Nadie nota los días grises.

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04 de marzo, 1994

El sonido del despertador rompió el silencio como un trueno inesperado. Elena, aún medio dormida, alargó el brazo para apagarlo, deseando poder ignorarlo y quedarse en la cama por siempre. Afuera, el cielo estaba gris, de esos tonos que hacían difícil saber si era temprano o tarde. No había sol, solo una ligera llovizna que dibujaba pequeños caminos en la ventana de su habitación. Un día más, igual que los demás, pensó.

Con pesadez, se levantó de la cama y caminó hacia el espejo. Su reflejo la miraba con la misma indiferencia que ella sentía por el día que estaba por comenzar. Ojos cansados, un leve desorden en su cabello y esa misma sonrisa ausente que solo aparecía cuando estaba con alguien más. Era increíble cómo podía cambiarlo todo con un par de gestos y palabras bien calculadas. Una farsa que se había vuelto rutina. "Elena, la chica que siempre está bien".

Se vistió rápido, la prisa más una excusa para no pensar demasiado en lo que realmente pasaba dentro de ella. Hoy no tenía que pensar en eso. Tenía cosas que hacer, clases que atender, personas que saludar. Otra actuación en un escenario lleno de conocidos y desconocidos.

Cuando llegó a la escuela, el viento frío la recibió con un escalofrío que le recorrió la espalda. Al entrar fue corriendo hacia la biblioteca y a lo lejos pudo visualizar a Tenoch y Daniela conversando de algo. Habían llegado antes que ella, como siempre, y desde la distancia parecían tan despreocupados, tan cómodos asi que sin dudarlo fue hacia ellos.

Caminó hacia ellos, ajustándose la mochila en el hombro, poniendo su mejor sonrisa antes de que se dieran cuenta de su presencia. Nadie nota los días grises cuando llevas la luz contigo, pensó con ironía.

— ¡Elena! — exclamó Tenoch cuando la vio acercarse. — Llegaste justo a tiempo, estamos planeando algo épico para el fin de semana.

— ¿Algo épico? — preguntó, fingiendo interés. Pero sus pensamientos ya estaban en otro lado, en el fondo, siempre lo estaban. Mientras escuchaba a su grupo de amigos, algo en su mente seguía nublándose, como el cielo sobre ella.

— Elena, solo tu puedes entenderme cuando digo que "Algo epico" no es hacer guias para el examen de quimica, verdad? — Pregunto Daniela.

— Mira Daniela, mientras mas te quejes mas vas a sufrir e incluso Elena podria ayudarte, no? — pregunto Tenoch mientras dirigia su mirada hacia Elena, ella solo lo miro confundida, volteo los ojos y asintio.

— Y a todo esto...donde esta Memo? — Pregunto Daniela.

— Ah, el fue al baño, no ha de tardar — dijo Tenoch.

Elena, por otro lado, intentaba volver a concentrarse, pero la sensación no desaparecía. A veces, la vida tenía una forma rara de sacarte los colores... y esta vez, ni la brocha ni el rubor estaban a la mano.

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Por otro lado, Memo salía del baño, secándose las manos, listo para volver con sus nuevos amigos. Antes de reaccionar, Diego y su grupo lo habían agarrado. Sabía lo que se venía; ya lo había vivido antes. Esta vez, no habría nadie que lo detuviera. El impacto llegó más rápido de lo que esperaba, el dolor fue inmediato, recorriendo su cuerpo como una descarga. Todo lo que había en su mente se apagó, solo quedó el eco del golpe y las burlas retumbando en su cabeza.

El mundo a su alrededor pareció detenerse, y por un momento, todo lo que pudo hacer fue seguir apretando los ojos, como si al hacerlo pudiera huir del dolor y la vergüenza que lo rodeaban.

Mientras Tenoch, Daniela y Elena seguían inmersos en su platica, un ruido seco y fuerte, como si algo hubiera chocado contra metal, resonó desde el primer piso. El sonido fue tan abrupto que los tres levantaron la mirada al unísono. Al principio, no fue evidente qué había pasado, pero el eco de risas burlonas subió por las escaleras, seguido de unos murmullos inquietantes.

Abrázame - Nadie nos va a extrañarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora