~Acto II~
A un año de la batalla final, el nivel de maldiciones de Tokyo disminuyó significativamente. El gobierno japonés conmemoró a Yuta y Maki por hacer gran parte del trabajo. A ninguno de los dos les importó del todo; lo único que querían era vivir feliz ahora.
Era uno de esos tantos días luchando contra maldiciones. Las partes ruinosas de Tokio suponían un ambiente melancólico. Yuta dejó a Rika descansar, mientras Maki remataba a varias maldiciones de un tajo.
Yuta se sentó a tomar aire con la katana guardada. Maki suspiró y fue a acompañarlo. Era uno de esos tantos momentos a solas que tenían.
El viento aún sopla suavemente sobre el campo de batalla. El sonido del acero ya no retumba, y todo lo que queda es un silencio con maldiciones ahogándose en su propia sangre. Yuta Okkotsu miraba a Maki Zenin, quien, a pesar de las heridas y el desgaste, seguía de pie, firme, observando con tranquilidad los rastros del combate. Las cicatrices que recorrían su cuerpo brillaban bajo la tenue luz del atardecer, líneas que contaban historias de peleas pasadas, de dolor y resistencia.
Yuta no podía apartar la vista de ella. Habían luchado, habían sobrevivido, pero en medio de todo, algo en su pecho se hacía cada vez más difícil de ignorar. Maki ya no era solo la compañera y amiga imparable de antes. Las cicatrices que ahora adornaban su piel eran como un recordatorio constante de todo lo que habían superado, de cómo ella se había vuelto aún más fuerte. Pero para Yuta, esas cicatrices no solo representaban fuerza física; eran un reflejo de lo que él había llegado a admirar y, silenciosamente, a amar.
"Maki..." La palabra sale con una suavidad casi imperceptible, como si el viento pudiera llevársela. Ella voltea hacia él, con esa mirada intensa que siempre lo desarma, como si esperara que fuera a decir algo estúpido o irrelevante. Sin embargo, no hay bromas esta vez. Hay algo más profundo.
"¿Qué pasa, Yuta?" Maki pregunta con su tono usual, pero hay un leve cansancio en su voz. A pesar de su apariencia firme, Yuta sabe que está tan agotada como él, aunque jamás lo admitiría.
Dando un paso hacia ella, Yuta siente que las palabras se forman con dificultad en su garganta. No es el miedo lo que lo detiene, sino la sensación de que, una vez dichas, no habrá marcha atrás. "Siempre he pensado que la fuerza era lo único que importaba," Comienza, manteniendo su mirada fija en la de ella. "Que si era lo suficientemente fuerte, podría proteger a los demás, hacer una diferencia en este mundo."
Maki arquea una ceja, claramente intrigada, pero no lo interrumpe. Yuta respira hondo, sintiendo que si no lo dice ahora, tal vez nunca lo haga. "Pero contigo, Maki, las cosas siempre han sido diferentes. Nunca he querido protegerte como protejo a los demás. Tú... tú no necesitas que te protejan. Y, sin embargo, cuando te veo, cuando luchas... siento que eres invencible. Pero también veo todo lo que has sacrificado, todo lo que has pasado. Y... me doy cuenta de que ya no peleo solo por mí. Peleo porque quiero estar a tu lado."
Maki no dijo nada, pero tampoco lo interrumpió, lo que para Yuta era una señal de que podía continuar. "Es... complicado para mí. No siempre encuentro las palabras correctas. Pero cuando te veo, todo lo demás desaparece. Y ya no se trata solo de ser fuerte o cumplir con lo que esperan de mí. Es... es estar contigo lo que le da sentido a todo."
Maki baja la mirada por un momento, sus dedos apretando levemente la empuñadura de su katana. El silencio que sigue es pesado, pero no incómodo. Yuta no espera una respuesta inmediata. Sabe que Maki no es alguien que entregue sus emociones fácilmente, ni siquiera a él.
"Siempre has sido raro, Okkotsu." Murmura ella, su voz suave pero sin perder su tono sarcástico. Sin embargo, cuando levanta la vista, sus ojos están llenos de algo que rara vez deja ver: vulnerabilidad. "Nunca pensé que dirías algo como eso."
Yuta sonríe, un poco aliviado de que ella siga siendo Maki, incluso en este momento tan serio. "Tampoco lo planeaba... pero no podía seguir guardándolo."
Maki respira hondo, como si estuviera sopesando sus propias emociones, algo que no hace con facilidad. Su mano tiembla levemente, pero en lugar de apartar la mirada, se la queda mirando directamente a los ojos. "Sabes que no soy buena con estas cosas. No soy como las demás... no sé cómo debería reaccionar a lo que acabas de decir."
Yuta se acerca otro paso, hasta que está lo suficientemente cerca como para sentir su calor. "No tienes que decir nada si no quieres. Solo quería que lo supieras."
Maki frunce el ceño, pero esta vez no es una expresión de desagrado. Es más como si estuviera luchando consigo misma, intentando encontrar las palabras correctas. "Siempre pensé que no necesitaba a nadie. Que estar sola era suficiente. Pero cada vez que me quedaba a solas contigo... era como si todo el ruido desapareciera." Sus ojos se suavizan, y aunque no baja la guardia del todo, permite que una parte de sí misma se muestre. "Nunca he necesitado a nadie, Yuta, pero... contigo, siento que tal vez esté bien no estar sola."
Yuta se queda sin aliento por un segundo. No esperaba escuchar esas palabras, y mucho menos de Maki. Él sabía que ella siempre había sido autosuficiente, fuerte por sí misma, pero oírla admitir aquello... era más de lo que podía haber esperado.
Maki suelta un leve suspiro, y esa media sonrisa que a veces deja entrever aparece fugazmente. "Supongo que si alguien tiene que estar a mi lado, no me molesta que seas tú."
Yuta ríe suavemente, una risa de alivio, pero su corazón late con fuerza. No necesita más. No necesita palabras raras ni promesas exageradas. Lo que Maki acaba de decir es suficiente, porque sabe que, viniendo de ella, significa más que cualquier declaración elaborada.
Ambos se quedan en silencio por un momento, simplemente mirando el horizonte mientras el sol comienza a esconderse. Yuta, por primera vez en mucho tiempo, siente que todo está en su lugar. Y Maki, aunque no lo diga, parece sentir lo mismo.
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Everlasting [✔️]
FanficNi el rey de las maldiciones impidió que el fuerte vínculo entre ambos se rompiera. "Por siempre."