El instinto de la cobardía.

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Y aún seguía sin superarlo, me seguía sintiendo vacío, uno de mis amigos ya me había dicho lo que todos me decían; que el amor propio era algo que no poseía y que continuaba humillandome una y otra vez.

Que para Dalia yo era un simple rógon, y es cierto, no se lo podía negar, me tragaba mi orgullo y le rezaba a Dios que un día ella volviera, que me abrazara y que para siempre estuviera conmigo.

Me encontraba recostado, como siempre, mirando al techo, pensando en como ella y yo volveríamos, sentía aún que el pecho me pesaba, hasta que de milagro, como si algo me salvará de la necesidad de llamarle a Dalia escuché los gritos de mi mamá. 

—¡Eduardo!—grito mientras subía las escaleras.

Me reincorporé rápidamente, miré hacia la puerta esperando a que ella entrara.

—¿Que pasó?.

Sus ojos se fijaron en mi en el momento que ella entro, con una ligera sonrisa.

—¿No quieres ir al café?.

Lo pensé por un momento, ella seguía sonriente, esperando un sí, la miré fijamente limitandome a asentir y soltar un suspiró mientras tomaba mis lentes del buró.

—Vamos...

Me levanté y solté un suspiro pesado, antes de salir de mi cuarto, bajamos las escaleras, ella tomó las llaves del carro y yo abrí la puerta, saliendo de la casa, el café no quedaba tan lejos, una pequeña cafetería con aspecto acogedor, tal vez la única en este maldito pueblo bicicletero.

Entré y rápidamente mi mamá tomó asiento, yo me quedé frente al mostrador cuando escuché varias risas familiares, miré de reojo y sentí rápidamente como mi corazón se hundía y latía más rápido; Era Dalia. Escuché varios murmullos, antes de volver a voltear al mostrador.... ¡Ay dios!

—Buenas tardes...Ah

Era una de las amigas de Dalia, la que atendía, no recordaba bien su nombre ¿Chantolin?, se veía con un gesto molesto al verme.

—¿Que va a querer?—pregunto con fastidio.

Me quedé callado.

—¿¡Que va a querer!?.
Repitió con un tono aún más molesto.

—Eh... Un frappé de vainilla...

La chica tomó el vaso y comenzó a prepararlo, ellos ya se habían dado cuenta de mi presencia. Se murmuraban cosas y reían nerviosamente, como una expresión de burla, miré a Vanessa la cual me dio una mirada que claramente no se veía contenta con mi presencia ahí, Carolina me sonrió y saludo... Pero Dalia... Fingía no conocerme, saludó a mi mamá, con una sonrisa y parecía que el mundo se me iluminaba.

—Aqui tiene su frappé de vainilla.

Me despertó de mis pensamientos, la miré y  ella con total descaro escupio en la bebida antes de que yo pudiera tomarla entre mis manos, no pude decir nada, mis ojos se abrieron ante la sorpresa.

La cobardía me perseguía.

Holaaaaaa 🫶🏻

Le agradezco a Beyonce por darme las fuerzas para hacer un tercer capítulo en verdad, quiero saludar a los involucrados en esto y si lo leen en las clases mucho mejorrrrr.

¡Supera a tu ex o muere en el intento!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora