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En el sofá estaban Amanda y Daniel, acompañando a Shannon Keene, la madre de Robby. Los LaRusso les dieron espacio para que pudieran conversar.
-Lo siento, Robby -dijo Shannon, apenada, evitando la mirada de su hijo-. Lo del cabo fue un error.
-Te lo dije -respondió Robby, con tono frío, manteniendo su postura.
-Lo sé -replicó Shannon con un suspiro-. Sé que no estuve para ti, y... cielos, es difícil para mí. Quiero arreglar las cosas, pero debo irme de nuevo.
-Por supuesto -dijo Robby con ironía-. ¿Adónde esta vez? ¿Baja Las Vegas?
-Rehabilitación -confesó Shannon con la voz quebrada-. Necesito ayuda, hijo. Tardé demasiado en darme cuenta, pero el alcohol... las pastillas...
Robby la escuchaba en silencio, finalmente volteando a verla.
-Tengo que cambiar. Quiero hacerlo por ti.
-Es genial, mamá -respondió él, con una mezcla de escepticismo y esperanza.
-La familia LaRusso dijo que puedes quedarte con ellos mientras yo termino mi rehabilitación. También puedes ir con tu padre...
-No -cortó Robby, tajante.
-Mira, sé que ustedes dos no tienen la mejor relación -admitió Shannon con sinceridad-, pero es mi culpa. No quiero que mis problemas te vuelvan en su contra. Él se preocupa mucho por ti, Robby, y te quiere en su vida.
Con lágrimas en los ojos, Shannon abrazó a su hijo. Robby respondió al abrazo, emocionado pero triste, porque justo cuando su madre parecía decidida a cambiar, debía alejarse de nuevo. Aunque estaba acostumbrado a la soledad, no podía negar cuánto la quería.
Shannon, con genuino arrepentimiento, besó a su hijo en la frente.
-Prometo que estaremos bien, y que seremos una familia mucho mejor. Por favor, cuídate. Si necesitas algo, puedes acudir a tu padre. Él te quiere, Robby, y no dudará en ayudarte.
Robby asintió, aunque las palabras le costaban. Después de la despedida, necesitaba un momento para procesarlo todo. No era fácil, pero tenía a Daniel para apoyarlo, como la figura paterna que nunca tuvo.
Mientras tanto, Sam estaba en su cuarto hablando con Moon por videollamada, poniéndola al día sobre lo sucedido la noche anterior.
-Nos sacaron de la pista de patinaje -comentó Sam con evidente frustración.
-¿Qué? No puedo creer que te hiciera eso. Lo siento mucho -respondió Moon, sorprendida.
-No entiendo qué es lo que ve Miguel en ella -se quejó Sam, incapaz de ocultar sus celos.
-Bueno, al menos ambos lo superaron, ¿no? -intentó calmarla Moon, aunque Sam la miró con escepticismo.
-Sí... supongo -respondió Sam, aunque su tono no convencía a nadie.