Gianna
—¡Gianna, despierta!— la voz de mi tía atravesó las paredes como un despertador insistente, desde el piso de abajo. Aún medio somnoliento, me giré para tomar mi celular que estaba en la mesita de noche.
—Maldición... —me dije a mí misma al ver la hora: eran las 6:15 am. Se suponía que entraba 8:30, así que tenía que apresurarme para llegar a tiempo. Milán estaba a dos horas de aquí y no pensaba retrasarme en mi primer día de trabajo. —¡Enseguida bajo, tía!
Me levanté de la cama tan rápido que casi me tropiezo con mi propio pie y corrí hacia el baño. Luego de una cálida ducha, ya más despierta, me dirigí a tomar el outfit que había preparado para ponerme hoy. El atuendo era parte esencial: siendo mi primer día, tenía que dar una buena impresión. No podía ser demasiado discreto ni excesivamente elegante; debía parecer que me esmeré en encontrar la combinación adecuada, pero sin esforzarme demasiado.
Agradecí a mi prima por la sugerencia de dejarlo listo la noche anterior; de no ser así, jamás llegaría a tiempo. Elegí una blusa de satén color beige que había confeccionado, mis flare jeans azul marino de Zara, el blazer negro que mi madre insistió en que trajera y unos botines de cuero negro.
Opté por dejar mi largo cabello ondulado al aire libre y me maquillé sutilmente. Para completar, añadí unos accesorios dorados minimalistas. Mientras me ajustaba los botines, miré el reloj: 6:45. Tenía que correr. Así que me di un vistazo en el gran espejo de mi cuarto antes de irme, pero algo faltaba.
—¡Lo tengo! —exclamé al recordar el bolso Gucci.
Me dirigí hacia el armario y allí estaba. Ese bolso, que había viajado por años, era una herencia. Mi abuela se lo dio a mi madre en su cumpleaños número veinte, y ella me lo entregó poco antes de mi viaje a Milán.
Tenía un gran valor emocional para mí; era como si mi abuela me acompañara desde donde estuviera, en esta nueva etapa de mi vida. Lo tomé entre mis manos, acariciando la suave piel desgastada por los años y me lo colgué al hombro, sintiendo su peso y su historia.
Mi corazón latía rápido, no solo por la prisa, sino por la idea de lo que significaba este día. Había soñado con trabajar en el ambiente de la moda desde que tenía memoria. Y ahora que estaba a punto de vivir ese sueño, no podía permitirme llegar tarde. Cerré la puerta tras de mí y baje rápidamente las escaleras.
—Gianna, cariño, ¿no piensas desayunar?—preguntó mi tía al verme tomar el café aceleradamente.
—Lo siento, tía—hice una pausa para darle una mordida a la tostada con jamón—Mmm, está delicioso, pero ya estoy llegando tarde.
—Mírala, ¡ya es toda una empresaria! —dijo mi prima, en un tono divertido.
—No tienes remedio —me reí ligeramente por su comentario y me despedí de ellas con un beso en la mejilla— ¡nos vemos en la noche!
Afuera me esperaba el señor Donatello. Lo miré extrañada debido a que era demasiado temprano y mi tía aún no abría la florería.
—Señor Donatello, ¿qué hace aquí tan temprano?
—Su tía me pidió si le hacía el favor de llevarla a su trabajo, siendo que aún no conoce muy bien la ciudad, y Milán queda a dos horas de aquí —sonrió con amabilidad.
Asentí devolviéndole la sonrisa; antes de entrar al auto, me puse mis audífonos y cerré mis ojos un momento, sintiendo la melodía de la primer canción de mi playlist invadir mis oídos. Estaba ansiosa, tenía una mezcla de miedo y emoción. Mire por la ventana del auto; el clima hoy era cálido—como de costumbre—, el cielo en un hermoso tono azul, y los primeros rayos de la mañana se mezclaban a la perfección entre las casas. Aunque era temprano, ya se podía ver a los pesqueros en sus barcos y a las señoras mayores haciendo sus compras de la semana en el mercado.
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Contigo ¡JAMÁS! (EN CURSO)
RomansaEn Italia, Gianna De Angelis una joven aspirante a diseñadora de moda con un espíritu libre y soñador se mudara de la Tosacana a la vibrante ciudad de Milán, dónde obtendrá una pasantía en la prestigiosa empresa de moda "Stellare Creazione". Pietro...