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Narradora

Después de aquella noche, las cosas entre Kylie y Malia parecían diferentes, ni siquiera eran novias aún , pero el cambio era percibido de formas muy distintas por cada una. Para Kylie, todo parecía avanzar de manera natural, como si ellas alcanzaran un deseo mutuo, sus sentimientos a Malia eran lo más parecidos al amor que había experimentado. Ella planeaba como pedirle a la rizada que sea su novia, nunca se imaginó en esta situación, queriendo algo serio, pero su chica era distinta a las demás, solo pensarlo le hacía feliz. Pero Malia...no podía evitar sentirse enredada.

Los días pasaban y Malia se encontraba pasando más y más tiempo en casa de Kylie. Las conversaciones en la cama, como se ayudaban con tareas de la uni o trabajo, los besos furtivos, la excitación de ambas, todo eso debería hacerla feliz. Y en cierta medida, lo hacía. Pero había algo más. Cada vez que estaban juntas, la sombra de su pasado la envolvía, recordándole lo roto que se sentía por dentro. Pero no decía nada, quedaba congelada.

Había noches en las que simplemente no estaba del todo ahí. Mientras Kylie la abrazaba, ella se encontraba atrapada en sus propios pensamientos, preguntándose si ese era el precio a pagar por ser querida. Aunque deseaba estar cerca de su novia, una parte de ella temía que si no la complacía de alguna manera, acabaría perdiéndola.

Estos pensamientos eran constantes, tanto que aparecían en sus momentos íntimos.
Ella disfrutaba del sexo con Kylie, pero..de alguna forma seguía sintiendo presión, no de parte de la morena, más bien de ella misma.

Esa tarde, la tensión acumulada se desbordó. Estaban acostadas, los cuerpos entrelazados en la suavidad de las sábanas. Los besos comenzaron lentos, pero pronto Malia tomó el control, algo que sorprendió a Kylie. Siempre había disfrutado que Malia se mostrara segura, pero esta vez era diferente. El modo en que la tocaba, la fuerza detrás de sus caricias...era demasiado.

Kylie sintió algo incómodo, como una grieta en la suavidad del momento. Trató de seguir el ritmo, pero la incomodidad creció, hasta que se convirtió en algo que no podía ignorar.

—Malia, espera —susurró, tratando de suavizar la situación con una risa nerviosa. Pero Malia no paró. Parecía ajena, perdida. Los movimientos se volvieron más rudos, más desesperados, sus dedos que se movían ásperamente. Más hirientes. La morena trató de apartarse ligeramente, pero Malia no notó el cambio.

Entonces sintió la mano de la menor en su cuello, eso le encantaba, pero en este momento hasta la asustó.

—Malia, por favor, para —dijo Kylie con más firmeza, poniendo una mano sobre el brazo de Malia. Fue como si el tiempo se detuviera en ese instante.

La rizada se congeló de inmediato. Sus ojos, vacíos hace un momento, de repente se llenaron de terror. Se apartó bruscamente, con las manos inquietas y los labios temblorosos. Kylie la miraba, desconcertada, sin comprender del todo qué había salido mal.

—Lo siento... lo siento tanto —murmuró Malia, su voz quebrada, apenas audible—. No quería hacerte daño, yo... no sé qué me pasa... siento que he hecho algo horrible.

Kylie se quedó paralizada por unos segundos, tratando de procesar lo que acababa de ocurrir. ¿Horrible? No, no era esa la palabra, pero la mirada desesperada de Malia decía otra cosa. Las lágrimas comenzaron a rodar por el rostro de Malia, sus manos se apretaban contra su pecho como si intentara protegerse de algún tipo de tormenta interior o un ataque de ansiedad.

—Hey, tranquila... no pasa nada —murmuró Kylie, moviéndose despacio para rodearla con sus brazos, tratando de calmarla—. No has hecho nada malo, Malia. Solo te estaba pidiendo que fuéramos más despacio, eso es todo. No me molesta lo rudo, me gusta, solo que...dolía un poco.

Red flags - kylia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora