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user: sand.rorysx

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ía de San Valentín una fecha tan especial para algunos, ya sea porque tienen a alguien especial con quien compartir este día, sea su pareja o amigos en donde salen a divertirse y celebrar este hermoso día, lleno de corazones en el aire y amor palpado en el ambiente o porque simplemente usan este día para lucrarse de las pobres almas que buscan regalos para sus parejas y que pagarían exageradas cantidades de dinero por un regalo especial para su ser amado. Sea cual sea el caso, es un día especial como cada fecha marcada en el calendario, con letras en negritas y con un puntito a lado marcando su importancia. Tal vez para ti este día sea de gran importancia, pero un pelinegro solo rodaba aquellos ojos asombrosamente azules ante tantas cursilerías.

Richard "Dick" Grayson era un joven de tan solo dieciséis años que creía que el Día de San Valentín era solo una farsa para vender enormes osos de peluches y comprar chocolates y rosas en exceso que seguramente no duraría ni una semana. Durante su infancia su padre la había enseñado de manera intencional que ciertas festividades eran más para hacer gastar a las personas que beneficiar a la sociedad y una de ellas era el día de San Valentín, pues nunca en su corta vida vio a su padre sonreír ante la gran fecha e incluso la veía como insignificante, haciendo que el adolescente ahora tenga una idea errónea o muy poca vista de lo que es San Valentín.

Una voz afeminada hace que salga de sus pensamientos mientras sus ojos seguían posados sobre una pareja extremadamente cariñosa en el rincón del salón de clases, de los cuales vagamente podía recordar sus nombres, lo hacían sentir incómodo y parece que su mirada de desprecio no estaba funcionando. Conner Y Megan, Dios, qué pareja más pesada, aunque debería admitir que se veían muy tiernos juntos, pero ciertos días eran insoportables. 

—¡Richard!

El pelinegro voltea a ver a su amiga, una pelirroja de cabello ondulado y de facciones gentiles que combinaban a la perfección con aquellos ojos verdes esmeraldas. Muy hermosa, pero que era todo un caso. Aun así era su amiga, una de sus pocas amigas. 

—¿Qué pasa, Babs? —le preguntó a su amiga, poniendo toda su atención en ella. 

—Vamos a la cafetería, me urge comer algo antes de que el descanso se acabe o no aguantaré mucho más al profesor de filosofía —dijo haciendo un puchero suave con sus labios y junta sus manos en forma de súplica 

–De acuerdo

El ojiazul se levantó de su asiento tomando su celular y metiéndolo en su bolsillo del pantalón para después seguir a su amiga hasta fuera del salón, pero antes de salir algo le pareció bastante curioso y es que un chico de cabello pelirrojo algo despeinado y de ojos verdes oscuro lo miraba con detenimiento, como si no quisiera que este escapara de su vista, ignorando el hecho tan extraño que acaba de suceder se puso a lado de su amiga al salir de salón. 

El colegio entero estaba lleno de decoraciones de la dichosa celebración, las parejas daban a presumir sus regalos y muchas otras se abrazaban o besaban. Era notorio que era la hora de descanso y que era día de San Valentín.

La pelirroja a su lado le dio un golpe en la nuca al ojiazul que parecía querer destruir las decoraciones del lugar con la mirada

—Dickie trata de no incinerar con la mirada a las decoraciones, ellas no tienen la culpa de que seas un amargado. 

—A ti tampoco te agrada todo esto —dijo, señalando con obviedad las decoraciones de color rosa y rojo. 

—Y tienes un punto, pero al menos yo no trato de destruir con la mirada a un corazón de papel.