Capítulo 1: Primeras Impresiones.

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El renombrado Greenberg Conference Center de Yale estaba lleno de vida. Los pasillos resonaban con pasos firmes y conversaciones en múltiples idiomas, creando un ambiente de energía intelectual que solo un evento del calibre del World Fellows Program podía generar. Las grandes ventanas del salón principal permitían que la luz del sol se filtrara suavemente, bañando la sala en tonos cálidos que contrastaban con el fresco aire otoñal que se colaba cada vez que las puertas se abrían.



Entre la multitud, María Corina Machado se movía con una seguridad tranquila, como si el espacio le perteneciera por derecho. Llevaba un elegante traje de color crema que resaltaba su presencia imponente. Su chaqueta clara, combinada con una bufanda perfectamente ajustada, proyectaba una imagen profesional, mientras su cabello castaño oscuro, liso y cuidadosamente arreglado hasta los hombros, completaba el conjunto de forma impecable. A pesar de su porte seguro, lo que más llamaba la atención era su sonrisa amplia y genuina, una que iluminaba su rostro y la hacía accesible. Había algo en su andar, en la forma en que sus ojos avellana recorrían la sala, que transmitía liderazgo sin esfuerzo.



Caminando entre los demás, María Corina intercambiaba saludos cordiales, sintiéndose cómoda en este escenario que tanto dominaba. Fue entonces cuando sus ojos se detuvieron en una figura que, sin saberlo aún, sería un punto de inflexión en su jornada. Michell Sophia Smith, de pie al otro lado de la sala, parecía ajena a la atmósfera cargada de palabras vacías y sonrisas calculadas. Su figura alta y atlética, envuelta en un traje negro perfectamente ajustado, contrastaba con el aire casual de muchos de los presentes. El cabello de Michell, bicolor en tonos de gris ceniza y castaño oscuro, se destacaba como una declaración silenciosa de individualidad, mientras sus ojos verdes e intensos observaban todo con determinación.



El momento en que sus miradas se cruzaron fue casi imperceptible para los demás, pero no para ellas. La atención de María Corina se quedó fijada en los ojos de Michell por un segundo que se sintió como una eternidad. Había algo en esa mirada que proyectaba fuerza y, al mismo tiempo, una leve curiosidad. Ambas mujeres parecían evaluarse mutuamente desde la distancia, casi conscientes de que este no sería un encuentro común.



Decidida a romper el hielo, María Corina avanzó con paso firme hacia Michell, su sonrisa todavía intacta, pero con un toque de reserva. No había nada en su postura que sugiriera duda, pero internamente, reconocía la extraña mezcla de desconfianza y atracción que Michell provocaba en ella. No era común que alguien captara su atención de manera tan inmediata.



—María Corina Machado, —se presentó con voz clara y cálida, extendiendo la mano mientras sus ojos mantenían un contacto directo con los de Michell—. Un placer conocerte.



El gesto era cortés, como cualquier otro saludo que hubiera dado a lo largo del día, pero la diferencia radicaba en la respuesta de Michell. La activista cubano-estadounidense aceptó la mano de María Corina, pero su apretón fue firme, su mirada igual de penetrante, como si evaluara cada pequeño detalle de la mujer frente a ella.



—Michell Sophia Smith —respondió con un leve asentimiento, su voz profunda, pero tranquila—. El placer es mío.

Can friends Kiss? [MCM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora