2. Trucos de la magia.

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Tras presentarse, el profesor mandó a Noé a tomar asiento en una silla vacía que ocupaba la segunda fila. Sin embargo, a pesar de que sentía todas esas múltiples miradas encima, caminó hacia adelante con una de sus mejores sonrisas.

Nada podía amargar su primer día, ni siquiera el hecho de que gran parte de sus compañeros estaban más adelantado que él. Tomó asiento, suspiró levemente mientras trataba de ajustarse de mejor manera su sombrero y tratando de no olvidar que al finalizar la clase, debía entregar un confirmante a su profesor, para que le indicase la siguiente clase y así hasta el resto del horario académico, para luego entregarlo en la Conserjería de antes.

La clase retomó el ritmo de antes, antes de que lo interrumpiera debidamente y toda el aula de Encantamientos Elementales estaba en silencio mientras el profesor, con su túnica que parecía cambiar de color con cada movimiento, se desplazaba por el centro del salón. Las runas que brillaban en el suelo emitían una luz suave y constante, proyectando destellos mágicos sobre las caras de los estudiantes. Noé se sentía ansioso, pero intentaba no demostrarlo.

Sus compañeros comenzaron a aparecer con sencillos hechizos libros de textos, que llevaban el título de la clase, pero amablemente, el profesor se acercó para hacerle aparecer el suyo propio.

Apea Elementus Elementio. —Y dicho y hecho, apareció el mismo libro de sus compañeros sobre su mesa de caoba y algo desteñida por los largos años. El profesor lo miró con severidad—. Noé, por nuevo que seas y que haya sido por tu traslado, deberás acomodarte lo más deprisa posible. No olvides mis palabras y el hechizo mencionado, porque a partir de las próximas clases deberás aparecer tus propios libros.

Luego le explicó que debía decir en cada clase de su futuro horario «Apea», que en pocas palabras significa "aparecer", para seguidamente nombrar la clase que estaba dando. Que así, básicamente aparecerían sus libros. Sin más, lo dejó con otra sonrisa en los labios para regresar al comienzo de la clase.

El profesor tenía el cabello largo, oscuro y sedoso; un rostro amable pero ojos verdes y severos; además, la túnica se arrastraba contra el suelo, pero un ligero cinturón se apresaba a su cintura. Noé no sabía qué pensar sobre él, pero le preocupaba decepcionarlo.

Todavía no estaba seguro de saber sí podría llevar a cabo los distintos trucos de la magia. Eso lo aterraba más que cualquier otra cosa, en realidad.

Unos ojos verdes, profundos, se apostaron sobre él cuándo comenzó a dar la clase.

—Bien, todos me conocéis pero mi nombre es Russel Greeld y teniendo en cuenta que tenemos a un nuevo estudiante, que lastimosamente ha llegado con retraso por culpa de los directivos de la escuela, dedicaremos toda la semana a repasar las lecciones básicas aprendidas durante la primera parte del mes. Las lecciones se retomarán dentro de dos semanas. —Por supuesto, aunque estaba agradecido con la noticia, sus compañeros no se lo tomaron demasiado bien, otros estaban felices porque para ellos, sería una semana de descanso.

Aunque Noé no sabía si el resto de los profesores harían lo mismo que este.

Empezaron los murmullos, las maldiciones y una voz algo chillona sobresalió por el lateral de las filas de los pupitres. Un joven de cabellos rosados, bien recortados y un pendiente en su oreja izquierda, lo miró por encima del hombro.

—Estoy totalmente en desacuerdo en retrasar nuestro propio aprendizaje por culpa de los errores de la escuela y por la intromisión de este nuevo alumno. ¿No podría conseguirle un tutor personal? —Sin embargo y a pesar de la clara acusación del alumno, el profesor no parecía para nada afectado.

𝗦𝗧𝗘𝗟𝗟𝗔 𝗠𝗘𝗔, vanoéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora