Después del encuentro fortuito en el parque, Alex no podía dejar de pensar en Aylen. La forma en que sonreía mientras hablaba de sus libros favoritos lo había cautivado. Decidió que necesitaba conocerla mejor, así que ideó un plan.
Al día siguiente, Alex fue a la biblioteca, el lugar donde había visto a Aylen por primera vez. Se sentó en una mesa cerca de la ventana, con la esperanza de que ella llegara. Mientras hojeaba un libro de aventuras, su mente divagaba entre historias de héroes y princesas, imaginando que tal vez él podría ser el héroe que Aylen necesitaba.
Finalmente, cuando ya comenzaba a perder la esperanza, la puerta se abrió y ella entró. Su cabello castaño caía sobre sus hombros y llevaba consigo un par de libros bajo el brazo. Alex sintió un cosquilleo en el estómago y, tras un breve momento de duda, se armó de valor y se acercó a ella.
—Hola, Aylen. ¿Te acuerdas de mí? Somos compañeros de clase, y nos conocimos en el parque —dijo Alex, tratando de sonar despreocupado.
Aylen levantó la vista, sorprendida pero sonriendo.
—¡Claro que sí! Eres Alex, ¿verdad? Me alegra verte aquí.
La conversación fluyó con naturalidad. Hablaron sobre sus libros favoritos, sobre la música que les gustaba, y compartieron risas sobre anécdotas graciosas de la escuela. Alex se dio cuenta de que cada palabra que intercambiaban lo acercaba más a ella, como si formaran un lazo invisible.
A medida que pasaban los días, sus encuentros en la biblioteca se volvieron más frecuentes. Alex se dio cuenta de que Aylen tenía una mente brillante y una pasión por la literatura que lo fascinaba. Ella, por su parte, apreciaba la curiosidad y el sentido del humor de Alex.
Una tarde, mientras revisaban algunos libros de poesía, Aylen mencionó que le encantaría asistir a un recital de poesía que se celebraría el próximo fin de semana.
—¡Deberías ir! —le dijo Alex, con entusiasmo—. Podríamos ir juntos. Sería divertido.
Aylen lo miró, un brillo en sus ojos.
—¿De verdad? Me encantaría.
El sábado llegó rápido. Alex se preparó con nerviosismo, queriendo lucir bien sin parecer que se había esforzado demasiado. Cuando llegó al lugar del recital, su corazón latía con fuerza al ver a Aylen, vestida con un vestido sencillo pero hermoso. Ella también se había esforzado por verse bien, y Alex sintió que su pulso se aceleraba.
Durante el recital, escucharon a varios poetas recitar sus obras. Aylen estaba completamente absorbida, y Alex no podía evitar mirarla, sintiendo que cada instante compartido se convertía en un recuerdo invaluable. Después del recital, decidieron caminar por un pequeño parque cercano.
—Gracias por invitarme, Alex. Fue una experiencia increíble —dijo Aylen, sonriendo.
—La verdad es que no hay nada que me gustaría más que compartir momentos así contigo —respondió Alex, sintiendo que era el momento perfecto para abrirse un poco más.
—¿Te gustaría leer poesía juntos algún día? —preguntó Aylen, con un destello de entusiasmo en sus ojos.
—Me encantaría. Tal vez podamos escribir algo juntos, ¿qué opinas?
Aylen se sonrojó ligeramente, pero su sonrisa se amplió.
—Eso suena genial.
Mientras caminaban, Alex se dio cuenta de que había algo especial entre ellos, un tipo de conexión que iba más allá de la amistad. La noche se iluminaba con estrellas, y él sintió que estaba comenzando una historia que podría ser mucho más de lo que había imaginado.
Sin embargo, en el fondo de su mente, una pequeña voz le recordaba que todo esto era nuevo y, como todo nuevo comienzo, estaba lleno de incertidumbres. Pero por ahora, todo lo que quería era disfrutar de la compañía de Aylen y descubrir a dónde les llevaría su historia.
Mientras caminaban, la conversación se tornó más profunda. Hablaron sobre sus sueños y aspiraciones. Alex le confesó que siempre había querido ser escritor, pero a menudo dudaba de su talento.
—La verdad es que tengo muchas ideas en mi cabeza, pero me cuesta darles forma —admitió, mirando al suelo.
Aylen se detuvo y lo miró fijamente.
—A veces, lo más difícil es simplemente empezar. Pero si no lo intentas, nunca lo sabrás. ¿Qué tipo de historias te gustaría contar?
Alex sintió que su corazón se aceleraba. Nunca había compartido sus ideas con alguien más.
—Me gustan las historias de aventuras, pero también quiero explorar temas como la amistad y el amor. Me gustaría que mis personajes fueran reales, que la gente pudiera identificarse con ellos.
Aylen asintió, pensativa.
—Eso es lo más importante: que la gente se sienta conectada con los personajes. ¿Por qué no escribimos algo juntos? Podría ser una historia sobre dos amigos que se embarcan en una aventura y descubren más sobre ellos mismos en el camino.
La idea le emocionó. Era justo lo que había estado buscando, un proyecto que uniera su pasión por la escritura con la conexión que había forjado con Aylen.
—¡Me encantaría! —respondió Alex, con una sonrisa que iluminaba su rostro—. ¿Qué tipo de aventura deberíamos crear?
Se sentaron en un banco del parque, rodeados por la suave luz de las farolas. Mientras hablaban, las ideas comenzaron a fluir, y antes de que se dieran cuenta, habían construido un esbozo de su historia: dos amigos que, tras encontrar un mapa antiguo, se embarcaban en una búsqueda para descubrir un tesoro perdido. A lo largo del camino, enfrentarían desafíos que pondrían a prueba su amistad y les enseñaría lecciones valiosas sobre la confianza y la valentía.
El tiempo pasó volando y, antes de darse cuenta, la noche estaba bien avanzada. El aire fresco les envolvía, pero Alex no sentía frío, solo una calidez especial al estar con Aylen.
—Deberíamos fijar un día para comenzar a escribir —sugirió él, sin poder ocultar su entusiasmo.
—Sí, pero... —Aylen se mordió el labio, un poco insegura—. ¿Qué te parece si hacemos un trato? Cada uno escribirá un capítulo por su cuenta y luego los compartimos. Así será una sorpresa.
Alex se rió, encantado con la idea.
—¡Trato hecho! Aunque espero que no me dejes en vergüenza con tu talento.
—No te preocupes, lo haré lo mejor que pueda. Pero prometo no dejarte atrás.
Ambos se rieron y continuaron hablando, cada vez más cómodos el uno con el otro. Sin embargo, mientras la conversación fluía, Alex no podía evitar sentir que algo estaba cambiando. Era como si una nueva fase de su vida comenzara a tomar forma.
Cuando finalmente decidieron irse, el aire de la noche se sentía lleno de promesas. Al despedirse, Alex sintió una punzada de nerviosismo y emoción.
—Gracias por esta noche, Aylen. Me divertí mucho.
—Yo también, Alex. Espero que podamos hacer esto más seguido.
Mientras se alejaban, Alex sintió que cada paso que daba lo acercaba a una nueva aventura, no solo en la escritura, sino también en su relación con Aylen. Se preguntaba cómo sería su historia y qué giros inesperados les esperaban.
Con el corazón latiendo con fuerza, regresó a casa, sintiendo que la vida había tomado un nuevo rumbo. La idea de escribir juntos lo llenaba de emoción, pero lo que realmente lo motivaba era la conexión que había comenzado a florecer con Aylen. Estaba ansioso por descubrir qué más podrían crear juntos, tanto en sus historias como en la realidad.
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Aventura𝘌𝘯 𝘶𝘯 𝘷𝘪𝘣𝘳𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘷𝘦𝘤𝘪𝘯𝘥𝘢𝘳𝘪𝘰 𝘥𝘰𝘯𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘳𝘦𝘢𝘵𝘪𝘷𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘦𝘤𝘦, 𝘈𝘭𝘦𝘹, 𝘶𝘯 𝘫𝘰𝘷𝘦𝘯 𝘢𝘱𝘢𝘴𝘪𝘰𝘯𝘢𝘥𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘢 𝘮ú𝘴𝘪𝘤𝘢, 𝘺 𝘈𝘺𝘭𝘦𝘯, 𝘶𝘯𝘢 𝘵𝘢𝘭𝘦𝘯𝘵𝘰𝘴𝘢 𝘢𝘳𝘵𝘪𝘴𝘵𝘢, 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘶𝘣𝘳𝘦�...