Diez

32 0 0
                                    

Melissa.

Camino y camino pero no puedo ubicarme. He preguntado por los nombres de las calles, los he visto yo misma y aun así me es imposible saber donde me encuentro parada y estoy a nada de perder la poca paciencia que me queda. Esto es horrible y mis pies ya piden un descanso. El sol, radiante en lo alto del cielo, no ayuda en nada y ya tengo hambre de nuevo. Ni siquiera sé cuánto tiempo llevo caminando sin rumbo.

El punto no es llegar a la casa, en realidad. Quiero ir al pier, conocer un poco la ciudad, no quiero estar en la casa porque sé que para eso tendré mucho tiempo. En especial cuando sé que lo que le dije a Zayn más temprano es verdad: mis amigas no son fáciles de alejar. Ambas están verdaderamente interesadas en seguir saliendo con sus amigos y conocerlos más a fondo y si surge la oportunidad no dudo que la vayan a tomar: irse de tour con una de las bandas más populares del momento es algo que ninguna rechazaría. Yo tampoco lo haría si fuesen otra banda, otras personas.

Divagando en mis pensamientos me doy cuenta de que, si mis amigas de verdad se van, me quedaré sola en Los Ángeles por lo que resté de vacaciones. No es del todo malo, a veces siento que con ellas debo limitarme demasiado, y sin ellas cerca podré ir a cuantas fiestas me plazca, con quien se me dé la gana. Lo malo es que los papás de Amie no confían mucho en mí y nunca en la vida me dejarían sola en su casa de Los Ángeles. Con trabajo conseguí que me incluyeran en el plan y fue mi idea. Así que tendría que buscar un nuevo lugar para dormir a menos que nadie le contara a sus padres, nunca, que se iba en un segundo viaje acompañada de celebridades.

Qué ridículamente increíble todo. No esperaba que nuestro pequeño viaje se tornase en algo tan complicado y a la vez divertido. Tengo un presentimiento, no hay forma posible en que todo esto no termine en un caos tremendo, pero si juegas con fuego es porque conoces los riesgos y no tienes miedo a quemarte.

Y de todas formas ¿por qué pienso en eso? Me estoy adelantando demasiado a los hechos. Tal vez no pase nada de lo que creo, tal vez sean unas semanas tranquilas y divertidas solo nosotras tres y en un par de días ni siquiera nos acordemos de que conocimos a unas súper estrellas arrogantes y aburridas. Aunque también dudo que todas tengamos el mismo concepto de los chicos que conocimos. Podría jurar que sé lo que las otras dos piensan sobre ellos y que ellas saben lo que yo pienso.

Suspiro y me detengo, mirando a mi alrededor. He caminado al menos otras cuatro cuadras y todo me parece igual. Es probable que me encuentre caminando en círculos y que eso haya hecho las últimas dos horas. ¿Dos horas? Ya ni siquiera soy consciente del tiempo que pasa, qué más da un minuto, cinco, dos horas, tres. Es lo mismo y en Los Ángeles importa menos.

Decido que tampoco quiero ir al pier porque me han entrado unas repentinas ganas de nadar. Y aquí hay mucho mar por todas partes, y el día es joven. A la mierda la resaca, la banda, y todo lo demás que se tenga que ir a la mierda. En este momento de mi vida tengo ganas de nadar. Así que cambio el rumbo y comienzo a caminar siguiendo los letreros en postes que me indican para dónde esta la playa. Antes de llegar hago una pequeña parada en una tiendo de trajes de baño y me compro un bikini.

Llego a la playa y me quito la ropa para quedar en bikini. Sin importarme nada más las aviento por ahí y comienzo a caminar hacia el agua fría. Me sumerjo por completo y nado lejos de la orilla. Cuando salgo miro hacia donde se encuentran mis cosas y me percato de que hay un muchacho de pie junto a ellas, me mira con una gran sonrisa divertida y me saluda con la mano cuando se da cuenta de que también lo miro. Lo único que puedo pensar es maldita sea y de la anonadada que estoy ni siquiera me puedo mover. Tampoco es que quiera hacerlo, solo podría ir hacia él o hacia el mar abierto y ni la primera ni la segunda suenan divertidas.

Al final no tengo que hacer nada porque es el chico quien se quita la ropa, quedando únicamente en bóxer, y camina hacia el mar. Se mete y nada, hasta que llega a mi lado. Puedo jurar que podría hacerlo cenizas si las miradas tuvieran la capacidad de hacer eso. La sonrisa que por nada se le quita aumenta mis ganas de soltarle un golpe y tirarle uno o dos dientes.

—¿Qué haces aquí? —pregunto cuando salgo de la estupefacción.

—¿Acaso creíste que sería tan fácil escapar de mi? —contesto arrogante.

No me contuve, dejé que mi puño se estrellara en el hombro del morocho.

—Maldito seas, Zayn Malik.

—No te enojes, preciosa. Disfruta el mar.

Zayn se mete bajo el agua de nuevo y yo lo que menos quiero hacer es imitar sus acciones, pero siento su mano alrededor de mi tobillo y me jala con fuerza para que entre al agua con él. Sería mentira decir que los siguientes diez o tal vez veinte minutos están llenos de risas y pequeñas guerras de agua. Es divertido estar con él y cada minuto que pasa me cae mejor, aunque no lo admitiría en voz alta.

Cuando salimos del agua casi ha anochecido. Reímos mientras nos pones nuestras prendas llenas de arena y es cuando caigo en cuenta de un hecho que no me hace precisamente feliz.

—Esta tarde ¿me estuviste siguiendo?

—Sí. —admite sin vergüenza. —Y que caminata más larga has dado, por cierto. ¿Estabas perdida? —se burla.

Aunque lo intento, no puedo enojarme. Y aunque lo que hizo califica como acoso, solo puedo reírme y él también lo hace.

Summer NightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora