Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 1: Gᴀᴛᴀ ᴄᴀʟʟᴇᴊᴇʀᴀ

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Tal vez ese siempre había sido su destino desde un principio y solamente ella no había caído en cuenta de que así serían las cosas.

Honestamente era difícil saber que todo iba a terminar así; tan miserable.

Bueno, seguramente podrían haber cosas peores y Yoko no tenía duda de que sí, pero en ese momento no podía vislumbrar algún panorama más mísero que el suyo. Lo había perdido todo, desde su hogar hasta las personas que alguna vez creyó serían un apoyo incondicional para ella, y todo a causa de una detestable persona: su ex novio.

¿Por qué había estado con él en primer lugar...? Yoko no tenía la respuesta a eso en este momento.

Probablemente el querer probar cosas nuevas la había llevado hasta esa persona, haciéndole sentir que podía hacer de todo con alguien que estaría a su lado incondicionalmente. Aunque todo el asunto resultó bastante irónico a decir verdad, pues fue el primero en abandonarla y como si fuese poco, provocando en el camino que quienes en algún momento estuvieron verdaderamente para Yoko, le dieran la espalda.

Pero no, lo último no era cierto.

Yoko sabía que en realidad ella también era causante de que sus seres queridos la hubiesen apartado de sus vidas. Honestamente, ella lo había hecho primero con ellos, y solo estaba pagando las consecuencias de sus actos y actitudes.

Se había dejado influenciar ciegamente por su ex novio.

Había sido demasiado tonta...

Sin embargo, ya no podía cambiar sus acciones del pasado. No tenía manera de poder retroceder el tiempo y solo le quedaba el afrontar su situación actual de alguna forma.

Aunque era difícil.

Siendo sincera, resultaba atemorizante lo que estaba viviendo.

No tenía ningún lugar al que ir, las últimas noches las había pasado en un albergue con el que había dado, pero ya no resultaba una opción seguir allí. Tal vez estaba pecando en juzgar y desconfiar de tal modo, pero en aquel lugar había sentido como las miradas habían estado sobre ella constantemente y cargadas de lo que ella percibía como malas intenciones.

Si bien era un techo asegurado, temió que al final pudiese estar más insegura allí entre esas cuatro paredes que en la misma calle.

Así que allí estaba, caminando por un callejón oscuro sin ningún rumbo.

En este punto, no resultaba diferente al grupo de gatos que se encontraban a un lado del callejón, fisgoneando en unos contenedores de basura en busca de algo para comer.

Sí, como una gata callejera, de ese modo se sentía.

O bueno, la verdad es que había algo muy importante que la diferenciaba de aquellos felinos, y es que ellos se acompañaban entre sí, en cambio ella... Hasta ese momento nunca había estado tan sola.

Ya no podía ni contar con sus padres.

La noche anterior los había intentado llamar, pero los números telefónicos que recordaba ya no existían siquiera. De todas formas, algo le decía que aunque hubiesen estado disponibles, ellos tampoco le habrían contestado.

Había sido una hija terrible.

Tal vez la única persona con la que habría podido contar, sería su hermana, pero ya hace medio año que no tenía noticias de ella. Lo último que supo era que había hecho un viaje al extranjero por su trabajo y que probablemente había tomado la decisión de quedarse a vivir fuera de Tailandia.

Pero no tenía forma de contactarla, pues su teléfono ya estaba muerto.

De ese modo, no le quedó más que realizar una pequeña mueca de disgusto y seguir caminando sin ningún destino en mente. Las noches eran bastante largas, así que vagar por la ciudad era lo único que podía hacer.

Tal vez fue una media hora después que terminó llegando hasta una avenida algo concurrida, cuando de repente el bullicio de gente conversando y música sonando se empezó a intensificar bastante. Resultaba sumamente improbable, pero la idea de poder conseguir algún empleo cruzó su cabeza, después de todo no tenía en mente regresar al albergue, que fue donde consiguió algo para comer.

La avenida se veía como una zona de bares, así que supuso que no tendrían tantas exigencias, por lo que no perdía nada en consultar. Si bien tenía experiencia en empleos de medio tiempo, no tenía cómo comprobarlo y que creyeran en su palabra era lo único con lo que podía contar.

Era algo vergonzoso presentarse así, probablemente lucía bastante deplorable, pero en este punto aquello era lo de menos.

Así uno por uno, fue consultando en cada bar si necesitaban más personal, comentando que ella podría realizar cualquier labor que le designaran, sin embargo, no obtuvo mucho más que respuestas en negativo con expresiones un tanto incómodas.

Tal vez fuese por su situación, pero si bien sentía el peso de ser rechazada, de algún modo no podía desanimarse mucho más.

Probablemente no tener expectativas ayudaba.

De esa manera llegó hasta el último bar a lo largo de la calle, éste se encontraba un tanto más tranquilo que los demás y había menos gente. A diferencia de los otros bares con música algo más estruendosa, éste poseía acordes de guitarra vibrando en el ambiente.

Al escuchar eso Yoko sintió una sensación agradable como no lo hacía hace mucho y se tomó un momento estando de pie frente al local antes de ingresar.

Ya en el interior se encontró con un chico en la barra, por lo que procedió a repetir las mismas palabras que había hecho en los otros bares. Honestamente no le tomó por sorpresa cuando vió que el chico empezaba a negar, pero aún así de cierta forma valoró la media sonrisa que éste le dedicó, casi como en disculpa por no haber podido ayudarla.

Resignada a que seguramente esta noche no podría aspirar a mucho más, Yoko terminó dándole un agradecimiento de vuelta al chico por haber sido amable y luego se dió una media vuelta para disponerse a marchar.

Pero justo cuando estaba girando, inesperadamente chocó con alguien.

Seguido a eso el ruido de algo cayendo de manera algo estruendosa se dejó sentir en el lugar.

Yoko rápidamente se disculpó en automático y una expresión algo angustiosa se apoderó de su rostro cuando se dió cuenta que lo que había caído era una guitarra. Apenada se apresuró a tomar el instrumento y recién cuando volvió la vista hacia arriba, cayó en cuenta que la persona dueña de éste resultaba ser una chica.

Sería mentir que por un momento Yoko no quedó congelada, y es que la presencia en frente suyo la dejó momentáneamente sin poder reaccionar. La chica frente a ella... era imponente, alta y bastante guapa, y si bien eso en conjunto dejaron a Yoko algo aturdida, la causa principal fueron aquellos ojos penetrantes que se posaron sobre ella directamente.

—U-uh, yo...

Mientras Yoko intentaba formular nuevamente una frase coherente ante la imponente presencia femenina, la chica alta terminó por tomar la guitarra de vuelta mientras miraba con cierta curiosidad a Yoko, casi hasta algo divertida.

—No te preocupes, fue mi culpa.

Al escuchar la voz de la chica, Yoko finalmente reaccionó mientras cerraba su boca, ya que inconscientemente se había mantenido boquiabierta.

Y dándose cuenta rápidamente de que había parecido una tonta, terminó por asentir antes de salir del local de manera apresurada, sintiendo las mejillas arder por la vergüenza que le ocasionó la situación.

La chica alta solo se le quedó mirando aún algo divertida, hasta que bajó la mirada y notó un teléfono tirado en el suelo.

—¿Te mencionó su nombre? —cuestionó al chico de la barra.

El chico se encogió de hombros mientras le regresaba la sonrisa.—La verdad no, Faye. Vino a preguntar si teníamos vacantes para trabajar, pero no mencionó su nombre...

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PD: Amor infinito por Faye y Yoko <3

Siempre contigo [Fayeyoko]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora