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Una ayudita infernal


 

 

 

  

 

  

Me desperté cuando los primeros rayos del sol infernal entraron por la ventana de mi habitación, interrumpiendo mi sueño, junto a el sonido de pasos yendo y viniendo por el pasillo.

Parecía que el personal del hotel había comenzado sus labores.

Bostecé, perezosa, levantándome sin prisas de la cama; haciendo una lista mental de las cosas que debía conseguir de mi antiguo departamento –comenzando con unas cortinas– para estar más a gusto en mi "nuevo hogar".

Me alisté y salí de la habitación, bajando las escaleras hacia el lobby entre bostezos.

No había logrado dormir mucho, así que era natural que me sintiera tan agotada.

—Uy, parece alguien tuvo una noche dura.— la juguetona voz de Angel Dust, a mi espalda, me hizo girar. —Y mejor ni hablo de esas ojeras.— suspiró.

—... No es para tanto.— rodé los ojos.

—Créeme, ES para tanto.— aseguró, tomándome de los hombros para guiarme hacia su habitación, empujándome ligeramente. —Y no dejaré que bajes así, cariño.—

Suspiré, dejándome llevar.

Angel no tardó en hacerme entrar a su habitación, sentándome sobre el borde de su cama, mientras él se sentaba a mi lado, tomando mi rostro para comenzar a maquillarme, tapando mis ojeras con cuidado.

Me mantuve en silencio, esperando que acabara, sin centrar la mirada en algún punto.

—¡Y listo!— sonrió Angel Dust al acabar, levantándose de un brinco. —Ahora…— cantó, dirigiéndose al armario, tomando un vestido y mostrándomelo, sonriente. —... ponte esto.—

—¿Eh?, ¿por qué?— pregunté, confundida.

—Porque con él, nadie se fijara en tus ojeras, ¡duh!— rodó los ojos.

—E-En realidad preferiría quedarme con mi….—

—Esa no es opción, cielito.— me interrumpió, tomándome por los hombros para empujarme hacia el baño de la habitación. —Tú escoges: te lo pones por tu cuenta, o yo….—

—Y-Yo puedo sola.— interrumpí, sintiendo mis mejillas arder. Él asintió y se dió la vuelta, peinando su flequillo mientras se miraba en el espejo. —A-Ahmm…. ¿p-podrías....?—

El arácnido solo rodó los ojos antes de caminar fuera del baño, cerrando la puerta tras él.

Miré el vestido en mis brazos y, casi de inmediato, sentí mis mejillas encenderse aún más. No había forma en la que esto fuera un vestido, ¡era demasiado corto!

 
 

🦌

  
 

—¡Mierda! Ya déjate el vestido en paz.— bufó Angel mientras bajábamos al lobby del hotel.

—S-Se sube.— me quejé, volviendo a tirar del borde del vestido, hacia abajo, con la intención de cubrir un poco más mis muslos expuestos. No entendía cómo acabé poniéndome aquel trozo de tela que apenas y cubría lo necesario.

—... ¿Qué rayos..?—

Me quedé congelada en mi sitio al ver a Husk, en medio de la barra, con una taza humeante de café en sus manos. Sus ojos se encontraba fijos en mí, entrecerrados para examinarme con cuidado; y sólo alcancé a cubrirme con las manos, avergonzada. Con este dichoso vestido me sentía completamente desnuda.

La razón de mi sonrisa |Alastor x Fem! Reader|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora