Inicio del primer acto. Parte IV

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Se bajó del taxi para ver la casona aún iluminada por unas pocas luces, había llegado pasado la medianoche y prefirió no decir nada para así no preocupar a Ethan.

Se quitó los zapatos en la entrada y colgó el abrigo acomodando la maleta en el armario cerca de la puerta principal ofreciendo caricias a las mascotas que llegaron a saludarla, entre lamidas y meneos de cola.

Subió las escaleras y se asomó por la puerta a ver a Anna dormida de panza en su cama, el dosel pendía telas de colores sobre ella y un monton de estrellas brillaban decorando la habitación.

Sentía que el corazón le latía demasiado rápido mientras se acercaba al estudio donde sabía que Ethan estaría trabajando, la puerta estaba abierta y las luces encendidas, así que antes de entrar respiro profundo.

– Vuelve a la cama Anna – Lo escuchó decir cuando hizo ruido metiéndose por la puerta – Amor...

– Hola – Lo saludó tímidamente sintiendo que las lágrimas se asomaban de inmediato al verlo levantarse de su escritorio.

– No me avisaste que venías, habríamos ido por ti.

– Llegue hace poco, no quería que Anna se pasara la hora de dormir – Explicó acercándose a él abrazándose a su cuello.

Todas las emociones se agolparon sobre ella cuando la estrechó con fuerza, desde que se conocían y él la abrazaba pensaba en esa frase de Jodorowsky que decía:

"Un día alguien te va a abrazar tan fuerte, que todas tus partes rotas se van a juntar de nuevo"

Siempre se sentía así con Ethan, él había logrado unir todos esos pedazos rotos que la habían conformado a ella en un punto de su vida, había pegado lo que él no rompió, y había unido los pedazos más pequeños, el amor que sentía por él era innegable, y lo sabía porque cuando lo veía ya no quería más guerra.

Pero esta vez, este abrazo no juntó todos los pedazos, faltaba ese espacio pequeño que se había estado quebrando con los años, y que ella quería aclarar, y aunque tenía sospechas de que esa noche no llegaría a buen término, y estaba temerosa por lo que sucedería, quiso continuar de todas formas.

Se acurrucó contra su cuello, sintiendo el aroma de la piel de su esposo, los músculos en las palmas de sus manos sobre la espalda, su mano subió por su cuello para enredar los dedos a los rizos negros en lo alto de su cabeza, se alejó un poco para verlo a los ojos, besándolo con fuerza, porque sabía que había probabilidad muy alta de que esa fuera la última vez.

– Tenemos que hablarlo – Sollozó al fin limpiándose la cara para tomarle las mejillas.

Supo de inmediato que él también sabía lo que se avecinaba, su gesto cansado, el ceño ligeramente fruncido, le acarició la barba por algunos segundos mientras él la retuvo por la cintura contra él.

– Hablemoslo mañana – Le sugirió él volviendo a buscar su boca, no como una forma de evitarlo u dilatar lo más posible aquella conversación, sino como un intento de conectar otra vez con su esposa, porque también sabía que estaban en el borde de un acantilado demasiado alto.

– Si lo hablamos mañana voy a ceder, y ya no puedo seguir haciéndolo – Soltó ella con la garganta apretada, sintió los brazos de Ethan tensándose a su alrededor, alejándola con cuidado, sus ojos se cerraron ante aquello que estaba por venir.

– Ofelia...

– Quiero otro bebé – Dijo alejándose para quedar del otro lado del escritorio, Ethan suspiró – lo deseo, lo añoro, y un montón de sinónimos que me ayuden a hacerte entender lo mucho mucho que deseo esto.

La doble toma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora