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El aire estaba denso esa tarde. Los días pasaban, pero la tensión entre Alex y Aylen seguía latente. Aunque habían hablado sobre los celos de Alex, esa conversación no había sido suficiente para disipar por completo la duda que lo atormentaba. Ambos intentaban actuar como si todo estuviera bien, pero en el fondo, algo había cambiado.

En clase, Alex se sorprendió a sí mismo observando a Aylen más de lo normal. Ya no se trataba solo de miradas casuales, sino de una especie de vigilancia silenciosa. Se sorprendía revisando su teléfono, fijándose si hablaba con John. Los mensajes que antes no le habrían importado, ahora parecían llevar un peso diferente.

Un viernes por la tarde, después de la escuela, Aylen lo invitó a su casa. Quería pasar tiempo con él, pero sobre todo, quería que se reconectaran, que volvieran a ser los mismos de antes. Sin embargo, Alex no podía sacarse de la cabeza una pequeña conversación que había escuchado el día anterior. John y otro amigo hablaban en voz baja sobre lo bien que se llevaba con Aylen, y aunque no decían nada explícito, el tono de las palabras había sido suficiente para hacer que las inseguridades de Alex volvieran a crecer.

Cuando llegó a casa de Aylen, la vio con una sonrisa en el rostro, pero algo en su mirada le pareció diferente. O quizás era su propia paranoia la que deformaba la realidad.

—Estaba pensando que podríamos ver una película —dijo Aylen alegremente, tratando de aliviar la tensión que había sentido entre ellos en los últimos días.

—Sí, claro —respondió Alex, tratando de sonar despreocupado, pero su mente estaba en otro lugar.

Se acomodaron en el sofá, y la película comenzó. Pero mientras Aylen parecía disfrutarla, Alex no podía concentrarse. Cada vez que Aylen recibía un mensaje en su teléfono, el sonido de la notificación lo ponía nervioso. Finalmente, la tensión lo superó.

—¿Es John? —preguntó de repente, su tono más duro de lo que pretendía.

Aylen lo miró, sorprendida.

—¿Qué? No... es una de mis amigas —respondió ella, algo confundida por su reacción—. ¿Por qué preguntas?

Alex suspiró, sintiéndose atrapado entre la necesidad de confiar en ella y el miedo de estar ignorando algo importante.

—Es que... no sé, Aylen. A veces siento que pasas mucho tiempo hablando con John. Y... no quiero ser el tipo celoso, pero no puedo evitarlo. Es como si algo estuviera pasando, aunque sé que probablemente estoy exagerando.

Aylen apagó la televisión y se giró hacia él, claramente molesta ahora.

—Alex, ¿otra vez con esto? —preguntó, visiblemente frustrada—. Te lo he dicho mil veces: John es solo un amigo. Si no puedes confiar en mí después de todo lo que hemos hablado, entonces... no sé qué más hacer.

Alex miró hacia el suelo, sabiendo que estaba caminando en terreno peligroso. Pero había algo en su interior que lo empujaba a seguir hablando, como si necesitara sacar todo antes de que lo consumiera por completo.

—No es que no confíe en ti... —comenzó, pero Aylen lo interrumpió.

—¿No es eso? Porque parece que cada vez que hablo con John o con cualquier otro chico, piensas que estoy haciendo algo mal. ¿Qué más necesitas para creerme?

Alex se quedó en silencio, sin saber cómo responder. Sabía que estaba arruinando el momento, que estaba llevándolos hacia un camino del que tal vez no habría vuelta atrás. Pero las palabras salieron de su boca antes de que pudiera detenerlas.

—Es solo que... a veces siento que te llevas mejor con él que conmigo. Y no puedo dejar de pensar que, quizás, en el fondo, te gustaría estar con él.