera en sus salidas al restaurante de su padre. Cada vez que entraban por la puerta, eran recibidos con una cálida sonrisa del señor Ping que siempre tenía reservado un lugar especial para ellos, y Po se enorgullecía de presentarle a Tigresa los platos más deliciosos que su padre preparaba con tanto cariño.

En una de sus visitas, el señor Ping sorprendió a Tigresa con su postre favorito: un exquisito pastel de melocotón que hacía agua la boca solo con mirarlo. Tigresa no pudo contener su alegría y agradeció al señor Ping con una sonrisa radiante, haciendo que su corazón se sintiera cálido y lleno de gratitud. Mientras compartían el delicioso postre, Po y Tigresa disfrutaron de una agradable conversación, compartiendo risas y confidencias mientras se sumergían en la dulzura del momento.

A medida que ascendían por los numerosos escalones que llevaban al Palacio de Jade, Po y Tigresa continuaban su animada conversación. El aire fresco y el paisaje pintoresco del Valle de la Paz los envolvían en una atmósfera serena y tranquila.

─ Tu padre es realmente amable y acogedor, Po. Me encantó la comida en el restaurante, ¡y ese pastel de melocotón fue increíble! ─exclamó Tigresa con una sonrisa, recordando la deliciosa experiencia que habían compartido esa tarde.

A medida que avanzaban, Po comenzó a notar que su respiración se volvía más pesada, y su paso se hacía más lento. Se detenía de vez en cuando para recuperar el aliento, jadeando mientras miraba hacia arriba, hacia el cielo pintado de tonos anaranjados que presagiaban el anochecer.

─ Sí, mi padre es genial. Sabía que te agradaría ─respondió Po, tomando asiento en uno de los escalones para descansar. Tigresa se sentó a su lado, expresando su preocupación con una mirada comprensiva.

La tarde estaba envuelta en una luz dorada y una brisa suave jugueteaba con sus cabellos. A pesar del agotamiento de Po, el paisaje ofrecía una vista impresionante, llenando sus corazones con una sensación de paz y serenidad. Mientras descansaban en las escaleras, Po y Tigresa continuaron hablando, esta vez sobre sus entrenamientos en el Palacio de Jade.

─ ¿Cómo ha sido tu entrenamiento en solitario últimamente, Tigresa? Sé que has estado trabajando mucho en mejorar tus habilidades de combate ─preguntó Po, con un tono de admiración en su voz mientras miraba a su amiga.

Tigresa asintió, recordando los arduos días de entrenamiento bajo la tutela del Maestro Shifu.

─ Ha sido desafiante, pero gratificante. El Maestro Shifu me está enseñando nuevas técnicas de combate que estoy ansiosa por dominar. A veces, siento que nunca seré lo suficientemente buena, pero él siempre me anima a seguir adelante ─respondió Tigresa, con determinación brillando en sus ojos.

Po asintió con empatía, entendiendo los altibajos del entrenamiento.

─ Sé cómo te sientes. A veces me siento igual cuando entreno con el Maestro Tai Lung. Pero cada día aprendo algo nuevo y mejoro un poco más ─comentó Po, recordando los desafíos y las recompensas de su propia formación.

Ambos compartieron una mirada de complicidad, reconociendo el esfuerzo y la dedicación que requería el camino del dominio en las artes marciales. Aunque cada uno tenía su propio estilo y maestro, encontraban consuelo y motivación en el apoyo mutuo que se brindaban como amigos y compañeros de entrenamiento.

Tigresa notó lo cansado que estaba su amigo, entonces se puso de pie.

─¿Quieres ir al árbol de durazno de la sabiduría celestial?

Po asintió, en ese instante, Tigresa lo abrazó, y de un salto, lo levantó y con saltos grandes subieron lo que quedaba de las escaleras. Po gritó al inicio por el asombro pero después se sostuvo fuertemente de Tigresa.

A medida que Tigresa y Po ascendían por las escaleras, el viento fresco de la montaña acariciaba sus rostros, infundiendo energía en sus cuerpos fatigados. Po se aferraba firmemente a su amiga mientras ella lo llevaba en un abrazo, disfrutando de la sensación de libertad y ligereza que le brindaba.

El camino hacia el árbol de durazno de la sabiduría celestial estaba lleno de misterio y maravilla. A medida que avanzaban, los rayos del sol dorado de la tarde se filtraban entre las hojas de los árboles, creando un juego de sombras y luces en el sendero. El aire estaba impregnado con el suave aroma de las flores silvestres y el frescor de la montaña, lo que añadía un toque de tranquilidad al ambiente.

Cuando finalmente llegaron al árbol de durazno, Po y Tigresa se sentaron juntos bajo su frondosa sombra, disfrutando del espectacular paisaje que se extendía ante ellos. El árbol, con sus ramas retorcidas y sus hojas bailando con la brisa, parecía emanar una sensación de paz y serenidad que envolvía a los dos amigos.

─ Estás más pesado que la última vez que te cargué, estas creciendo.

─ Y tú estas más fuerte, de verdad me sorprendiste Tigresa.

Tigresa sonrió, feliz de haber podido compartir este momento especial con Po. Juntos, observaron cómo el sol se ponía lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos y dorados. En ese instante, Po se sintió agradecido por tener a una amiga tan leal y comprensiva como Tigresa.

El suave aroma a durazno flotaba en el aire, impregnando cada rincón del lugar con su fragancia dulce y reconfortante. Era como si el árbol de durazno de la sabiduría celestial estuviera compartiendo su esencia con ellos, envolviéndolos en una atmósfera de calma y serenidad. De repente, Tigresa rompió el silencio al inclinarse hacia Po y darle un tierno beso en la mejilla. Po se quedó sorprendido por el gesto, pero pronto una sonrisa se dibujó en su rostro. Correspondió al gesto de su amiga con un beso igual de suave y afectuoso en la mejilla de Tigresa.

Ambos compartieron un momento de intimidad y conexión, observando las estrellas y disfrutando de la tranquilidad. Po se dio cuenta de lo afortunado que era de tener a Tigresa y la profundidad de su amistad. Con cada encuentro, su amistad se fortalecía. Po agradecía tener a Tigresa como amiga, y los gestos amables de su padre solo reforzaban su vínculo.

Después de diez días de entrenamiento bajo la tutela de Shifu y de compartir momentos especiales con Tigresa, Po recibió la noticia de que Tai Lung finalmente se sentía lo suficientemente recuperado como para salir de su meditación en solitario. La noticia llenó de alegría el corazón de Po, quien ansiaba reunirse nuevamente con su maestro y retomar su entrenamiento.

Po se dirigía hacia Tai Lung con una sonrisa radiante en el rostro. Estaba emocionado por ver a su maestro después de tanto tiempo y estaba ansioso por retomar su entrenamiento. Sin embargo, la expresión en el rostro de Tai Lung no era la que Po esperaba recibir. En lugar de una cálida bienvenida, su maestro Tai Lung parecía distante, con una mirada sombría en sus ojos. Cuando Po se acercó, Tai Lung apenas esbozó una sonrisa forzada, lo que hizo que la emoción de Po se desvaneciera lentamente, reemplazada por una sensación de incomodidad. La atmósfera entre ellos se volvió tensa, y Po se sintió repentinamente inseguro de sí mismo. Había estado esperando este momento con ansias, pero la reacción de su maestro lo dejó desconcertado y desanimado. No sabía qué decir o cómo actuar, y se quedó allí, mirando a Tai Lung con una mezcla de confusión y preocupación. Volviéndose poco a poco mas tímido de lo que ya era.

Los primeros días de entrenamiento con Tai Lung fueron duros. La paciencia que antes lo caracterizaba se había esfumado, y cada error de Po era señalado con una dureza implacable. En lugar de las correcciones tranquilas y los ejemplos prácticos que Tai Lung solía dar, ahora sólo había críticas mordaces y un tono agresivo. Po se sentía como si cada movimiento que hacía estuviera bajo una vigilancia constante, cada fallo era amplificado y cada acierto ignorado. La sensación de ser constantemente juzgado y de no estar a la altura de las expectativas lo hacía dudar de sus habilidades y de sí mismo.

Po intentaba mantenerse positivo, recordando los días en los que Tai Lung lo alentaba con palabras de sabiduría y paciencia. Pero cada intento de recobrar esa conexión se encontraba con un muro de frialdad. Po se preguntaba qué había causado este cambio. ¿Había hecho algo mal? ¿Había fallado en algo importante durante la ausencia de Tai Lung? Estas preguntas lo atormentaban, sumiéndolo en un estado de frustración y desánimo.

La rigidez del nuevo Tai Lung convertía cada sesión de entrenamiento en una prueba de resistencia emocional. Po llegaba al final del día exhausto, no sólo físicamente, sino también mentalmente. Se encontraba anhelando los momentos de paz que solía compartir con Tigresa, momentos que ahora parecían lejanos y casi irreales. La presencia dominante de Tai Lung lo abrumaba, haciéndolo sentir pequeño e insignificante.

Un día, después de una sesión especialmente dura, Po no pudo contener su frustración.

─ Maestro Tai Lung, ¿qué ha pasado? ─preguntó Po, su voz temblando ligeramente.─ ¿Por qué ha cambiado tanto? Antes me enseñaba con paciencia y ahora sólo recibo críticas.

Tai Lung lo miró con frialdad, sus ojos fijos en los de Po. El joven panda se sintió impotente.

─ El mundo real no tiene paciencia, Po. Debes aprender a soportar la presión si quieres ser verdaderamente fuerte ─respondió Tai Lung con un tono severo.

Las palabras de Tai Lung cayeron como un peso sobre los hombros de Po. Se sintió abrumado por una mezcla de tristeza y confusión. Recordó las enseñanzas de Shifu y los momentos de camaradería con Tigresa, comparándolos con la dureza que ahora enfrentaba. A pesar de todo, Po se prometió a sí mismo que no se rendiría. Haría lo que fuera necesario para recobrar la relación con su maestro y demostrar su valía.

Con cada día que pasaba, Po se esforzaba por mantener su espíritu en alto. Pero la constante tensión con Tai Lung estaba comenzando a afectarlo profundamente. Sus noches se llenaban de pensamientos agitados y sus días de una lucha interna por mantenerse enfocado. Sabía que el camino hacia la grandeza nunca sería fácil, pero nunca había imaginado que sería tan doloroso. La frustración y la tristeza se entrelazaban en su corazón, pero Po se aferraba a la esperanza de que algún día, su maestro volvería a ser el mismo, y juntos, podrían alcanzar nuevas alturas.

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⏰ Última actualización: Oct 05 ⏰

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Aroma a melocotón [Kung Fu Panda/Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora