Uno

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Melissa.  

—¡Maldita sea con mi cabello! —grito desesperada frente al espejo moviendo las manos como si tratara de alejar a alguien, provocando así una pequeña quemadura en mis dedos. Los miro como si fueran la abominación más horrible el planeta. Con suerte no me quedará una marca.

Poco más de una hora debería ser suficiente para tener mi cabello tan liso como lo deseo pero la verdad es que ni siquiera eso es suficiente. Ser lacia natural hubiera sido increíble pero en su lugar tengo chinos. ¡Y qué chinos!

Suspiro frustrada y me alejo del espejo pensando en una solución para el problema. Tomando en cuenta el tiempo desperdiciado que nunca podré recuperar y que ya tengo la mitad de mi cabello lacio, es muy tarde para darse por vencida. Con la plancha en mano me pongo frente al espejo de nuevo y hago lo que he estado haciendo la última hora.

Escucho el rechinar de una puerta abriéndose y al instante volteo para encontrarme con Amie vistiendo un bonito vestido rojo. No se le ve mal pero puedo asegurar que a mí se me vería mejor. Le sonrío y regreso mi vista al espejo.

—Es increíble que sigas ahí. —comenta riendo.

—Tal vez ya habría terminado si alguien me ayudase.

—No perderé mi tiempo en eso. Además, yo no sé por qué te esfuerzas tanto, solo es una fiesta. —comenta encogiéndose de hombros.

—No es "solo una fiesta", —digo imitando su voz. —Es nuestra primera fiesta aquí, tiene que ser inolvidable.

—Un peinado no la hará inolvidable, Melissa.

—Si no me vas a ayudar vete de mi habitación. —digo con molestia.

Amie se ríe pero se va mientras susurra algo que no logro escuchar del todo. Tampoco es que me importe mucho, tengo más cosas en las que preocuparme. Un ejemplo es mi vestimenta, he estado tan concentrada en mi cabello que no me he tomado la molestia de pensar en lo que usaré. Es una fiesta en la playa, supongo que algo corto y provocador, como siempre. No importa si es una fiesta en un antro o una misa un domingo por la mañana, siempre uso ropa "que me hace ver como una puta", en palabras de mis amigas. Aunque no es mi culpa que yo si tenga sentido de la moda y ellas no. Además de que son demasiado niñas buenas.

Esta mañana, cuando llegamos a la hermosa playa de Santa Mónica, nos encontramos con unos hombres muy guapos repartiendo volantes para una fiesta. Estábamos cansadas después del largo viaje desde Londres y mis amigas no querían acercarse pero yo no iba a dejar ir la oportunidad de asistir a una fiesta tan fácilmente, mucho menos si es gratis. Me acerqué, conversamos, recibí el volante y después de una larga platica sobre las razones por las cuales no deberíamos perdernos la fiesta, mis amigas aceptaron.

Desde ese momento, más o menos las cinco de la tarde, nos hemos estado arreglando para ir. Yo más que todas. Amie dice que no es necesario perder tanto tiempo si al final de la noche va a estar medio muerta, por eso simplemente ha tomado una ducha y se ha vestido como si fuera un día normal de universidad. Mientras que Aylin nos ha ignorado completamente (después de que le hemos dicho más de mil veces que al menos debería bañarse) y solo se ha puesto algo más adecuado para la ocasión.

Por fin, luego de casi otra hora, mi cabello está completamente lacio. Ahora debo tener cuidado con el agua, basta una gota para que se esponje y al final de la noche parezca león. Me alejo del espejo y camino hacia mis maletas que ni siquiera he abierto. Entre toda la ropa que tengo comienzo a buscar un bikini bonito, tal vez un short y una blusa holgada.

—¿Terminaste, Melissa? —me pregunta Aylin a gritos desde la sala de nuestra pequeña casa.

En realidad no es nuestra, es de los padres de Amie quienes nos la prestaron por las vacaciones y para celebrar su cumpleaños número veintiuno. Pasar su cumpleaños en Londres, en el mismo lugar donde ha vivido toda su vida, no le causaba una gran emoción. Fue entonces cuando se me ocurrió la grandiosa idea de que les pidiera a sus padres la llave de este lugar. Aceptaron luego de poner mil excusas sin sentido y nos compraron los boletos de avión. Nunca me sentí más agradecida de ser amiga de Amie que en ese momento.

Summer NightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora