׺°"˜'"°º× 𝓾𝓷 𝓲𝓷𝓼𝓽𝓪𝓷𝓽𝓮 𝓻𝓸𝓫𝓪𝓭𝓸 ׺°"˜'"°º×

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El sol ya comenzaba a ocultarse tras los edificios altos del centro, tiñendo el cielo de un cálido naranja. Alex caminaba lentamente hacia el parque, donde había quedado de verse con Aylen. Habían pasado semanas desde su última conversación profunda, y aunque ambos lo sabían, ninguno había dado el paso de hablarlo.

Esa tarde, Aylen había enviado un mensaje que dejó a Alex con el corazón acelerado: "Nos vemos en nuestro lugar, a las 6. Quiero hablar contigo." Solo esas palabras, y su mente no había dejado de imaginar posibles escenarios, algunos buenos y otros no tanto.

Cuando llegó al parque, la vio sentada en su banco de siempre, el de madera desgastada, bajo el gran árbol de hojas caídas. Aylen miraba el cielo, pero su expresión no era la misma de siempre. Parecía perdida en sus pensamientos. Alex se acercó lentamente, intentando disimular los nervios.

—Hola —dijo, con la voz más suave de lo que esperaba.

Aylen lo miró y sonrió levemente, pero algo en su mirada parecía más frágil de lo habitual. Alex se sentó a su lado, sin saber exactamente qué decir. El silencio entre ellos no era incómodo, pero sí denso, cargado de cosas no dichas.

Finalmente, fue Aylen quien rompió el silencio.

—Alex... —comenzó, jugando con una pequeña hoja que había caído sobre su falda—, llevo pensando en esto mucho tiempo. Y no sé si tú sientes lo mismo, pero... creo que estamos en un punto en el que algo tiene que cambiar.

Alex sintió su corazón detenerse un segundo. Había temido esas palabras, pero al mismo tiempo las había esperado. Tragó saliva, intentando encontrar las palabras correctas.

—Yo también lo he pensado —dijo al fin—. Pero... no sé qué es lo que quieres que cambie.

Aylen lo miró fijamente, con esa intensidad que siempre lo desarmaba. Su mirada estaba llena de emociones contenidas, como si llevara días, semanas, intentando procesarlas todas.

—Lo que siento por ti... ha ido creciendo, Alex. No sé cómo explicarlo, pero cuando estoy contigo, todo parece más claro y, a la vez, más confuso. Me haces sentir cosas que no había sentido antes.

Alex sintió cómo su estómago se revolvía, pero no era incomodidad. Era esa mezcla de nervios y emoción, la sensación de estar justo al borde de algo importante. Se armó de valor y tomó la mano de Aylen, algo que nunca había hecho antes con tanta seguridad.

—Aylen... —susurró, mirándola a los ojos—. Yo también siento lo mismo. No puedo dejar de pensar en ti, y cada vez que estoy cerca, es como si el mundo se detuviera. Pero no sabía si tú...

Ella lo interrumpió, acercándose un poco más.

—Es que no sé si estamos listos para lo que esto significa. Pero tampoco quiero seguir fingiendo que no lo siento.

El silencio volvió, pero esta vez era diferente. Había algo más palpable entre ellos, algo que ambos sabían que no podían ignorar más. Las palabras no eran suficientes, pero los gestos lo decían todo.

Alex, sin pensarlo dos veces, acercó su rostro al de Aylen, sintiendo el suave roce de su respiración. Sus corazones latían tan rápido que parecían sincronizados. Y en ese instante, sus labios se encontraron en un beso tierno, tímido, pero lleno de significado. No fue un beso apasionado, sino uno de descubrimiento, de un nuevo comienzo.

Cuando se separaron, ambos se quedaron en silencio, aún procesando lo que acababa de suceder. El mundo parecía más brillante, como si algo hubiera cambiado en el aire, algo que les pertenecía solo a ellos dos.

—Esto... esto es solo el principio, ¿verdad? —preguntó Aylen, aún con una sonrisa nerviosa en los labios.

Alex asintió, con una mezcla de emoción y alivio en su rostro.

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