Hoy al llegar a casa vi que Helena había preparado una merienda en la sala de estar para una muy posible junta de hermanas.
-¡Ya llegué!- sale Helena con las manos enharinadas, me sonríe y hace una seña para que vaya a la cocina.
-¿Cómo te fue hoy hermanita en la escuela?- dice Helena abriendo el horno con suma delicadeza.
-Bastante bien, tuvimos que presentar acerca de los estilos literarios del siglo XX, a Max se le quedó el USB con la presentación, pero por suerte me llamó y pude llevar mi laptop, y nos fue bastante bien, al profesor le gustó.
-Y... ¿quién es ese tal Max?- Helena siempre reconoce cuando hablo de un chico de manera diferente, interesada por él.
-Un chico de mi clase, un gimnasta, el mejor de la escuela, las chicas lo acosan, pobrecito, secretamente ama la literatura y la poesía, siempre me pide ser en los trabajos en parejas con él, a pesar de todo, es un bruto.
-Ajá- dice Helena pícara - pero siempre aceptas trabajar con él porque te gusta.
-No- ha evado su mirada de "¿me crees tonta o qué?" -trabajo con él porque veo que se esfuerza, me trata bien y porque soy una buena persona.
-Con el muchacho que te gusta- ¡Hay Helena es imposible engañarte!
-¿Cómo estuvo tu día?- La evasión funciona por un tiempo.
-Bien, fui acosada por un concertista ruso de veinte años y dos metros de altura, pero aparte de eso todo bien, un día normal.
-Explícate.
-El lunes tenía que atender a un cantante de ópera, pensé que sería un viejo gordo y conservador, pero resultó ser un post adolescente cantante de ópera ruso con cabello rubio y ojos celestes que te mueres de lo claros que son, al parecer llamé su atención, por lo que se pasó toda la sesión coqueteándome, invitándome a tomar algo y esa clase de flirteos estúpidos- pone cara de asco y yo río -ok, entonces hoy en mi descanso, fui a comer a ese lindo restaurante cerca de la playa, y adivina quién estaba, y no sólo eso, sino que adivina lo que hizo.
-El ruso te reconoció y comenzó a flirtear contigo.
-¡Exacto!- mordió un pedazo de galleta -y fue tan insistente que acepté, así que nos sentamos en una mesa a almorzar juntos.
-¿Y qué conversaron?
-Se llama Iván, tiene veinte años, es cantante, chelista, pianista y no me acuerdo qué más, viene a ser parte de un proyecto de escuela de artes rusa aquí en la cuidad.
-¡Wow!- tomé una galleta- están ricas ¿qué más con el ruso?
-Me invitó a un recital gratuito que darán el viernes por el aniversario de la cuidad, cantará allí.
-¿Irás?
-¡Claro! y llevaré a Juana, ella ama las bellas artes.
-¿Tu crees que quiera ir? últimamente la he visto bastante decaída tanto en la casa como en la escuela.
-Al menos no soy la única que se da cuenta- dijo y observó la puerta, Paula había entrado.
-Juana está así porque le gusta un chico y no se siente lo suficientemente apta como para conquistarlo- toma una galleta -están ricas Helena.
-¿Cómo lo sabes?- pregunto confundida.
-Ella me lo dijo anoche- Juana le tiene mucha confianza a Paula -mi día tampoco estuvo muy bien, la universidad sí, pero luego, de regreso, casi me atropellan, luego pasé a comprar un chocolate para compartir, y una señora obesa me empujó y se llevó los últimos ¡seis! chocolates.
-Tu tienes como un imán con las señoras gordas- reímos las tres -a Lucila le gusta un chico de su clase- gracias Helena por abrir tu gran boca.
-¡Eso es raro! ¿acaso el muchacho es Pablo de Rockha o Nietzche? ¿Hipócrates o quién?- Paula es una molestosa, pero es verdad, me gustan los hombres inteligentes, y en bastantes ocasiones he compartido mi afán por literatos y filósofos con mis hermanas.
-No- dice Helena risueña -¡es un gimnasta! y él siempre le pide trabajar con ella y que estudien juntos.
-¡Hey, eso último no te lo dije!- falso tono de molestia.
-Pero igual es cierto- me quedo callada, tiene razón- si se quedó callada ¡es verdad!
-Pero no te ruborices Lulú- Paula te mato, odio que me digas Lulú- es normal que te gusten chicos de tu edad, y más si tienen un buen físico y son amables y tienen buenas intenciones.
-Pero él está siempre rodeado de chicas lindas y tontas con las cuales puede salir cada día de la semana- lo digo de chiste pero al arecer la cosa se la tomaron en serio mis hermanas.
-Hey hey hey, alto ahí,no te menosprecies hermana, por favor ¿dónde quedó la optimista Lucila? que siempre ante todo sonríe y busca la manera de hacer funcionar las cosas, no nos hagamos pequeñas y menos tú, quien nos ha enseñado a mirar siempre hacia adelante con una sonrisa en el rostro.
-Es verdad Lu- dice Helena y toca mi hombro -¡vamos! podemos con todo, y además si a ti te gusta, debe ser porque el niñito este debe tener algo más que carisma y una cara bonita, tu jamás te equivocas con las personas.
Estaba a punto de decir algo pero entra Juana, nos ve a todas con cara de asustada, sonríe, murmura algo y sale de la cocina, cinco segundos más tarde vuelve con un chocolate para cada una en sus manos y los reparte.
-¿Dónde los conseguiste?- pregunta Paula sorprendida.
-De vuelta de la escuela, por el puerto, ce-cerca de la... escuela naval hay una chocolatería, de allí son.
-¿Escuela naval?- es raro que ande por esos sectores, y que tartamudee al decirlo -¿Por qué por allá?
-Ha-hace un tiempo... estaba buscando una tienda de chocolates... por el cumpleaños de Ana, y la encontré, y... después de la escuela siempre paso a comprar algunos bombones.
-Entonces para la otra te haré unos encargos, este chocolate está muy bueno- dice Helena, tan extrovertida para sus cosas- sólo falta Ana y la tía, pasemos a la sala de estar a comer por favor...Lu lleva las galletas porfis.
-Claro- tomo la galletera de vidrio, las coloco dentro y me dirijo a la sala de estar.