Durante los entrenamientos libres del viernes, me dediqué a hablar con mi padre. Sabía que tenía buenos contactos en el paddock y le pedí si podía conseguirme una entrada para el paddock de Ferrari. Su respuesta fue un rotundo sí, y no pude evitar abrazarlo con alegría.
—Te lo agradezco muchísimo, papá —le dije, sintiendo una oleada de emoción y gratitud por su apoyo.
Luego, él cambió de tema, y me preguntó sobre lo que había pasado con Russell. Aproveché la oportunidad para hacerle un pequeño resumen de la situación.
—Bueno, ya sabes cómo son las cosas en este mundo. Fue todo muy raro —empecé, intentando encontrar las palabras adecuadas—. Primero, George y yo teníamos una buena relación, pero en Las Vegas las cosas se volvieron un poco complicadas. Todo el asunto de la fiesta, las miradas y las expectativas... Me di cuenta de que había cosas que no funcionaban entre nosotros.
Mi padre asintió, comprensivo, y le conté cómo George había estado comportándose de manera distante después de la fiesta. Le mencioné el momento en que vi la foto en Twitter de George besándose con otra chica, y cómo eso había quebrado la confianza que había entre nosotros.
—Nunca pensé que llegaría a ese punto. Sinceramente, me sentí traicionada. Estaba tratando de comprender lo que estaba sucediendo, y después de hablar con Lando y Alex, me di cuenta de que esto no era lo que quería —continué, mientras él escuchaba atentamente.
—Eso suena difícil, hija. A veces es complicado lidiar con relaciones en este mundo. ¿Te sientes bien al respecto? —me preguntó, con una expresión de preocupación en su rostro.
—Sí, lo estoy. He aprendido que lo más importante es rodearse de las personas que realmente te valoran y apoyan —respondí, recordando a Carlos y cómo había estado a mi lado últimamente—. Pero, por ahora, quiero centrarme en la carrera. Quiero ver a Carlos triunfar este fin de semana.
Esa parte sobre Carlos era algo que decidí dejar para otro momento. No quería que mi padre se preocupase antes de que todo se aclarara. Quería que lo viera por sí mismo en unos días, cuando estuviera más claro y definido. Era mejor dejarlo así por ahora.
Cuando acabaron los entrenamientos libres, mi mente estaba llena de pensamientos y sentimientos encontrados. Había estado pensando en George y en cómo había cambiado nuestra relación. Sabía que era el momento de hablar con él, así que decidí acercarme.
Me acerqué a él mientras estaba rodeado de otros pilotos y miembros del equipo, pero a medida que me aproximaba, me di cuenta de que no me miraba ni a la cara. Su atención estaba completamente en su teléfono, deslizando la pantalla con los dedos, como si nada más importara en ese momento.
Sentí una mezcla de frustración y tristeza al ver cómo se comportaba. Fue entonces cuando decidí ser directa. —¡George Russell! —llamé, usando su nombre completo con firmeza, lo que atrajo su atención de inmediato. Levantó la vista, y pude ver la sorpresa en sus ojos. No esperaba que lo llamara de esa manera.
—¿Qué quieres, Daphne? —preguntó, su tono un poco brusco.
Lo observé de cerca, notando la forma en que fruncía el ceño y cómo su postura se mantenía rígida. Quería que se sintiera incómodo. —Podemos hablar un momento —dije, señalando un área más apartada cerca de la zona de boxes.
Con un suspiro, George asintió y me siguió. Caminamos en silencio, y mientras nos alejábamos de los demás, la tensión en el aire se hacía palpable. Una vez que llegamos a un rincón menos concurrido, me volví hacia él, sintiendo que debía ser honesta.
—No entiendo qué está pasando entre nosotros —comencé, intentando mantener la calma a pesar de la rabia que burbujeaba en mi interior—. Has estado distante desde lo de Las Vegas y no sé por qué.
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Miradas [Carlos Sainz]
FanfictionEn el emocionante mundo de la Fórmula 1, Daphne, la hija del director del equipo Mercedes, navega por las complejidades del amor y la rivalidad. Mientras apoya a su novio, George Russell, en su camino hacia el campeonato mundial, se ve atrapada en u...