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Había pasado específicamente una semana después de haberme besado con Tyler y de saber que salió con Lisa. Era lunes y lo odiaba. Era mi primer día en la preparatoria de Harvard-Westlake School, ubicada en Los Ángeles de California.
Me acomodé con delicadeza, aunque no quería ir. Metí las cosas necesarias y bajé para desayunar lo más común en un adolescente: “Cereales”. Me encontré con el insolente y rencoroso de Snow, quien comía tranquilamente como si no hubiera otra persona en la casa.
— Buenos días, Snow — dije con buena educación.
Como no me contestó, decidí no hablarle más. ¿Qué necesidad había de molestarse por besar a un chico? Era mi vida, MY LIFE.
Me fijé en el reloj y ya me tenía que ir. Rodé los ojos por la molestia. Salí caminando a la parada de buses, saludé al celador y seguí caminando. Justo entonces se apareció la chica del parque.
«¿Por qué hace ejercicio?»
«¿Tiene que hacer ejercicio porque la silicona no le durará mucho?»
—No te bastó insultarme, sino que también besaste a mi novio — me miró de arriba a abajo.
— Sabe delicioso — respondí, pasando mi lengua por mis labios
Ella se quedó callada y yo seguí caminando sin importancia. El bus llegó justo a tiempo; subí para irme al lugar de infierno. Me coloqué mis audífonos para despejar mi mente.
Cuando llegué, caminé a paso lento. El lugar era inmenso y los chicos y chicas me miraban extrañamente. Sabía por qué, pero eso no me importó. Mejor me ocupé en explorar el gigantesco lugar.
Después de haber explorado todo el lugar, entré al salón que me correspondía. Había unos chicos que me miraban sin disimulo, probablemente por el estilo de ropa. Era un vestido.
Por desgracia y no desgracia, estaba el chico rubio de ojos azules en el salón. Busqué un puesto lejos de él, pero en todas me decían que estaba ocupado. Así que, por mala suerte, me tocó sentarme con Julián, quien compartía mesa con él.
— Esther, ¿no? — preguntó Julián.
Asentí, buscando mi libro para leer e ignorarlo hasta que empezara la clase.
— No hay clase las primeras tres horas; el profesor de lenguaje y comunicación tuvo un percance — dijo el chico quien miraba al tablero —. ¿Quieres ir conmigo al aire libre?
Volvió a sentir guardando mis cosas. Caminamos al patio, donde había pocos árboles, pero había un viento sensacional. Era hermoso el lugar, hasta para leer. Julián se sentó debajo de un árbol; yo hice lo mismo, observando su reacción. Cerró los ojos y respiró profundo para luego sonreír.
— Alguien me dijo que lees perversidades — dijo con una sonrisa.
— Ese imbécil — bufé.
— Tranquila, la semana pasada le dieron tremendo insulto porque los labios los tenía hinchados y tenía mordidas, más las discusiones que tuvo con su novia — acomodó sus anillos.
La culpa cayó como un bulto de cemento encima; me dio tristeza por eso.
«Oye, Luke, ¿qué digo?»
No hallé respuesta.
«Gracias»
— ¿Qué pasó? — preguntó Julián, mientras me miraba.
Estaba nerviosa, así que mordía mi labio con fuerza.
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Intruso [En curso]
RomanceQuién hubiera pensado que esa voz gruesa y estúpida podría manipularme hasta el punto de descubrir los secretos de las personas que creía ser normales. Sin hablar de que puedo sentir que me observan todo el tiempo, como si estuviera viviendo en una...