Capítulo 22

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Maratón 1/2

Ian

Ocho años atrás

Un año, ya ha pasado un año desde que estoy en este hospital. He perdido todo el cuero cabelludo por las quimioterapias, mi cuerpo cada vez se siente más débil y he bajado tanto de peso que ya no reconozco a la persona que veo en el espejo. Vuelvo a mi camilla luego de vomitar por segunda vez en el día. Las ganas de continuar con esto cada vez son menos.

—Deberían poner la máquina de café más cerca y no al otro lado del pasillo —comenta mi madre al entrar a la habitación. Da un sorbo a su bebida y sonríe con suficiencia—. No es por presumir, pero yo los preparo mejor.

Sé que intenta hacerme reír; sin embargo, no tengo ánimos para eso. Miro el vientre de mi madre y una parte de mí se siente en paz al saber que continúan con su vida y muy pronto mi hermano nacerá.

—Owen —digo de repente. Mi madre se sienta en la silla a lado de mi cama y me mira con atención—. Significa: Joven guerrero. Estoy seguro de que mi hermano lo será.

—Me gusta —una dulce sonrisa aparece en su rostro—. Será un guerrero como tú.

Asiento con la cabeza y miro hacia la ventana. Los rayos del sol y el cielo despejado indican que es un gran día. Recuerdo todas las veces que jugaba en el jardín de mi casa. La familia Cromer solía venir y mientras los adultos charlaban, Laura y yo nos dedicábamos a hacer travesuras.

—¿Cómo vas con tus trabajos de la universidad? —pregunta mi madre.

Ahora con dieciocho años acabé mis estudios en línea y me inscribí en una universidad para poder estudiar ingeniería mediante esta modalidad.

—Bien, ya envié los deberes de esta semana y leí algunos libros sobre la carrera.

—Me alegro, hijo. Laura estaría muy orgullosa de ti.

Regreso, mi atención, a la mujer que me dio la vida. Deja su vaso sobre una mesa que está a su lado y sostiene mi mano entre las suyas.

—No es necesario que la menciones.

—¿Todavía la quieres?

—Sabes que sí, mamá.

—Entonces debes decirle la verdad, sabes que ella vendría a verte y te apoyaría en todo este proceso.

—Por eso mismo es que no le diré nada. Quiero que continúe su vida y se olvide de mí.

—Siempre me pregunta cómo estás

—¿En serio?

—Bueno, no directamente ella. Su madre es quien hace las preguntas, pero es Laura quien está atenta a las respuestas. En una reunión, cuando preguntaron por qué no venías y dije que estabas enfermo, Laura no pudo ocultar su preocupación, quería saber si es algo grave y si necesitabas algo en especial.

—¿Le dijiste lo del cáncer?

—No, solo que es un resfriado. Ella también sufre con esta distancia que has puesto.

—Sufriría más si me ve así. Pronto conocerá a alguien en su universidad y me olvidará.

—La expulsaron.

Si tuviera las fuerzas suficientes me habría sentado ante el impacto de la noticia que me acaba de dar.

—¿Por qué?

—Uno de sus maestros era grosero con todos los estudiantes. Laura le reclamó, despidieron al profesor y a ella la expulsaron.

—No puedo creer que le hagan eso solo por defender a sus compañeros —niego con la cabeza y mis cejas se fruncen.

—La expulsaron por haberle lanzado un cuaderno a ese maestro y cuando en el rectorado la obligaron a que se disculpara. Ella se negó, le arrojó el agua que llevaba en su termo y con una sonrisa dijo: Prefiero que me expulsen a disculparme.

Sin duda mi ojitos hechiceros sigue siendo la misma. Cierro los ojos y puedo imaginar ese escenario, su mirada llena de furia por las injusticias, su determinación y valentía. Si me concentro, soy capaz de sentir la suave piel de sus mejillas contra mis dedos.

—¿Cómo está ahora?

—Ya está estudiando biología marina en otra universidad. Está feliz porque uno de los mejores profesores de esa área trabaja en ese lugar. Creo que se llama Thomas Wilson.

—Espero que sea muy feliz, se lo merece.

—Tú también, hijo. Mañana regreso a Australia para ver unas cosas de la empresa, tu padre llegará al hospital a primera hora.

Mis padres hacen hasta lo imposible por no dejarme ningún día solo, aunque eso implique que tengan que viajar de un país a otro. Con las pocas fuerzas que tengo en este momento abro un cajón del pequeño velador que está a lado de mi camilla y saco el libro sobre acuarios y los mejores animales para vivir en ellos.

—Dale esto a Laura. No le digas que es de mi parte.

Sin duda es algo que le encantaría a mí ojitos hechiceros. Tener su propio acuario es algo que siempre ha soñado. Espero poder vivir el tiempo suficiente hasta saber que logró cumplir su sueño. 


Nota de autor

¡Hola!

En mi Instagram les había avisado sobre esta maratón. Debido a los problemas de energía eléctrica que está pasando mi país no pude subir antes los capítulos.

En mis redes anuncio estas sorpresas y más, en TikTok e Instagram estoy como: OdalisGSantos 

ARRECIFE DE SECRETOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora