Capítulo 30: Mi camino

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La mansión Wayne era un bastión de seguridad, pero eso no significaba que Talia no pudiera encontrar una manera de infiltrarse

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La mansión Wayne era un bastión de seguridad, pero eso no significaba que Talia no pudiera encontrar una manera de infiltrarse. Había pasado años aprendiendo el arte de la discreción y el sigilo, y aunque las medidas de seguridad de Bruce eran notorias, ella había logrado moverse sin ser detectada. La noche era oscura, y solo el brillo de la luna iluminaba el camino hacia la sala principal.

Al entrar, Talia se detuvo en seco al ver a Damian acunando a su hija Rina en brazos. El ambiente era cálido y hogareño, una atmósfera que había sido ajena a su vida hasta ese momento. Ella lo observó con una mezcla de nostalgia y un profundo deseo de reconectar con su hijo.

—Damian —dijo, su voz suave pero firme—. Necesito hablar contigo.

Damian, sorprendido, se levantó rápidamente, colocando a Rina en su cuna antes de girarse para enfrentarla. Sus ojos eran una mezcla de sorpresa y desconfianza.

—¿Qué haces aquí, madre? —preguntó, cruzando los brazos defensivamente—. ¿Cómo entraste?

—No es importante cómo entré —respondió Talia, tomando un paso hacia él—. Lo que importa es que necesito que vuelvas a la Liga de Asesinos.

—No voy a volver a la Liga —replicó Damian, su tono firme—. Ya elegí lo que quiero, y no es esa vida.

Talia se quedó en silencio por un momento, analizando la determinación en los ojos de su hijo. Pero en lugar de ceder, buscó una manera de cambiar la conversación.

—Tienes una familia ahora —dijo, desviando la mirada hacia la cuna—. ¿Te has detenido a pensar en lo que eso significa? Ella —señaló a Rina— es idéntica a ti, Damian. Tienes que enseñarle a ser fuerte, a sobrevivir.

Damian sintió un tirón en su corazón al escuchar eso. Miró a su hija, la pequeña que había traído al mundo con tanto amor, y luego a Talia.

—No necesito que me digas cómo criar a mi hija —respondió con firmeza—. Rina será fuerte por su propia cuenta. No tengo intención de involucrarla en la violencia que define a la Liga. Esa no es la vida que quiero para ella.

Talia frunció el ceño, sus emociones mezclándose entre la frustración y el orgullo. Damian tenía el mismo fuego en sus ojos que ella había visto en su propio padre, Ra’s al Ghul.

—No puedes simplemente ignorar quién eres, Damian. No puedes ignorar tu herencia —insistió Talia, acercándose más—. La Liga necesita un líder, y tú eres el heredero legítimo.

—No soy el heredero de la Liga, madre. —Su voz era más baja ahora, pero aún firme—. Soy el padre de Rina y el esposo de Akemi. Mi familia es lo que importa, y estoy aquí para protegerlos.

En ese momento, Rina empezó a moverse en la cuna, y su llanto rompió la tensión en el aire. Damian se acercó rápidamente y la tomó en sus brazos, acunándola suavemente mientras ella se calmaba.

ᴠɪɢɪʟᴀɴᴛᴇ sʜɪᴛ ᵈᵃᵐᶤᵃᶰ ᵃˡ ᵍʰᵘˡDonde viven las historias. Descúbrelo ahora