Capitulo 3

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Amarro mi cabello en una treza mal echa que deja mechones de cabello por mi cara. Sonrio, hoy estoy muy feliz y bueno, es que no tengo motivo para estar triste, asi que mientras tarareo una cancion fea me arreglo para el dia de hoy. 

El vestido es de mis favoritos, blanco con flores de color rosa pequeñas flores rosa palo, me lo hizo mi nana hace dos cumple años, la pobre tuvo que ahorrar mucho para poder comprar la tela, por es lo amo tanto, mis sandalias con tacon cafes me sonrien y tan sonriente como simepre hago mis deberes. 

Abro las cortinas del cuarto de Azener que sigue profunda, sigo mi cancion pero mas bajito para no desperla aun, saco el vestido que quiere para hoy, lo plancho, lleno la tina del baño y la dejo a la temperatura que le gusta, echo las ensencias, me pongo a cambiar las velas y poner los aromatizantes entre mas cosas. 

La ayudo a areglarse, la peino con un moño muy bonito pero creo que es demasiado para un dia comun, pero entiendo que quiere impresionar al principe, el vestido largo de color verde pistache, el maquilla tambien es algo dramatico. 

Azenet baja con su madre y suegra a ver detalles de la boda, eso me hace pensar que ni el anillo le han dado, pero a mi que me importa. 

Me doy vuelo por todo el palacio tarareando canciones, dando vueltas en los tragaluz que me brindan un poco de sol, saludo los trabajadores de aqui, todos son muy alegres y platicadores. 

—¿Pero como? —Indaga Estefan, un joven que trabaja limpiando del que ya hice una amistad. Tiene 12 años, su hermana tambien es linda y tambien ya es mi amiga. 

—Asi, —Me siento en el barandal de la escalera, me voy  en resvaladilla riendo hasta llevar al primer piso—. ¡Alzo! 

—¡Me da miedo, señorita Katherine! —Me responde desde arriba asomando la cabeza por el barandal. 

—¡No pasa nada, hazlo! —Le grito, la escalera es de caracol, me ha mareado bastante y mirar arriba no me ayuda en nada porque la luz de el candelario me encandilo, doy un paso atras sobandome los ojos, mi tacon me hace resbalar pero alguien me alcanza a tomar de la cintura evitando mi golpe. 

El aroma, su risa, me descompone por completo. Con cuidado me levanta y sin darle la cara digo—; Gracias. 

Creo que me lo imagine, pero ha tocado mi cabello. —Mi madre y tia ya me habian advertido de lo grosera y descortes que es, pero... ¿Puedo ver su rostro? Quiero comprobar algo. 

Cierro los ojos... mis mejillas estan hirviendo de verguenza, espera... ¿Me llamo grosera y descortes?  Eso me hace encararlo. 

—¿Y a usted no le han dicho que no debe hacer caso de los chismes y debe conocer primero a esa persona antes de opinar sobre ella? —Respondo a la defensiva. 

Ladea un poco la cabeza entrecerrando los ojos que brillan como la hora dorada. —Si, era usted. —Responde para si mismo con una sonrisa ladeada que te destabilisa los sentidos—. ¿Y a usted no le han dicho que no tiene que espiar a las personas? 

Eso me deja con la boca un poco abierta, el principe mira mis labios por segundos, respira hondo y resgresa su mirada a mis ojos con las pupilas dilatadas. 

—No se de que habla. —Respondo cruzando las brazos, trato de que me suene natural la mentira pero su mirada burlona me hace saber que no lo logre, soy muy mala mentirosa. 

—Ayer por la noche, usted en el balcon de su habitacion, llevava puesto una bata de color azul, el cabello despeinado, pero ya veo que a usted no se le da peinarse. —Mira mi cabello con burla.

—Estaba viendo la puesta de sol. —Digo lo primero que se me viene a la cabeza. 

Asiente aguntandose la risa mirando al suelo y despues entiendo porque, cierro los ojos con fuerza. ¡Idiota que soy!. —Despues quiero que me explique como es que ve una puesta de sol en plena noche y con el cielo nublado. Ahora tengo deberes, pero es bueno verla, me alegro el dia. 

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