Peligro

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Buenas tardes aquí trayendo otro capítulo de guerrero de papel otro nuevo capítulo de este fanfic sin mucha vacilación comenzamos

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La habitación estaba sumida en una oscuridad sofocante, donde el aire era pesado, casi palpable, cargado de un hedor metálico que se mezclaba con el sudor frío de las criaturas atrapadas

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La habitación estaba sumida en una oscuridad sofocante, donde el aire era pesado, casi palpable, cargado de un hedor metálico que se mezclaba con el sudor frío de las criaturas atrapadas. En el centro, como un astro oscuro, la conocida como Alice/∆lice brillaba tenuemente, su figura apenas definida por las sombras que parecían retorcerse a su alrededor. Su piel destellaba como una estrella moribunda, un brillo sin vida, mientras sus ojos, dos pozos de luz aterradora, se clavaban en los conejos que aún respiraban, temblorosos y cubiertos de sangre.

Uno de los conejos, con el pelaje empapado y manchado de rojo, intentaba arrastrarse hacia la esquina, pero su patita trasera, rota en ángulos imposibles, dejaba un rastro viscoso sobre el suelo. Alice sonreía, una sonrisa monstruosa, llena de dientes afilados y retorcidos, chasqueando con hambre contenida. Su estómago rugía con un sonido grotesco, como el crujido de una bestia insaciable.

-SHHK-. Su mano garras se movió, rápida como un rayo, y el pequeño conejo no tuvo tiempo de reaccionar. Sus uñas negras se hundieron profundamente en el cuerpo de la criatura, atravesando carne y hueso con una facilidad escalofriante. El grito desgarrador del animal rompió el silencio, un chillido agudo que reverberaba por toda la habitación. Alice lo alzó, sosteniéndolo en alto mientras lo observaba con una fascinación perversa, deleitándose en su dolor.

Con un movimiento lento, casi ritualístico, Alice acercó su boca al cuello del conejo, sus colmillos sobresaliendo, listos para desgarrar. El chillido agónico se intensificó cuando su mandíbula se abrió más allá de lo humanamente posible y, de un mordisco brutal, arrancó un pedazo de carne palpitante. La sangre brotó en un chorro, manchando su rostro pálido mientras Alice masticaba, el crujido de los huesos rompiéndose mezclándose con el gorgoteo de la sangre en su boca.

CHOMP. CRUNCH. SLURP.

El eco del crujir resonaba en las paredes de la sala, amplificando cada masticada, cada fragmento de hueso molido entre sus dientes. La criatura, aún viva, convulsionaba en sus manos, pataleando débilmente mientras su vida se desvanecía con cada segundo que pasaba.

Un conejo cercano, paralizado por el terror, empezó a sollozar suavemente. Su pequeño cuerpo temblaba, atrapado entre la necesidad de huir y el miedo absoluto que lo dejaba petrificado en su lugar. Alice giró su cabeza bruscamente, fijando su mirada predatoria en él. Soltó el cadáver aún tibio del anterior conejo, dejándolo caer con un THUD sordo al suelo, y comenzó a caminar lentamente hacia su nueva presa.

Cada paso de Alice era pesado, resonante, el sonido de sus pies descalzos pegajosos al caminar sobre los charcos de sangre. Los pequeños chillidos de los conejos restantes eran interrumpidos por el slap viscoso de sus pies manchados de vísceras en el suelo. Los ojos del conejo, dilatados por el terror, seguían sus movimientos, sabiendo que no había escapatoria.

El Guerrero de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora