Nueve

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Aylin.

Harry y yo salimos de la cama después de una buena sesión de besos y alguna que otra caricia. Debo admitir que nunca creí que lo haría con un chico de mi banda favorita y que además sería tan bueno. Pero todo lo que pasó anoche se lo atribuyo al alcohol que hace que salga un lado de mí del que no me siento precisamente orgullosa; sé que esa parte siempre ha estado ahí pero no soy ese tipo de chica. Aunque cierta parte de mí está agradecida porque si no hubiera estado borracha, no hubiera hecho nada de lo que hice anoche.

El de rulos se viste en silencio y yo no me dispongo a hablar tampoco. Esto me da tiempo de pensar en ma situación: anoche dejé en claro que Harry Styles no me agradó del todo y el que durmiese en su habitación es de por si contradictorio. Ni siquiera sé por qué demonios no me negué. Entonces, la verdad es que no quiero levantar ningún tipo de sospecha por lo que tal vez lo mejor sea tratar a Harry igual que hice anoche.

Cuando salimos de la habitación veo sus claras intenciones de acercarse más de lo debido y puedo notar a Liam en el comedor, los demás han desaparecido y la verdad es que poco me importa.

El chico del comedor nota nuestra presencia justo cuando Harry me toma de la cintura y se acerca a mi cuello para decir algo. Lo que identifico como nervios se apodera de mí y al instante lo aparto de un empujón con mas fuerza de la intencionada.

-Aléjate de mí, idiota. -exclamo, tal vez demasiado fuerte, pero asegurándome de que Liam lo escuche.

-Buenos días,... -sus palabras se interrumpen y se quedan flotando en el aire. Me lleva un par de segundos descifrar lo que eso significa.

-Oh. -exclamo cuando entiendo. -Soy Aylin.

-Un gusto. -contesta y vuelve su mirada al plato de cereal frente a él.

Cuando la "conversación" con Liam termina, es Harry quien exige mi atención.

-¿Qué demonios ha sido eso? -susurra bajo pero con rabia.

-No uses ese tono conmigo. -me indigno y camino hacia Liam. -¿Tienes alguna aspirina por aquí?

El dolor de cabeza que viene después de una gran noche de alcohol me atormenta y me hace plantearme la posibilidad de no volver a tomar en mi vida. Pero si no tomas, ¿cómo lo harás con Harry de nuevo?, señala mi subconsciente. Es suficiente motivo para que me trague mis palabras.

-¡Aylin! -escucho el grito de Harry.

-¡Cállate! -me es imposible quedarme callada ante la actitud que está teniendo conmigo.

-¿Me escuchaste, Lin? -es otra voz, más dulce y cercana que la otra, aunque demasiado veloz para entender la mitad de lo que dice.

-¿Lin? -pregunto confundida.

-Es un apodo, si no te gusta lo cambio. -se encoge de hombros.

-Oh, no. -digo al instante. -Me agrada. -sonrio y él también lo hace. -En cuanto a lo otro, ¿te molestaría repetirlo?

Liam suelta una pequeña carcajada.

-En el baño. El espejo es una puerta, ahí encontrarás lo que necesites.

-Gracias.

Camino hacia el baño, que no es muy difícil de encontrar, y me pongo a buscar lo que necesito para aliviar mi dolor de cabeza. No lo encuentro y es peor a cada minuto.

-¿Buscabas algo, preciosa? -es Harry, recargado en el marco de la puerta con un botecito entre las manos.

-Idiota. Dámelas.

-No hasta que me digas a que se debió lo de allá. ¿Tan malo fui?

-Sí. -es la única manera en que conseguiré las pastillas aun cuando sé que es mentira. Y es probable que gracias a su ego del tamaño del universo él también sepa que miento.

-Pero eso no puede ser porque entonces no me habrías dejado tocarte esta mañana. ¿O tan rápido olvidas las cosas?

-¿Eso? Vaya, lamento ser tanta tentación para ti pero la verdad es que tú no eres la gran cosa. -me cruzo de brazos.

-¿En serio? Si no mal recuerdo, fuiste tú quien se lanzó a mis brazos anoche. -sus cejas hacen un movimiento, sus labios se elevan hasta formar una sonrisa. Sus ojos se llenan de arrogancia.

Tal imagen me da ganas de golpearlo y arruinar su perfecta imagen.

-¿Me vas a dar las pastillas o no, imbécil?

-Uy, tranquila, bonita. -de nuevo la sonrisa. -Ven por ellas.

Da media vuelta y se va caminando por el pasillo hacia una habitación. Una mitad de mi dice que vaya tras él y consiga las pastillas, la otra me dice que no juegue su juego, que siga mis propias reglas. Y la verdad el resultado de la segunda me atrae más.

-¡Liam!, ¿podrías llevarme a casa por favor?

«¿Liam?» se escucha desde una de las habitaciones, confusión total en el tono de voz que Harry emplea.

-Claro. -también Liam se escucha confundido pero no hace preguntas al respecto.

Mientras bajamos por el elevador en silencio el celular del chico comienza a sonar y se ve obligado a contestar cuando ve el número en la pantalla. Antes de hablar me hace una seña para que guarde silencio.

-¿Los encontraron? -es la primera pregunta en la conversación.

-Solo a los chicos. -se escucha del otro lado de la línea.

-¿Y ellas?

-No tenemos idea. Liam, ellas no son nuestra responsabilidad.

-Pero...

-Nada. Lo siento.

El ceño del chico se frunce y sin añadir algo más se despega el teléfono de la oreja y cuelga.

-Hablaban de mis amigas.

-No tengo idea de donde estén, lo siento.

-Imagino que son lo suficientemente capaces de cuidar de sí mismas. -me encojo de hombros. -Llévame a casa. Por favor.

Liam asiente con la cabeza y nos encaminamos hacia su bonito auto que resulta ser muy veloz también. De alguna forma mágica puedo ubicarme en las calles de la ciudad y termino por darle a Liam la dirección correcta luego de dos intentos fallidos. Cuando llegamos y él estaciona frente a la puerta le agradezco el viaje y abro la puerta, esperando que diga algo sobre volvernos a encontrar.

-¿Me darías tu número? Antes de marcharte. -señala la calle.

-Claro. Anota. -dicto una serie de números que él escribe en su teléfono.

-Listo. -sonrie. -Y espero que tus amigas estén bien.

-Yo también. -le sonrío una ultima vez antes de bajar del auto.

Parada en medio de la calle le digo adiós con la mano a Liam mientras él conduce de vuelta a su hotel.

Suspiro antes de entrar a la casa esperando que al menos una de mis amigas esté dentro.

Summer NightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora