-Dia 4.-

14 4 0
                                    


Recuerdos y Revelaciones

---


Era una tarde tranquila y lluviosa junto a Haewon. Estábamos merendando mientras, de fondo, sonaba suave música de bossa nova. Las gotas golpeaban los cristales de las ventana, y creaban un ritmo hipnótico que casi sincronizaba con las melodías de la música.

Para ser sincera, las tardes con Haewon eran como reliquias, pequeñas joyas que atesoraba en silencio. Ni siquiera la idea de recuperar mis recuerdos parecía tan importante como pasar esos minutos con ella. Y para ser sincera, daría lo que fuera por quedarme en esos momentos cálidos para siempre, como si el tiempo pudiera detenerse solo para nosotras dos.


—Toma una galleta, Lily. No has comido nada desde el desayuno —dijo Haewon suavemente. Su voz me arrancó de mis pensamientos, y cuando levanté la mirada, la vi ofrecerme una galleta con una sonrisa amable.

—Está bien, Haewon... Gracias. —Agradecí al estirar mi mano hacia la galleta en manos de Haewon, pero al hacerlo, sus cálidos y suaves dedos rozaron el dorso de mi mano. Fue un leve contacto, pero aquello me hizo estremecer y un escalofrío subió por mi piel, como si esa caricia accidental despertara algo profundo en mí. 

Me tome un momento para llevar la galleta a mis labios y masticarla con tranquilidad mientras observaba  la serena y tranquilizante expresión de Haewon, por alguna razón con ella sentía que todo estaría bien.

—¿Sabes? La lluvia siempre me ha calmado —comentó Haewon, mirando hacia la ventana.

Seguí su mirada y vi cómo las gotas resbalaban por el cristal, trazando caminos caprichosos y desordenados.

—A mí también... O eso creo —dije, intentando recordar si eso era cierto o no.

Haewon me sonrió suave al escuchar mis palabras.

—Tal vez puedas inventar recuerdos nuevos —murmuró.

Esas palabras quedaron suspendidas en el aire. Por alguna razón, la idea de empezar de cero junto a Haewon no me pareció tan aterradora como había pensado al principio. Mientras masticaba la galleta lentamente, me di cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, no me sentía sola.

...

Pero de repente sentí el estruendo de un trueno golpear contra la ventana, el estallido me atravesó como si fuera una descarga. La ventana vibró con un sonido seco y brutal, y todo el cuerpo me dio un vuelco, como si algo dentro de mí se hubiera vuelto a romper. El sabor dulce de la galleta desapareció de mi boca, remplazado por el gusto metálico del miedo qeu ascendía. Sin darme cuenta, había soltado la galleta y el café temblaba en mis manos. 

El olor a humo llegó sin previo aviso, me inundo por completo y sentí que era tan real que me hizo toser, como si hubiera regresado al pasado.

Las imágenes me arrastraron sin piedad, llamas rodeando el baño, saltando de las paredes hacia la tina donde estaba sumergida. El agua se había vuelto tibia, casi hirviente, como si fuera incapaz de protegerme del calor. Las velas a mi alrededor ardían como volcanes, la cera derritiéndose en gotas que caían sobre el borde de la bañera. Cada respiración era una batalla contra el aire denso y ardiente, observe mis muñecas: cortadas y lastimadas, con sangre corriendo sin control por ellas y  un bisturí resbaló de mis dedos y cayó en el agua, tiñéndola de un rojo opaco.

Intenté moverme en ese recuerdo, pero mi cuerpo estaba agotado, débil por la sangre que fluía. Mis manos flotaban, inertes, como si ya no me pertenecieran. El aire ardía en mis pulmones y mis párpados se sentían pesados, cada vez más difíciles de mantenerlos abiertos.

"Quizás este es el fin." Ese pensamiento cruzó mi mente con una calma aterradora. ¿Me estaba rindiendo?, deje que la oscuridad me arrastrara con ella. El fuego crecía y al agua comenzó a hervir y yo simplemente dejé de luchar. El humo lo cubrió todo, y me dejé ir.

—¡Lily!

La voz de Haewon me sacó de golpe del desolador recuerdo, como si tirara de mí antes de que pudiera hundirme del todo. Parpadeé, aturdida, tratando de aferrarme a la realidad que me rodeaba. Estaba al lado de Haewon, la única que podía mantenerme consiente y en pie.

La tormenta seguía rugiendo al otro lado de la ventana, pero ya no era tan aterradora. No había fuego. No había humo. Sólo mis manos temblorosas que aún sujetaban la taza de café y los pedazos de galleta esparcidos por la mesa.

—¿Estás bien? , que ocurrio, ¿recordaste algo, Lily?. —preguntó Haewon, con la misma suavidad de siempre, aunque en sus ojos brillaba una preocupación nueva.

Asentí despacio, aunque por dentro sentía un vacío profundo. No sabía cuánto de ese recuerdo era real y cuánto eran piezas deformadas por el tiempo y el trauma, pero una cosa sí se me hacia clara: había querido morir, pero sin embargo, aquí estaba. Con vida, y con Haewon a mi lado.

Las palabras de Haewon volvieron nuevamente a mí como un susurro lejano pero constante: "Tal vez puedas inventar recuerdos nuevos."

Quizá aún había tiempo para hacerlo.

Los últimos días del otoño -HaelyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora