CAPITULO DOCE

11 2 2
                                    


Gabriel

Mido un metro ochenta y casi abarco toda la sala. Su casa es tan chiquita que no entiendo cómo han conseguido vivir en ella hasta ahora, eso sin mencionar que prácticamente se está cayendo. Definitivamente no tenía ni idea de que fueran tan pobres, me tomó por sorpresa cuando Yusuf apuntó a la casa y dijo que ahí vivía "mi chica".

Tampoco esperaba que ella reaccionara tan mal al verme. Estuvo a punto de darle un ataque de pánico. Parecía fuera de sí, como si no pudiese creer que estuviera nuevamente frente a ella. Y creo que la entiendo: ¿quién podría desear la visita de un asesino?

Algo que tampoco esperé fue mi reacción al verla de nuevo. Recordaba sus ojos grandes y expresivos, de ese color marrón tan común pero único a la vez; sin embargo, nada se compara a la realidad. Ella me causa un extraño, extraño sentimiento. Una necesidad que no termino de comprender. Y me encuentro dirigiendo mi mirada a la suya una y otra vez, como un bumerán, siempre regreso.

Ahora la observo fijamente y apenas está respirando. Ha comenzado a sudar y simplemente no puede mantenerse tranquila en un solo lugar. Se balancea suavemente sobre sus pies y mantiene los ojos pegados al suelo.

—Cásate conmigo —repito. Ella suelta todo el aire que estaba conteniendo y yo no puedo creer las palabras que salen de mi boca a continuación—. Cásate conmigo y vivirás como una reina. Lo tendrás todo.

Levanta la cabeza, me mira, no, no, me atraviesa con sus ojos del color de la tierra y casi siento ganas de perderme en ellos.

—¿Por qué? —pregunta y juro que podría sentir su odio aún estando a kilómetros de distancia.

—Es una buena pregunta —digo, me muevo en el reducido espacio y encuentro un asiento que creo capaz de sostener mi peso. Voy hacia él y me siento, Selin no me pierde de vista ni por una milésima de segundo—. ¿Por qué tú? —ella continúa mirándome seria. Suspiro—. La verdad es que yo también me estoy haciendo a la idea.

—No has respondido a mi pregunta.

Me acomodo mejor en el asiento, pongo una pierna sobre la otra y me paso las manos por el cabello. ¿Por dónde empezar? Ese es el dilema. Todo es tan complicado y sencillo a la vez.

Complicado para ella, sencillo para mí. Podría solo tomarla y ya está, me ahorraría mucho tiempo valioso. Pero quiero que acepte, quiero darle la oportunidad de decidir. Quizás solo estoy jugando a ser bueno y no lo soy, ahí está el maldito problema. No soy un jodido príncipe azul, si tengo que llevármela a la fuerza o amenazar la vida de su hermano con tal de que acepte, lo haré.

—En mi mundo el matrimonio es sagrado —comienzo. Ella se mantiene impávida, escuchando—. Una vez que eliges, ya no hay vuelta atrás. Nadie puede hacer nada al respecto.

—No entiendo, yo...

—Déjame continuar—suspira y hace un movimiento con la mano que significa que hable—. Mi padre es un hombre influyente, muy poderoso, y quiere que me case lo más pronto posible. Pero la mujer que escogió no es de mi agrado y la única forma de librarme de ella es casándome con otra persona.

No tengo ni idea de cuánto tiempo pasa, pero ambos nos mantenemos en silencio, envueltos en una guerra de miradas sin sentido. Es ella la primera en acabar con el letargo.

—Puedes elegir a cualquier persona ¿por qué yo? —cuestiona.

—Tú tienes una deuda conmigo, te perdoné la vida —le recuerdo—. Por eso, vas a hacer lo que yo te diga y podré confiar en que no le dirás nada a nadie.

Abre la boca, vuelve a cerrarla. Me mira, frunce el ceño, se revuelve el cabello, estresada, y respira profundo.

—En realidad no me estás dando opción, ¿verdad? —ríe, se muerde los labios y niega—. Estoy obligada a aceptar.

Me hago con una gran bocanada de aire antes de ponerme de pie y caminar hacia ella. Le llevo como tres cabezas de alto; además, soy un hombre fuerte, casi podría tomarla con una mano y echármela al hombro. Pero ella no está intimidada por nada de eso, me mira directamente a los ojos, tiene la frente en alto y ha hecho puños las manos.

Es valiente, mucho, y creo que ni siquiera se da cuenta de ello.

—Puedo obligarte a hacer lo que yo quiera —le dejo claro y hago énfasis en las dos últimas palabras—. Pero quise darte la oportunidad de aceptar por las buenas.

—¡Ja! —chista, con ironía—. ¡Cuánto lo lamento! No me había percatado de toda la bondad que existe en vuestro ser.

Hago amago de rodar los ojos, pero me contengo. En cambio, decido fijarme mejor en sus rasgos. Tiene pómulos profundos, un poco más de lo normal, y grandes ojeras, como pozos, bajo los ojos. Los labios en forma de corazón, la nariz recta y un lunar pequeñito justo en el centro del párpado derecho. Es común, muy, demasiado común, pero mis ojos me engañan de vez en cuando y la veo diferente, completamente diferente al resto.

Trago saliva, busco las palabras, ella mueve sus largas pestañas y me obligo a concentrarme en lo importante, en vez de mirar como estúpido ese brillo complicado que poseen sus ojos.

—No será un matrimonio real —le aseguro—. No voy a tocarte, ni a hacerte daño de ninguna forma. Solo tienes que comportarte como mi esposa frente a mi padre y a algunos otros —veo una chispa de duda pasar por su rostro y creo que comienzo a convencerla—. Ni tu hermano ni tú volverán a tener problemas, yo me encargaré de que así sea.

Respira profundo y suelta el aire por la boca. Es mucho para ella; la veo intentando procesar toda la información y a la vez esforzándose por demostrar valentía ante mí. Es transparente como el agua, puedo leerla sin emplear ningún esfuerzo. Ella simplemente está ahí, desnuda ante el mundo.

No es como yo, que poseo miles de rostros distintos, máscaras y capas.

—Mataste a aquel hombre —dice, y traga saliva con dificultad—. ¡Era inocente y tú acabaste con su vida! ¡Eres repulsivo, un maldito monstruo! —grita, asustada, hecha pedazos.

—Era necesario —es lo que digo.

Ella me mira con la boca abierta y los ojos empañados.

—No voy a casarme con un asesino —su seguridad se tambalea al decir esa última palabra—. No puedo confiar en alguien como tú —continúa.

Guardo silencio. Me dedico a observarla, la estudio, me fijo en cada gesto, como por ejemplo, la forma en la que no deja de limpiarse las palmas de las manos en su vestido viejo, o como mira en dirección al niño cada aproximadamente treinta segundos, como se balancea de vez en cuando porque no puede estar tranquila, quieta. Y respiro y el olor a una comida quemada me llega de repente. Entonces me giro para ver al niño y lo encuentro sobándose el abdomen con una mirada triste.

Su casa se cae a pedazos, sus ropas están agujereadas y desgastadas, sus rostros carecen de color y están flacos y posiblemente hambrientos.

—No tienes dinero, ni comida, ni esta casa es segura para criar a un niño —afirmo. Ella evita mi mirada—. Podría decirse que no tienes más opciones, eres una mujer sola y pobre, no conseguirás nada y ambos morirán de hambre y de frío cuando esta pocilga termine de caerse por completo.

—¡Tú no sabes nada! —me empuja, o al menos lo intenta—. ¡Siempre he sido solo yo y él nunca se ha acostado sin comer! No necesito de ti.

Flexiono las cejas, incrédulo ante sus palabras. La mirada de Selin es desafiante, pero aún puedo ver un poco de duda vistiendo su rostro. Se esfuerza por aparentar calma y seguridad, pero la delatan sus manos que no dejan de temblar y la forma en la que traga saliva cada dos por tres.

Me preparo para hablar, aspiro y respiro, muevo el cuello en círculos y lo siento traquear. Me acaricio el mentón y me paso la lengua por los labios, humedeciéndolos.

—Negarte no va a hacer que cambie de opinión —digo, al fin—. Igualmente te casarás conmigo, no he viajado tan lejos para nada.

Su delgado cuerpo se estremece ante el peso de mis palabras y lo que significan. Lágrimas silenciosas viajan por sus mejillas y ella no puede hacer más que limpiarlas. Me mira con rabia antes de dirigirse hacia su hermano y tomarlo en brazos. Ella se adhiere a él y cierra los ojos con fuerza; pareciera que nada más importa para ella que no sea ese niño.

Ella es capaz de todo por él. Si, de todo, hasta casarse con alguien como yo solo para protegerlo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

MaeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora