𝐜𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐯. 𝐬𝐢𝐧 𝐚𝐧𝐝 𝐩𝐮𝐧𝐢𝐬𝐡𝐦𝐞𝐧𝐭

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005 | pecado y castigo
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Esa misma tarde, mientras los últimos rayos del sol acariciaban las almenas de la fortaleza, un grito ahogado rompió la tranquilidad del crepúsculo

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Esa misma tarde, mientras los últimos rayos del sol acariciaban las almenas de la fortaleza, un grito ahogado rompió la tranquilidad del crepúsculo. Ser Gwayne, que caminaba por los pasillos interiores para despejar su mente después de la perturbadora conversación con Vhasenya, detuvo su andar al escucharlo. Sin pensarlo dos veces, se dirigió hacia la fuente del sonido. Su paso firme y decidido resonaba contra el suelo de piedra mientras sus sentidos se agudizaban.

El grito provenía de una de las habitaciones adyacentes a los jardines. Al abrir la puerta con fuerza, se encontró con una escena que lo dejó petrificado.

Vhasenya, con su vestido ligeramente desarreglado, se encontraba en los brazos de uno de los guardias, un hombre joven y atlético que parecía asustado. Los ojos del guardia se abrieron con terror cuando vio a Ser Gwayne en la entrada. Vhasenya, en cambio, lo miraba con esa misma expresión provocativa que él ya había comenzado a conocer demasiado bien.

—¡Mi señor! —balbuceó el guardia, soltando de inmediato a Vhasenya y retrocediendo.

Gwayne no necesitó palabras para entender lo que había ocurrido, pero el calor que subió por su cuello y la ira que sentía no eran solo por el acto en sí. Era por la burla, por el desprecio que Vhasenya mostraba hacia todo lo que representaba. Cada una de sus advertencias había sido ignorada y, peor aún, ella lo había hecho a propósito. Era su juego, su manera de tentarlo al abismo, y él, con su juramento y su honor, era la presa más fácil.

—Princesa, váyase de aquí —ordenó Gwayne con una frialdad escalofriante, sin apartar los ojos del guardia que aún temblaba—. Ahora.

Vhasenya, que hasta ese momento había permanecido tranquila, esbozó una sonrisa retorcida y caminó con lentitud hacia la puerta, rozando suavemente el brazo de Gwayne al pasar junto a él. Susurró casi en tono inaudible: —Espero que no te moleste demasiado. A veces, un hombre debe hacer lo que siente.

Sin mirarla, Gwayne se mantuvo rígido, esperando a que la puerta se cerrara detrás de ella. Tan pronto como el eco del cierre resonó, desenvainó su espada y la apuntó directamente al cuello del guardia. El hombre cayó de rodillas, balbuceando suplicas, tratando de explicar, pero Gwayne no escuchaba. Sus pensamientos eran un torbellino de rabia.

—Decapítenlo —ordenó finalmente, su voz dura como el acero.

—¡Mi señor, por favor! —rogó el guardia con lágrimas en los ojos—. ¡No sabía! ¡Ella...!

Pero Gwayne no permitió más palabras. El hombre había sellado su destino desde el momento en que había puesto las manos sobre la princesa. Sin más explicaciones, sin justificaciones, el guardia sería ejecutado. No por el acto en sí, sino porque había desafiado el control que Gwayne intentaba mantener sobre la situación, sobre Vhasenya... y sobre sí mismo.

( 𝐏. ) 𝓟𝐑𝐎𝐅𝐀𝐍𝐄   𝒇𝒕.   gwayne hightowerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora