Galletas en Forma de Cielo

1 0 0
                                    

La señora Gali era muy conocida por sus pastelitos y panes que vendía bajo demanda en el pequeño pueblo rural de Gogofir. Vivía sola en una casa cerca de un riachuelo y la venta de sus panecillos le era suficiente para tener una vida tranquila y sedentaria, rara vez se le veía pasear por los caminos empolvados o visitar a personas que no fueran los vendedores del mercado ambulante de Gogofir y a la señora Nissa, con quien tomaba la cena en su casa todas las noches de los siete días de la semana junto a su marido, Sir Charlie, un caballero retirado de la Orden de Darvir.

Todos los días despertaba a las cuatro de la mañana para preparar los pedidos del día que principalmente consistían de hogazas de pan, cuernitos y galletas con chispas de chocolate. En ocasiones, el joven Maor, que vivía a unas pocas calles de ahí, le ayudaba con su trabajo a cambio de una pequeña paga, sin embargo esa semana había salido de viaje junto a sus padres, por lo que había de ocuparse de su negocio ella sola.

Comenzó por preparar las hogazas de pan, cuya masa ya estaba lista para ser utilizada y, después de hora y media, la metió en el horno con su forma alargada ya hecha. Lo mismo hizo con los cuernitos, dejando las galletas con chispas de chocolate para el último. Una vez que el horno estuvo desocupado, metió las galletas para que se hicieran, aguardando pacientemente en su pórtico mientras tomaba una taza de té, contemplando el sol de un nuevo día iluminar los campos de Gogofir. Al escuchar al temporizador hacer sonar su característico campanillazo, se dirigió de nuevo hacia la cocina, ya habiendo terminado su té, y se colocó sus enormes guantes acojinados para sacar la bandeja con las galletas. En un inicio no se percató de la extraña forma que estas habían adoptado, pues en su mente pensaba en todo lo que le deparaba aquel día, todos los pedidos que había de realizar y todo lo que debía de preparar para el día siguiente, nunca podía permitirse que su pan se acabara, dejándolo sobre una estantería de madera durante un día como máximo, a la espera de que alguien se lo ordenara llevárselo. La señora Gal era precavida y siempre se encontraba horneando pan, aunque nadie se lo hubiese ordenado, porque sabía que eventualmente alguien lo haría y, naturalmente, preparar unas pocas hogazas, cuernitos y galletas por día no bastaría ni para alimentar la mitad de Gogofir, aunque sí para almacenarlas y tenerlas frescas para el día siguiente. Los pedidos, para su felicidad, siempre eran abundantes.

No fue hasta que colocó la bandeja sobre la mesa de la cocina que pudo ver la peculiar forma y el brillante tono que habían adquirido sus galletas. En inicio le pareció que tan solo se habían pigmentado, por alguna razón, de un intenso azul celeste, pero, cuando las contempló más de cerca, notó que había también algunos retazos de blanco y, cuando su cabeza comprendió lo que sus ojos miraban, retrocedió, soltando un suave grito y llevándose una mano a la boca.

En ese instante escuchó que alguien golpeaba a su puerta. Con el corazón latiéndole a mil por hora se acercó a su entrada y se asomó por la mirilla, ahí estaba uno de sus clientes más frecuentes: el señor Amram, quien de vez en cuando pasaba a recoger él mismo su pan de la mañana durante el camino a su trabajo en la oficina de correos de Gogofir.

—¿Diga? —dijo la señora Gali detrás de la puerta, con voz trémula y sintiendo cómo unas cuantas gotas de sudor frío comenzaban a caer por su frente.

—Hola, Galit —respondió Amram—. He venido por el pan. ¿Lo tienes listo?

—Eh, no. Hoy no, Amram. Hoy no habrá pan, una disculpa. Me encuentro algo enferma.

—Oh, ¿en serio? ¿Se encuentra usted enferma? Puedo enviarle un doctor si quiere. ¿Qué es lo que tiene?

—¡No, no! ¡No envíe a nadie! Sea lo que sea es muy contagioso... Será mejor que se aleje usted también, señor Amram. Nada más para tomar precauciones. Estaré bien para mañana, ya lo verá.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 05 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cuentos de Hadas Para Llorar o DormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora