La semana había pasado rápidamente y Megumi se encontraba de nuevo caminando hacía el consultorio. Sentía los nervios recorriendo su piel, amenazando con instalarse en la boca de su estómago y quedarse allí durante el resto del día.
De nuevo iba a encontrarse con Sukuna.
En una estricta relación de paciente y doctor, pero eso no evitaba sentir el nerviosismo a flor de piel.
Esperó unos minutos en la recepción del lugar hasta que llegó su turno. Para este punto su piel estaba fría debido al aire acondicionado y su garganta se había vuelto rasposa.
Entonces la recepcionista llamó su nombre y Megumi se levantó con las piernas temblorosas y el estómago hecho un desastre. Al entrar se encontró con Sukuna revisando el portapapeles, llevaba puestas su gafas de lectura y el cabello impecablemente echado hacia atrás.
Entonces levantó la vista y sus ojos se encontraron, más no pudo decifrar lo que había en ellos. Y con vos monótona dijo:
—Buenos días, señor Kamo...— y dios, Megumi sintió un extraño nudo en la garganta —Por favor pase y siéntese.
Carraspeó antes de seguir adelante y murmuró escuetamente;
—No utilizo mi apellido de casado.— en realidad jamás se cambió el apellido por lo que tiene curiosidad de saber cómo es que Sukuna lo averiguó.
Le hizo algunas preguntas sobre su estado anímico, sobre sus dosis de medicamentos, sobre su alimentación y luego pasaron a un chequeo general.
Empezó con el estetoscopio y Megumi vagamente se preguntó si Sukuna realmente necesitaba el aparato;
¿Acaso no podía escuchar ya el corazón del azabache, latir fuertemente dentro de su pecho?
Por que ciertamente Megumi sentía que estaba golpeando fuerte en su caja torácica.
Entonces acercó el aparato a su pecho y al instante de escuchar sus latidos, la mirada de ambos se conectó. Sukuna lo miraba con esos ojos avellana y tintes rojos y Megumi fue conciente de la mano sobre su espalda, podía sentir que le quemaba la piel.
Lo vio tragar grueso y fue testigo de como la nuez de su cuello se movió ligeramente.
—¿Estás nervioso?.— le preguntó —Espero que sea eso y no que estés desarrollando taquicardia.
Y Megumi frunció el ceño. Decirle eso estaba bastante fuera de los límites impuestos entre paciente y doctor (límites que impuso en su imaginación por supuesto).
—Estoy perfectamente bien.— respondió con voz monótona.
El doctor carraspeó brevemente y siguió con el chequeo, dejando a un lado su propio sentir y concentrándose en ser completamente profesional.
—Puedo ver que has mejorado notablemente.— dijo mientras se alejaba y tomaba su portapapeles para hacer las anotaciones — Si sigues este ritmo, la próxima semana podemos empezar con las quimioterapias.
Megumi asintió levemente y algo dentro de su pecho se removió feliz.
Estaba mejorando. Su salud estaba mejorando y pronto estaría sano.
Sukuna se dió cuenta del nuevo brillo que adquirieron los ojos azules y se quedó embelesado por ellos. Seguían siendo hermosos e inevitablemente una pequeña sonrisa de orgullo se formó en su rostro.
Probablemente Megumi se dió cuenta de eso y sus mejillas se colorearon en consecuencia y abochornado volteó a ver hacía otro lado.
Sukuna prosiguió con las últimas indicaciones y Megumi prestó completa atención a ello. Completa atención a la boca de Sukuna moviéndose con elegancia.
A pesar del miedo inicial de ambos al volver a encontrarse en el mismo lugar, está vez solos, todo terminó mejor de lo que habrían esperado y cada uno se marcho a casa con el corazón un poco menos roto.
Cuando Megumi regresó a casa esa misma tarde, se encontró con Kamo en la sala viendo televisión. Fue sorpresivo encontrarse con él, Megumi creyó que se habría ido de viaje nuevamente.
Pero hubo algo más que atrajo su atención.
—¿Dónde están Kuro y Shiro?.— los cachorros habían tomado la costumbre de recibirlo cada vez que llegaba a casa y está vez no sucedió.
Esperó paciente a que su querido esposo decidiera responderle.
—Estaban siendo muy ruidosos.
Y Megumi se tomó el puente de la nariz buscando paciencia y tratando de calmar sus nervios.
Kamo no sería capaz de hacerles algo malo; ¿Cierto?
—¿Dónde están?.— preguntó de nuevo, está vez entre dientes y con la paciencia rozando el límite.
Eso hizo que Kamo volteara a verlo con curiosidad.
—Los encerré en el cuarto de limpieza.— lo dijo con simplicidad y luego regresó su atención hacía el estúpido programa que estaba viendo.
Y el azabache abrió la boca con indignación y antes de empezar una disputa decidió apresurarse hasta el cuarto de lavandería y sacarlos.
Los olores que habían allí debían ser muy fuertes para el olfato de los caninos, por lo cual seguramente estarían bastante constipados.
Al abrir la puerta sintió que su corazón se rompía.
Ambos cachorros tenía la nariz enterrada en una de sus sudaderas sucias que tenía por lavar. Sus ojos estaban llorosos y emitían pequeños chillidos lastimeros.
Megumi los levantó a ambos y los llevó en brazos hasta sala. Estaba dispuesto a iniciar un guerra por ellos pero al llegar, estaba vacío.
De nuevo su idiota esposo lo había dejado solo.
- Notas -
¿Lo siento...? ・﹏・Pero prometo retomar mis publicaciones, acabo de ser bendecida con inspiración. Ah también acabo de acortar el nombre a "Resiliencia", es todo.
En el siguiente capítulo tendremos:- Infidelidad, Infelicidad y Decaimiento.
Nos leemos pronto! Cuídense!
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Resiliencia •|SukuFushi|•
Fanfic"-No sé nada acerca de cómo superar a otros. Sólo conozco el modo de superarme a mí mismo." - • 𝙿𝚊𝚛𝚎𝚓𝚊 𝙿𝚛𝚒𝚗𝚌𝚒𝚙𝚊𝚕: 𝚂𝚞𝚔𝚞𝙵𝚞𝚜𝚑𝚒 (𝚂𝚞𝚔𝚞𝚗𝚊 𝚡 𝙼𝚎𝚐𝚞𝚖𝚒) • 𝙻𝚘𝚜 𝚙𝚎𝚛𝚜𝚘𝚗𝚊𝚓𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚎𝚜𝚝𝚊 𝚘𝚋𝚛𝚊 𝚙𝚎𝚛𝚝𝚎𝚗𝚎𝚌...